La crisis desatada a partir de la devaluación de 2018 impactó en la cobertura médica de las familias. En el primer semestre de ese año, el 30,2 por ciento de las personas sólo accedía al sistema público. El número subió al 31,5 por ciento en 2019 y trepó al 33,4 por ciento en el primer semestre de este año. Se trata de 9,53 millones de personas que viven en ciudades, según el último dato publicado por el Indec sobre las condiciones de vida de los hogares en los 31 aglomerados urbanos.
Esto se debe a tres grandes factores, según la investigadora Eva Sacco, economista del Centro de Economía Política (Cepa): “Los cambios en el sistema de salud tienen que ver con el aumento del desempleo y del empleo no registrado, con la caída en los salarios reales y en el aumento de las prepagas por encima de los ingresos”.
En niños de hasta 17 años, la cobertura médica a través del sistema público asciende al 43 por ciento, mientras que en los adultos mayores a 65 años, desciende al 2,9 por ciento, debido a la cobertura casi universal que tienen las jubilaciones y el Pami.
Por el contrario, cayó la cantidad de personas con obra social, prepaga, mutual o servicio de emergencia. En el primer semestre de 2018 era el 69,5 por ciento de las personas que viven en las ciudades, en el mismo período de 2019 cayó al 68,4 por ciento y este año descendió al 66,6 por ciento.
Lo ocurrido en el mercado de trabajo tuvo un fuerte impacto en los cambios en la cobertura médica, según el economista Martín Kalos, director de Epyca Consultores. “La destrucción de puestos de trabajo formales, informales y de cuentapropistas, en conjunto con una pérdida de poder adquisitivo, puede llevar a que una persona y toda su familia se quede sin prepaga y sólo pueda acceder al sector público”, explicó. “Las familias se ven obligadas a priorizar, y cortan gastos como los médicos”, agregó.
En los últimos dos años, el desempleo pasó del 9,6 por ciento (segundo trimestre 2018) al 10,6 por ciento en el mismo período de 2019 y 13,1 por ciento este año. Además, durante la pandemia hubo un fuerte incremento de la cantidad de personas inactivas, que no tienen trabajo, pero tampoco lo buscan. Este tipo de factores no se reflejan instantáneamente en el día a día de un hospital público.
“Todavía no llegamos a ver la magnitud de gente que se quedó sin trabajo. Eso no se refleja rápidamente, recién a los 6 meses lo empezamos a ver, porque por ahí la gente ya había ido al médico y tenía sus controles hechos y posteriormente se quedó sin empleo”, explicó a este diario Karen Galera, médica cardióloga desde hace 15 años en el Hospital Posadas. Además, por la pandemia tampoco se registra un aluvión de pacientes, no sólo por el temor a asistir, sino por los protocolos vigentes.
“Hay gente que te cuenta que tenía obra social y se quedó sin trabajo y por eso viene, pero también hay otra que tiene obra social y prefiere atenderse en el hospital porque no son buenas, esto pasa desde hace años”, agregó la doctora.
Según los analistas consultados, el aumento de las prepagas por sobre la variación de los salarios puede haber sido uno de los factores que impulsó la caída de los afiliados. En 2019 subieron 61 por ciento, tras 8 aumentos en el año, por encima de la inflación récord del 54,3 por ciento. En tanto, este año el Gobierno aprobó un único aumento del 10 por ciento a partir de diciembre, tras dar marcha atrás con el anuncio del 25 por ciento.
Así, desde diciembre, una familia de dos adultos y dos hijos menores necesitará desde 6.600 pesos para acceder a un plan familiar de la prepaga más económica, 12 mil pesos para una cobertura de un segmento medio, y desde 17 mil pesos para una prepaga premium, como puede ser Osde, pero en su plan más bajo (210 por ejemplo). Así se desprende de un informe realizado por el sitio especializado MiObraSocial.