“Ya se perdió mucho tiempo y es necesario tener un sistema por el cual, las personas puedan elegir mejor sus alimentos”, define Fernando Zingman, especialista en salud de UNICEF, ante la propuesta de que esta semana comenzaría a tratarse en la Cámara de Diputados, luego de su aprobación por amplia mayoría en el Senado. El proyecto que tendría su primera reunión informativa el viernes 13, prevé regular la información en etiquetas de alimentos y bebidas no alcohólicas, que pueden ser nocivos para la salud. Busca advertir a los consumidores cuando un producto contiene excesos de sal, azúcar o grasas, con un “sello negro” fácilmente identificable. También promueve la instrucción para una alimentación saludable en entornos educativos, y restringe la publicidad de productos que tengan el sello de advertencia.
“La obesidad crece en forma sostenida en Argentina, necesitamos detenerla y una forma es con estas políticas regulatorias que significarían un hito en la región, porque abordan el tema en forma integral”, asegura Sebastián Laspiur, referente de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Los especialistas coinciden, las llamadas “enfermedades silenciosas” estan asociadas a estos excesos, a la mala alimentacion: muerte por afecciones cardiovasculares, hipertensión, diabetes, cánceres. “Incluso covid, que produce mayor mortalidad asociado al sobrepeso”, agrega Zingman.
El proyecto intenta instalar tendencias saludables ante un escenario crítico, el que potencia la industria de productos “ultraprocesados”, que promueve publicidades o etiquetados muchas veces engañosos. Por caso, cuando habla de “jugo de naranja” para un producto que solo contiene saborizantes, colorantes y conservantes. En ese caso debe consignar y advertir: “No recomendable para niñas, niños y adolescentes”.
El espíritu de la ley es amplio. Y aunque promueve la salud, no parece una tarea sencilla “sacar esta ley, lo antes posible”, como piden desde las agencias internacionales a las organizaciones civiles. La industria se resiste al sello negro. Argumentan pérdida de mercados y amenazan con perdidas de empleo. Sin embargo, “la experiencia indica que la industria se adapta y puede utilizar esto para reconvertirse”, señala Laspiur. Tal como ocurrió en Chile, Ecuador, Uruguay, Perú y México, donde ya funciona. “Brasil está avanzando, y el octógono negro es lo que se muestra más eficaz, testeo tras testeo” agrega el médico. "Tampoco se perdieron empleos con la Ley de tabaco", remarca.
“Las empresas siguen vendiendo, pueden publicitar si no tienen etiqueta, y el tema pasa a ser una responsabilidad de marca, reconvierten su formulación”, sostiene el referente de la OPS. Porque a veces poner un sello “habla de la seriedad de una marca que cumple en informar correctametne sobre lo que contiene el producto”, anticipa.
Así planteado, el proyecto se convierte en una declaración de principios a favor de la salud. En un país donde la mitad de los menores de 17 años, presenta cuadros de obesidad, no es algo menor. Cada producto debe ofrecer en forma clara la información. El consumidor debe saber si los niveles de sal, azúcar o grasas que contiene son nocivos, explican a Página/12 los especialistas sobre estos “nutrientes críticos" presentes en alimentos y de bebidas no alcohólicas.
“Argentina lidera el ranking regional en sobrepeso y obesidad en menores de 5 años, y en adultos alcanzamos el 75% de exceso de peso”, describe el especialista de UNICEF. El organismo se involucra en el debate, porque “hace al derecho a la vida y la salud” de las infancias. Un 13% de los chicos que ingresa al colegio padece obesidad, pero cuando egresan son más del 40%, detallan los estudios relevados. Las distintas encuestas demuestran progresión: “La curva viene en aumento, no se detiene, y está dada por el consumo de bebidas azucaradas y de productos ultraprocesados”, define Zingman.
No se apunta “al azúcar del café con leche”, ni a los alimentos frescos. El problema son los productos denominados “ultraprocesados” que esconden altos niveles de azúcar, sal o grasas. “Unas 140.000 personas mueren por año por mala alimentación y obesidad”, señala Laspiur. “Y si uno quiere empezar a resolver la mala nutrición tiene que empezar con reglas claras”, plantea Zingman.
La compra de alimentos
Es muy breve el lapso de tiempo en el que se define una compra: 6 segundos. Allí se debe disponer de información clara y veraz, instantánea. Eso intenta instalar la ley. Advertir al consumidor si el producto contiene nutrientes que excede niveles saludables que, según el proyecto, son los de la OPS. “El octógono negro ayuda a decidir si algo no es tan bueno, es una cuestión de derechos –puntualiza Zingman-- porque cuida que los chicos y chicas no padezcan enfermedades que antes no tenían”.
Las etiquetas, actualmente cuando están dirigidas a infantes y adolescentes, confunden con sobreinformación. Colores, letras, dibujos, “valores nutricionales complementarios” como: mayor porcentaje de hierro o de calcio. Pero nada que alerte sobre los excesos en grasas, sal o azúcares, responsables de mantener en alto la curva de enfermedades asociadas. Los expertos adjudican el problema a la falta de regulación del Estado sobre las empresas productoras. Allí, el nudo del conflicto.
Mientras la salud es puesta en primer plano por legisladores y especialistas, junto a organizaciones civiles, la industria reniega y amenaza con cerrar sus plantas.
La industria de la alimentación
El proyecto tiene estándares altos, coinciden los especialistas. “Y hay mucho mito alrededor de esto, en cuanto a lo que sucede con la industria” señala Zingman. “Pero ningún país que aplicó estas normas tuvo pérdidas de empleo, la industria tiene capacidad de adaptarse para ofrecer mejor calidad de productos en beneficio de todos. Ni siquiera con el tema del tabaco se perdió empleo, eso es una guía”, recuerda Laspiur.
La regulación específica para la industria, diferencias entre procesados y envasados, y lo que informan sobre sus componentes. “No va dirigida a todos los alimentos, no va a los frescos ni a los ingredientes culinarios, sino a los procesados y ultraprocesados asociados al incremento de afecciones como diabetes o hipertensión”, explica el responsable de la OPS. Es el alto consumo de azúcares, grasas o sal, lo que afecta a la salud. “Y esta ley viene a mostrar el porcentaje de estos componentes que se oculta en los procesados, lo visibiliza, porque la gente tiene derecho a informarse” plantea.
En el cruce entre la industria de ultraprocesados y un Estado que se ocupa de los derechos de las personas, se tensa el futuro de esta ley. Su promulgación puede facilitar un mejor estándar de salud de la población, a mediano y largo plazo. El proyecto que aprobó el Senado es integral, confirma Zingman: “Incluye una regulación sobre publicidad y en las escuelas, eso es buenísimo porque es una forma de intervenir en los entornos obesogénicos, y la escuela es uno de ellos”. Y espera que Diputados “tome la posta, y defina a favor de la salud”. Se refiere a sostener el proyecto tal cual salió del Senado “que toma el perfil de nutrientes de la OMS, el más certero y menos influenciado por intereses comerciales”.
El proyecto
El proyecto que salió del Senado con 64 votos a favor y 3 en contra –2 de Tucumán y 1 de La Rioja--, está a las puertas de una reunión informativa en Diputados. Sería el viernes con las comisiones de Legislación general, Salud, y Derecho del consumidor. Se especula con que fuera girado también a la comisión de Mercosur, lo cual podría demorar su tratamiento, y según dicen en los pasillos de la Cámara: “no caería muy bien”. De todos modos, está previsto trabajar en esa reunión “primero con el Ejecutivo y luego con los sectores, a favor y en contra” de su promulgación. Aunque no se sabe cuántos expositores habrá, se prevén dos reuniones para evaluar y proyectar el dictamen que, de no mediar cambios, puede ir al recinto este año.
Los cambios podrían demorar la regulación que Argentina ya tiene demorada, en relación a otros países del continente: México, Chile, Uruguay, Ecuador, Perú, la tienen. Aquí, las maniobras empresarias para frenarla son insistentes y en la discusión parlamentaria la hace evidente. Tanto por lo que sucedió en Senadores –donde las representantes de las llamadas provincias azucareras votaron en contra-- como por lo que vendrá, en Diputados, donde puede ser aprobada antes de fin de año.
“Los tucumanos están votando en contra, hay mucha presión de las empresas para frenarlo”, se escuchó en el Senado durante las tres horas que duró el tratamiento. A pesar de las presiones, se logró un proyecto apoyado por oficialistas como opositores. Salvo tres legisladoras: las tucumanas Silvia Elías de Pérez, del radicalismo, y Beatriz Mirkin, del Frente de Todos, y la riojana Carla Vega, del interbloque Parlamentario Federal. En las “provincias azucareras”, hace foco la resistencia de una industria “que no quiere un desarrollo integral”, acusan desde el sector salud. “Piensan solo en el negocio” sostienen quienes conocen de cerca a las azucareras. En Tucumán “siempre vivieron del Estado y cuando les decís que tienen que cambiar algo, no aceptan, es insólito”.
La mayor resistencia está dada por estas empresas. Según el proyecto, si un producto tiene el sello negro, no puede ser publicitado. Y esa es la mayor contrariedad. Pero los especialistas insisten: “Esto no significa pérdida de puestos de trabajo, porque la industria de bebidas azucaradas viene creciendo en todo el mundo y lo que se intenta es solo que la curva de obesidad se aplane, y que la gente pueda elegir productos saludables”, detalla Sebastián Laspina de la OPS.
“Uno tiene el derecho a comprar un producto con exceso de azúcar, es una elección, pero no puede ejercerla si el azúcar se oculta –indica--, lo que hace esta ley es establecer límites para que lleven la etiqueta, sino, significa que ese producto es viable”. De sostenerse el proyecto, “con estos principios”, sería un ejemplo en la región. Y procurando que no se debilite la norma “cambiando los límites del perfil de nutrientes”, que es otra de las opciones que se manejan para demorar el tratamiento ya que, si hay cambios, debe volver al Senado, y se demoraría otro período.