Me parece un divertido ejercicio literario conocer los apellidos de los jugadores que participan en la Liga Profesional contando algo de lo que hice en tantos meses de cuarentena:

Me la pasé Miranda películas por la Tevez, fueron más de Caranta films: desde alguna de Vigo Mortensen hasta “La Vella y la Bestia”. Bíttolo lo que se pueda ver. Incluso una de Palito Ortega y otra de Canuto Cañete.

Después leí por Quintana vez el libro de García Márquez que me habían recomendado en un Thaller literario, la obra “Esperando a Godoy”, un libro de Ortega y Garcés, otro de chistes de Gallegos y hasta uno de recetas de Chichita de Erquiaga.

También escuché algún Vecchio disco de la Negro Sosa, otro de Víctor Heredia, de los Carabajal cantando “Erbes, charango y bombo”, de los Ávalos cantando Luna Tucumana, Facundo Cabral, Silvio Rodríguez, el Tanco que hablaba del “Café La Humedad, Villagra y reunión” y, debo admitirlo, volví a escuchar un tema de Perales y otro de Raffaella Carrascal.

Un Díaz, cuando fui al Mercado conocí a una Mena que me iluminó el Almada. Gabrielli su nombre. Al principio me pareció bastante Sosa, Pérez luego me impactó con sus Botinelli Rojas y los Bustos que Colman su escote. Ayala vi, comprando una crema Ponzio, parecía una Morelo, una Venus pero no de Milo y me dije, esta nunca me va a dar Bologna, no sabía si me daba el Cuero. Pero al final sí, Lollo gré. Le recé a Sand Antonio y a Sandoval. Me Armani de paciencia, me disfracé de Valente y la invité Álvarez que estaba en la esquina. Primero fuimos a la Barraza del bar a tomar un Bianchi Blanco y una Tablada quesos. Luego le pedí que Vega conmigo a casa. Allí nos pusimos a Komar unas Pizzini con vino de Meza. Entonces no le prometí un Palacio, ni una Ferrari ni la vida color de Rossi pero fui bastante Franco y Gentiletti. Le dije que estaba dispuesto a Luchetti por su amor. Le reconocí que tenía mal Aliendro, que no era muy Pittón pero tampoco un Pillud, que no era Delgado pero tampoco un Urzi. Que tenía el Dátolo que ella también estaba Solari como yo, que quería que fuera mi Compagnucci, mi Soñora de acuerdo a las Leyes y le pregunté-ahí me puse más Guasone- si no se quería Acosta conmigo. 

Entonces me contó que ella no era ningún Gattoni, que era de una familia de Martínez con serios basamentos Morales, que no salía con cualquier Chicco, y que por eso no quería terminar en la Camacho conmigo. Asís fue que le dije que no era necesario ir a la cama, que con hacerlo en la alfombra era suficiente. Al toque, me dijo: “Si te Garro te Comas a besos”. Y fue entonces, con la Lux apagada, que me puse el Casco y hubo Aguerre.

Claro, ahora que retomó el fútbol hubo un Girotti de 90 grados en nuestra relación. Ella me preguntó: ¿El fútbol o yo?. Y cortamos por Lozano. Ella Sabella que los Domínguez el fútbol no se Mancilla.

Coronel Coronado, este cuento, según el Cristaldo con que se mire, mal o bien, ha terminado.