El otro día, charlando con una amiga le pregunté por cómo andaba su bebé. "¿Sabés que mi hijo no quiere despegarse de Maca?", me respondió y se rió. "¡Qué bien te lo tomás!" le dije, "¿está mucho con ella?"

Y sí. El pasa muchas horas con su otra madre mientras mi amiga trabaja. Ella pensaba que amamantarlo le iba a allanar el camino, o que los nueve meses de haberlo gestado iban a generar automáticamente un vínculo más fuerte, pero no.

Recuerdo la primera vez que me pasó algo similar con une de mis hijes: lloré una semana entera. No sabía lo qué era la culpa hasta que fui mamá. Por trabajar, el remordimiento por dejarles, los fantasmas de mi cabeza y además, el hecho de ser mamá primeriza fueron un combo explosivo emocional. ¡Mis hijes no me quiereeeeeeeeeeen!

Hay tanta información falsa sobre el tema, tanto discurso biologicista sin fundamento y tantas mentiras respecto de la «importancia del vínculo en la panza», que se han tejido mitos como el que afirma que la madre que lleva el embarazo desarrolla una conexión extrasensorial o que la teta genera un lazo indestructible. Siempre desconfié un poco de todo eso, pero no tenía ninguna seguridad. Conociendo la gestación solidaria y la adopción, hoy puedo afirmar que no es así.

Muchas mamás lo vivimos todos los días. Las que salimos a laburar y dejamos a nuestros bebés con la abuela, por ejemplo, sabemos que al regreso a veces no quieren ir con nosotras y prefieren a su cuidadora. Maca desarrolló un vínculo que es más fuerte que todas las teorías prejuiciosas que existen sobre el tema. Desde el nacimiento de su bebé, mi amiga y su mujer viven una maternidad paralela: una habiendo gestado y otra no, y ¿saben con quién mantiene el vínculo más intenso el bebé en este momento? Con la mamá que no lo gestó. Seguramente, con el tiempo, la relación con ambas cobre la misma profundidad, porque lo importante es que las dos lo aman y fue un niño muy deseado.

Lo mismo me pasó con mis hijes. Por suerte, como ya lo dije en otra ocasión, hay muchos modelos de maternidad, pero queda demostrado que el amor es la conexión más fuerte y sagrada que pueda existir y ser mamá es lo mas hermoso que me pasó a mí en la vida. Es importante deconstruir estos mitos patriarcales sobre la maternidad, que lo único que buscan es excluir, someter. Y también me parece fundamental algo que para mí es clave: estos vínculos se construyen sanamente, sólidamente cuando existe el deseo. El deseo de ser madre y la posibilidad de decidir cuándo serlo.

A poco más de un mes del Día de Acción Global por el acceso al Aborto Legal y Seguro y tras dos reprogramaciones de reuniones formales con el presidente de la Cámara de Diputados, volvimos a pedir, en un grito colectivo, respuestas.. Nos reunimos (todes) para exigirles a nuestres representantes que se trate el proyecto de ley durante el año en curso, dado que el próximo 20 de noviembre es la fecha límite para la presentación de proyectos en las sesiones ordinarias del Congreso Nacional y por alguna razón, lo están dilatando.

Por esta acción y mi compromiso con la causa soy agredida (nuevamente) con discursos de odio y discriminadores. Les pregunto: ¿el no tener útero me inhabilita para poder opinar? Les respondo: ¡No! Vamos a seguir luchando por todas las mujeres argentinas, por más que intenten desviar el debate hacia otro lado. Nuestra meta es clara: pedimos una ley que nos dé el poder de decidir sobre nuestros cuerpos, luchamos para frenar tanta muerte evitable, luchamos por tantas niñas madres, luchamos por la libertad.

No espero que cierta gente que, en nombre del amor de Dios hace campaña en contra del aborto legal, seguro y gratuito, cambie de opinión; les reclamo que así como nosotres no nos metemos en sus vidas, no se metan en las nuestras. Y no les ruego a nuestres representantes que hagan un esfuerzo sobrehumano; les exijo que sean humanos.