Las empresas del sector del libro podrían perder el beneficio del salario complementario del Programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP) desde noviembre, al dejar de ser consideradas un sector “crítico”. “El daño va a ser tremendo”, coinciden editores, imprenteros y libreros afectados por esta medida. “El sector sigue necesitando esta ayuda porque la pandemia está haciendo estragos en la economía. Sin el ATP, el 60 por ciento de los asociados no va a poder hacer frente a los salarios”, advirtió el presidente de la Cámara Argentina del Libro (CAL), Martín Gremmelspacher, durante una conferencia de prensa que se realizó a través de Zoom, en la que participaron representantes de la Fundación el Libro (FEL), la Cámara Argentina de Publicaciones (CAP), la Federación de Librerías, Papelerías y Afines (FALPA), la Federación Argentina de la Industria Gráfica (FAIGA), la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) y el sector Libros de la Cámara Española de Comercio (SECRA).
Desde que trascendió que el Estado dejaría de pagar el ATP a editoriales, imprentas y librerías, la industria del libro está preocupada y movilizada. Después de considerar algunos datos de recuperación económica, en comparación con los primeros meses de la pandemia, el gobierno recomendó realizar algunas modificaciones para el ATP 7 al establecer una distinción entre actividades críticas y no críticas. Las empresas del libro, que pasarían a ser consideradas “no críticas”, en caso de que presenten datos negativos de facturación serían beneficiadas con préstamos subsidiados, pero ya no con el salario complementario.
“El sector del libro atraviesa una de las peores crisis de su historia –planteó en un comunicado la CAL-. A la importante baja de la producción gráfica (más del 70% en los últimos cuatro años) y la fuerte caída en las ventas en el mercado interno (alrededor de un 50% acumulado), la situación provocada por el COVID-19 ha sido devastadora, con caídas en la facturación cercanas al 90% durante los meses de marzo, abril y mayo de 2020. En el marco del ASPO, las editoriales, librerías e imprentas no han podido trabajar con normalidad, dentro de lo que se debe incluir el haber perdido la posibilidad de participación y venta tanto en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires como en todas las ferias provinciales y municipales”.
El mes trágico fue abril de 2020, confirmó Gremmelspacher, cuando el sector sólo facturó el 5 por ciento de lo que habitualmente facturaba durante ese mes en comparación con otros años. En octubre el 80 por ciento de los asociados a la CAL no llegó al nivel de facturación de 2019; un nivel que se vio afectado desde diciembre de 2015 por la pandemia económica del macrismo. Rodolfo Reyna, presidente de la CAP (entidad que nuclea a los grandes grupos editoriales como Planeta y Penguin Random House), reconoció que la situación del sector “viene de arrastre de años anteriores”. “La pandemia ha causado tremendos estragos en nuestra capacidad económica y financiera; muchas familias dependen del libro. Más allá de la industria, el libro es un factor de cultura y educación. Hay que mantener el ATP hasta que la situación mejore”, dijo el titular de la CAP.
El panorama es desolador para las librerías que están ubicadas en lugares estratégicos como Corrientes, Santa Fe y Avenida de Mayo, con una caída en las ventas que oscila entre el 50 al 80 por ciento. “Las librerías venimos con una crisis que lleva cuatro a cinco años; la pandemia nos agarra muy debilitados, tenemos costos de alquileres altísimos. Algunos sacamos créditos para poder soportar el bache, pero ese bache se hizo muy largo y no podemos ni cancelar esos créditos ni hacer frente a los sueldos”, explicó José Roza, presidente de FALPA y dueño de Librería de las Luces, y anunció el cierre de varias librerías, entre las que mencionó Jekyll y una sucursal de Edipo. “Ya llegando a la orilla, nos sacan el salvavidas. Necesitamos la ayuda del Estado para completar el pago de los sueldos”, resumió Roza la sensación de hundimiento inminente que genera entre los libreros la falta del oxígeno que significa el ATP.
En las seis rondas anteriores, el salario complementario del programa ATP fue una herramienta fundamental para el mantenimiento del empleo en el sector del libro. Según una encuesta realizada por la CAL, entidad que reúne a las pequeñas editoriales del sector, el 80 por ciento de los entrevistados accedió a este beneficio, y más de un 50 por ciento considera que, sin el salario complementario, no podría afrontar las obligaciones salariales el próximo mes; el resto respondió que lo haría con mucha dificultad. ¿Qué cantidad de trabajadores se verían afectados por la quita del ATP? Gremmelspacher calculó unos diez mil. A un promedio de 20.000 pesos por cada trabajador, la cifra ascendería a unos doscientos millones de pesos por mes que el Estado dejaría de pagar en concepto de ATP. Juan Carlos Sacco, titular de la Federación Argentina de la Industria Gráfica, subrayó que desde marzo se perdieron unos seis mil puestos de trabajo en los talleres gráficos.
Alejandro Vaccaro, presidente de la Sociedad Argentina de Escritores, coincidió que la situación es muy crítica. “Si cierra una fábrica de zapatos, tenemos un problema económico. En nuestro caso, se suma el daño cultural que hacemos al país; millones de libros que no llegan a las manos de los estudiantes. El daño es doble: económico y cultural; el daño es más profundo porque afecta culturalmente al futuro del país. La restitución de esta ayuda es un respirador que nos da oxígeno para seguir subsistiendo”. María Teresa Carbano, presidenta de la Fundación El Libro, fue contundente: “Si se pierde el ATP, el sueldo complementario que ayuda a las librerías y editoriales a mantener su personal, habrá más cierres y menos ventas”.
Ecequiel Leder Kremer, dueño de la librería Hernández, donde trabajan 22 personas, precisó que las ventas cayeron un 60 por ciento mientras que el costo de logística por las ventas online (comisiones por venta y por cobro) aumentó un 100 por ciento. “El ATP, que se acredita de manera directa en la cuenta de los trabajadores, permitió que las empresas tuvieran que abonar el cincuenta por ciento de los sueldos. En una empresa con dieciocho o veinte empleados estamos hablando, más o menos, de 500 o 600 mil pesos por mes”, señaló Leder Kremer a Página/12. “La conferencia de hoy tuvo un objetivo: decirle al gobierno que las pymes editoras y libreras argentinas sin el ATP tienen una fecha de defunción próxima. Esperamos del gobierno, que entendemos que está en una muy difícil situación, pueda rever esta decisión de quitarnos el ATP en lo que constituye una condena a corto plazo. Muy pocos van a sobrevivir y hablamos de la desaparición de empresas que tienen una larga trayectoria en el mercado cultural del libro argentino”.