Noviembre será un mes muy intenso para el fútbol sudamericano. Esta semana y la próxima se dedicarán a la tercera y la cuarta fecha de las Eliminatorias Sudamericanas y entre el martes 24 y el miércoles 25 se jugarán los partidos de ida de los octavos de final de la Copa Libertadores y la Copa Sudamericana, cuyas versiones de vuelta sucederán el martes 1 y el miércoles 2 de diciembre. Pero no es esta la novedad más saliente.
Lo que debe resaltarse es que terminará de hacer su aparición en escena, la gran estrella del fútbol continental. Que no es Lionel Messi, Neymar, Luis Suárez ni cualquiera de los cracks de los equipos que participan de las Copas. El VAR, que ya despertó polémicas en las dos primeras jornadas de las Eliminatorias, también comenzará a aplicarse en la Libertadores y en la Sudamericana. A partir de lo cual, los ejes de interés de los partidos estarán en las canchas. Pero también en las cámaras y sobre todo, en el manejo que los árbitros harán de la tecnología. Dentro y fuera de los campos de juego.
Quien esto escribe está a favor de que haya una instancia superior que permita reparar injusticias o proteja a los árbitros de la comisión de errores involuntarios. Pero el VAR fue creado para corregir lo obvio y lo evidente y no para buscar faltas e imperfecciones apenas perceptibles o directamente extravagantes. Desde que se lo empezó a aplicar en 2017, el VAR ha estado más para esto que para aquello. Y esa manipulación arbitraria y caprichosa es lo que termina desvirtuando los partidos y poniendo en duda las verdaderas intenciones a partir de las cuales se revisan las acciones controversiales.
Sin ir demasiado lejos, resultó un abuso de la tecnología que se le haya anulado un gol a Venezuela en su reciente partido ante Paraguay por una mano que el árbitro colombiano José Rojas no había visto en la cancha y que las autoridades de VAR detectaron luego de aplicar un zoom del 250 por ciento sobre la imagen en el cabezazo del zaguero venezolano Yangel Herrera. Y otros dos a Uruguay frente a Ecuador en Quito por una posición adelantada en un caso y una mano en otra que las imágenes nunca dejaron en claro y que en principio, habían validado Wilmer Roldán, otro árbitro colombiano. En ambos casos, el proceso de revisión y repetición de las jugadas se extendió en exceso y le quitó continuidad y dinamismo al juego y al espectáculo televisivo sin haberle aportado certeza y transparencia a las decisiones.
Nada indica que en las dos jornadas venideras de las Eliminatorias y en los cruces mano a mano de las Copas se modifique esta pasión por la minucia. Con lo cual, las quejas y las protestas estarán a la orden. El manejo que los árbitros hagan de la tecnología del VAR será una de las llaves que abrirá o cerrará la resolución de muchos partidos. En un fútbol suspicaz y quisquilloso como lo es el de Sudamérica, no es una buena noticia que suceda algo así.