“Trocar la tristeza por algo más luminoso”. Eso se propuso la actriz y cantante Virginia Innocenti al momento de armar el espectáculo En la luna, canciones de amor, un recorrido por clásicos del cancionero popular que ella precisó dejar pasar por su voz. “Quería cantarle al amor, por una cuestión de necesidad. El repertorio fue elegido como un refugio, en un momento en el que necesito nutrirme de espacios amorosos. Le puse En la luna por esta sensación que uno tiene cuando está enamorado, evadido de la realidad aunque sea por un rato. Hay canciones que hablan de desencuentros amorosos, pero también de amores correspondidos. Siempre hay un posible nuevo encuentro y de todo encuentro realmente amoroso uno sale enriquecido, por más que tenga un final o sea una etapa cumplida”, se explaya Innocenti, quien se encuentra en un momento especial. El presente la encuentra con ganas de profundizar en su faceta de cantante, de intérprete musical, y dejar descansar por un rato a la actriz y directora teatral. “Este año quiero dedicarme a la música y permanecer el tiempo que me sea concebido por el universo y el público”, resalta, y recuerda que su vínculo más fuerte con la música arrancó a los 16 años. El concierto en cuestión, En la luna…, se estrenó en enero y podrá disfrutarse todos los sábados de abril a las 21 en El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960.
“Hay una temática que vertebra, un título convocante que es la tanza que une las cuentitas del collar, pero no hay dramaturgia”, aclara Innocenti. Se trata de un concierto en un formato clásico con voz y guitarra. El dueño de las cuerdas es Sergio Zabala. “Con Sergio Zabala trabajamos los arreglos musicales y me acompaña con la guitarra y en algunas canciones con su voz. Lo que encara lo hace desde un lugar de mucho compromiso y tenemos empatía estética. A los dos nos interesa transitar esto como un camino de crecimiento espiritual”, cuenta. En estos 17 años en el que se encuentra explorando en el terreno musical, el repertorio estuvo acompañada por el pianista Diego Vila. Y, aunque no hay dramaturgia, el arte de interpretar sigue presente. “Es muy muy importante el clima de la canción. Empiezo a cantar desde lo que la canción dice, le doy muchísima importancia al texto y lo que esa historia que voy a cantar me genera. Trato de cantar desde ese lugar, desde ese estado de ánimo, desde esa pequeña película o pintura que quiero transmitir al que está escuchando”. Una gran referente para ella es la cantora entrerriana Liliana Herrero. “Trato de seguir su camino. Me refiero a la forma en la que ella encara los materiales”.
Esa película de la que habla ella es un repertorio que recorre a autores de peso y clásicos de la música latinoamericana y un poco más allá también. Una versión a capela de “Zamba de mi esperanza”, “Te perdono” del cubano Noel Nicola, “Ni el clavel ni la rosa” de Leonardo Favio, “Soy todo lo que recuerdo” de Gabo Ferro y una larga lista. “Me gusta el desafío de trabajar con temas muy conocidos, clásicos de distintos géneros. Hay temas pop, folklóricos, algunos tangos, hay boleros, baladas. Hay canciones de Silvio Rodríguez, Chavela Vargas, Simón Díaz, Joan Manuel Serrat, Carlos Gardel, Gloria Trevi, Joni Mitchell. Ahora voy a estrenar una traducción que hicimos con Sergio de un tema que interpretaba Elis Regina, que se llama ‘Como nossos país’, que significa como nuestros padres. Hacemos una versión tanguera de ‘Camas vacías’ de Joaquín Sabina y también de Leonardo Favio, que siempre me acompaña. Es un maestro, un padre artístico, me siento muy hija de Favio. Él incentivo mucho mi creatividad y me hizo sentir muy libre”, dice quien fuera actriz de Gatica, el Mono (1993). “Trato de ser lo más fiel posible a los caminos que me marca mi corazón y estar muy atenta a lo que me pide el alma. Y este año quería tener a la gente cerquita, necesitaba que esa cuarta pared que suele haber en el teatro no existiera y que la comunicación fuera de corazón a corazón”, dice.
–¿Con qué tiene que ver esa necesidad de “tener a la gente cerquita”?
–Tiene que ver con un momento en el que siento que se apagó la luz. La oscuridad siempre da temor y ni hablar la violencia. Siento que sea han abierto nuevamente las compuertas de la naturalización de la violencia y eso me provoca mucha tristeza. Y la gente si no tiene dinero para cubrir las necesidades básicas, ¿qué resto le puede quedar para procurarse el alimento del alma y conectarse con los espacios de recreación? Hay que resistir. La voz en el ser humano es la expresión del alma y el sonido es lo primero. Siempre le aconsejo a la gente que cante, aunque sea debajo de la ducha. La voz es vibración, como todo lo que existe. Para cantar es necesario tener mucha conciencia de la respiración. Un goce de la emisión. Son herramientas que los seres humanos tenemos naturalmente y muchas veces nos olvidamos que tenemos. Porque cantando, sonando, se puede generar mucho bienestar. No es necesario cantar canciones, uno puede emitir sonidos y disfrutar como un pájaro.
–¿Escucha mucha música?
–Soy una persona bastante silenciosa, no soy de escuchar mucha música, salvo cuando me decido realmente a escuchar. No me gusta tener música de fondo, me hace mal el ruido y me gusta estar atenta al universo sonoro de cada espacio que habito. Adoro los sonidos de la naturaleza y me gusta mucho el silencio, que en realidad no existe en su estado puro, porque siempre hay algo sonando. Los sonidos de la naturaleza me alimentan y el ruido mundano me acongoja un poco. Y las versiones las trabajo partiendo desde el silencio. O, mejor dicho, creando en el devenir espacios de vacío, porque es ahí en donde la persona que está escuchando llega a completar eso que está recibiendo. Uno puede darle tiempo a que eso que está recibiendo decante, como una conexión más profunda. Me gusta la economía de recursos.
–¿Cómo reparte el tiempo entre la directora, la actriz y la cantante?
–Hace tres años que me estoy dedicando también a la dirección actoral. El año pasado estrené una versión que hice de La barca sin pescador, en la que incluí temas de Gabo Ferro, del disco El veneno de los milagros (2014). La dirigí para el Teatro Nacional Cervantes. En los últimos años estuve mixturando todas las facetas, porque en 2010 estrené el musical que escribí sobre la vida y obra de Tita Merello (Dijeron de mí, con dirección musical de Diego Vila y dirección general de Luciano Suardi), en el cual las canciones estaban elegidas como texto dramático, pero cantaba 16 canciones. Después escribí En la sangre, sueños de agua y desembarco, con repertorio argentino e italiano, que lo estrené en el Parque de la Memoria, un espectáculo especialmente concebido para difundir el espacio. En esas obras estaban fusionadas todas mis facetas. El año pasado, estuve protagonizando Doña Rosita, la soltera, en una versión musical para el Teatro San Martín, pero como permanece cerrado la estrenamos en el Teatro Regio. Empecé a los 16 años cantando, haciendo un espectáculo con poemas y algunos fragmentos de obras y canciones que había armado. Eso fue algo amateur, pero nunca me aparté de ese camino, porque es lo que me gusta, lo que realmente me convoca y cada vez más. Por eso este año decidí hacer estos conciertos.