El afiche promocional de la cuarta temporada de The Crown (estrena el próximo domingo por Netflix) no podría ser más gráfico de sus intenciones. A los costados de Isabel II (Olivia Colman) se divisan los perfiles de Lady Di (Emma Corrin) y Margaret Thatcher (Gillian Anderson). La vida íntima de la reina, de la realeza, y de todo el pueblo británico se verán sacudidos por la irrupción de la Dama de hierro y la Reina de Corazones. Peter Morgan, su creador, sabe exactamente cuáles son los fuertes de The Crown: diálogos chispeantes, el regodeo preciosista y la pátina de los momentos y personajes públicos que pasan en pantalla.
Va a haber tiempo
para el conflicto en Irlanda, la guerra de Malvinas, la boda de Diana y Carlos,
junto con el proceso de conversión económico y social llevado a cabo por la
líder conservadora. La composición de Anderson, lógicamente, reposa en sus
guiños, vestuario y singular tono de voz. “Las mujeres en general no suelen ser
idóneas para el liderazgo. Sus emociones las dominan”. Quién dice esto es ni
más ni menos que la gobernanta en su primer encuentro con Isabel II. “No va a
tener ese problema conmigo”, responde la monarca. Una escena del segundo
episodio hasta parece bromear con el recurso de los duelos interpretativos
entre ellas. Thatcher parte del castillo de Balmoral en el preciso momento que
arriba Diana Spencer para cortejar al heredero. Dentro del castillo escocés
espera la Reina. Son 10 episodios.