Desde Barcelona

UNO La idea ancestral pero siempre a la moda del haber-sido-escogido. De ser un elegido por infalibles potencias superiores y todo eso. El de pronto saberse el único capaz de llevar a cabo una determinada misión que cambiará el rumbo de todas las cosas. La materia para el material del que se componen las mejores creencias y ficciones. Y el mitólogo comparativo Joseph Campbell publicó en 1949 un libro ya clásico sobre todo el asunto: El héroe de las mil caras. Campbell teorizó allí que a partir de un aria original o "monomito" se desencadenan múltiples variaciones o "ideas populares". La necesidad del hombre de creer en creadora/salvadora figura pero --he aquí lo interesante y paradójico y huevo/gallina y casi catch-22-- primero creada por el hombre, quien necesita saberse creado para poder ser salvado. Así, los mortales crean a los inmortales para que luego los inmortales creen a los mortales. Y las populares mil caras vienen marchando: Moisés, Jesucristo, Arthur desenclavando a Excalibur, Superman, Paul "Dune" Atreides, Frodo (Rodríguez nunca entendió por qué no se subió desde el principio al águila Gwaihir, voló sobre el Monte del Destino, arrojó desde las alturas el anillo, y a casita sin tanto lío), Emmet "Lego Movie" Brickowski, John "Terminator" Connor, Harry Potter, Anakin y Luke Skywalker, Thomas "Neo/The Matrix" Anderson... Los problemas empiezan cuando todo esta mística se aplica a realidades y realities. Y dan origen, tiempo y lugar a la figura del dictatorial y autocrático auto-elegido. Alguien que no suele parecerse mucho a Batman y cuyas mil caras son muy pero muy duras.

DOS Y --Campbell dixit-- "mito para unos es religión para otros". Y eso --Moby-Dick y Ahab en un mismo cuerpo-- explica al mesiánico Trump ahora convencido de su invulnerabilidad por haber "vencido" al covid tal vez gracias al divino Covfefe.

Rodríguez pensaba en todo esto en la madrugada del miércoles pasado siguiendo por tv eso de las elecciones presidenciales en nación polarizada. Y Rodríguez comenzó a preguntarse por qué un canal español le daba tanta importancia y cobertura casi o más elaborada que a comicios locales. Todos esos tertulianos trascendentes al frente de gráficos informatizados, todo ese inercial reflejo automático perpetuando una idea imperial que ya es más Titanic que titánica. Lo siguiente que se preguntó era por qué cuernos había escogido trasnochar viendo eso teniendo pendientes episodios de la muy divertida The Queen's Gambit, con su maravillosa ajedrecista escogida y disfuncional). De acuerdo, Trump y Biden eran, también, divertidos. Y proponían duelo arquetípico: trabajador y honesto all american "bueno" como recién salido de película de Frank Capra (¡Tom Hanks 2028!) versus magnate "malo" creyéndose Dios absoluto de su propia fe y --de manera muy perversa-- probablemente el presidente más "cumplidor" de sus promesas/programa en toda la historia de Estados Unidos.

Y (nunca sucediendo en cuento de leyendas y cada vez más en recuento de votos) volvió a pasar lo de siempre de un tiempo a esta parte: las encuestas --a diferencia de los antiguos oráculos-- fallaron estrepitosamente. Ni mega-derrota ni ultra-victoria en comicios más plebiscitarios que otra cosa. Y la teoría de Rodríguez --a partir del boom-crack mental de las redes sociales, todos repartiendo corazoncitos y caquitas-- es que ya se responde/opina una cosa sabiendo que puede contestar/elegir otra un minuto después. Así, las encuestas tienen una validez de un día como mucho.

En cualquier caso, una vez más, la incertidumbre y demora y réplicas y sismos. Y hubo que esperar. Y Trump trumpeteando su show conspiranoide de victimario victimista mientras crecen los rumores de que su múltiples acreedores ya estaban haciendo cola para reclamar lo debido en caso de derrota. Y más que cabe preguntarse a cuánto classified y top-secret habrá tenido acceso y si estará dispuesto a ventilarlos a los cuatro vientos y al más tempestuoso mejor postor y --Rodríguez en días muy Cóndor, teniendo en cuenta todos los enemiguitos que hizo Trump en la jerarquía de servicios secretos-- ¿marche "accidente"? Y Biden --con ese aire dominguero de salir a recoger el periódico en bata y pantuflas y buena suerte-- como producto ideal para el establishment más reaccionario: moderado y tradicional demócrata, simpático para el resto del mundo, pero atado de pies por "superconservadora" Corte Suprema y Congreso en reversa y (hasta ahora) Senado en manos de republicanos quienes respirarán aliviados por haberse quitado de encima a un predicador loco (in)capaz de todo. Y, ah, especialistas especializando explicando a posteriori lo que jamás imaginaron a priori. La situación atípica que comienza a ser la misma historia de siempre y, piensa Rodríguez, poca cosa más inquietante que lo imprevisible sea previsible.

Así --volviendo a Campbell-- Odiseo diciéndole a Penélope que parte rumbo a Troya y que no va a demorar demasiado; y Penélope respondiendo: "Sí, claro, lo que tú digas, querido".

TRES Enseguida, Rodríguez volvía a desconcentrarse en lo que lo tenía tan desconcentrado desde hace ya meses. Nuevas travesuras financieras del exiliado Juan Carlos I. El Ministerio de Sanidad español volviendo a "modificar su método estadístico" para "reajuste contable" y añadiendo 1326 muertes que se habían traspapelado en mayo y que, uh, no contaron en todos los homenajes a víctimas del virus que se vienen haciendo desde el verano. Los héroes y heroínas de Unidas Podemos --alguna vez castos y ahora casta-- enredándose en sus gestas y gestos más revolucionados que revolucionarios. El --condición de todo "héroe"-- resiliente Sánchez apareciendo y desapareciendo como por arte de magia y estrategia. El PP y Vox como Jano.

Y nuevos recortes para su carpeta covid-19 --alias Virus de los Mil Síntomas-- reclamando sacrificios indiscriminadamente con lógica incomprensible de dioses invisibles. Carpeta ya mucho más robusta que las otras donde Rodríguez acumula noticias vaticanas (Carlo Acuti, ese inminente "santo millenial" e "influencer de Dios") o novedades astrales (en las que no deja de des/encontrarse agua en la Luna y en Venus y en Marte y, próximamente, en la Tierra). Carpeta virulenta donde "Varios científicos piden que añaden vitamina D a los alimentos para ayudar a combatir al Covid-19" apenas horas después muta a "Ensayo clínico determina que ni ingerir vitamina D como suplemento ni tomar el sol son eficaces frente al coronavirus".

Por las dudas, el cada vez más débil Rodríguez se tragó una pastilla de D de Democracia (mientras otros ya mastican fortalecedora V de Vendetta) y fue hasta su biblioteca y abrió a Joseph Campbell. Y leyó: "El mito es mucho más importante y auténtico que la Historia... La Historia no es otra cosa que periodismo, y ya sabes cuán confiable es eso... "Ah", pensó Rodríguez mientras, en la tele, Trump bramaba jupiterinamente un "Fake News!" y, sí, van a ser un par de meses mítica y orientalmente muy interesantes hasta que lo desahucien de su Olimpo. Y siguió leyendo: "Todos los dioses, todos los cielos, todos los infiernos, están en ti... Eres el héroe de tu propio mito... Si estás cayendo, arrójate".

Por las dudas --caído pero sin arrojo-- Rodríguez no salió a su balcón.