“Es un asunto queer, Sargento, muy queer”, dice el profesor Robertson a un policía en una calle neblinosa de Londres, cuando aparece muerta otra víctima de un asesino serial nocturno que apuñala mujeres para extirparles algunas glándulas. Esta escena de Dr. Jekyll & Sister Hyde (1971), podría definir a toda la película, porque no hay tantas películas tan queer en la historia del cine. Producida por la Hammer, productora especialista en cine de terror y fantástico, la película mete el escalpelo en el texto clásico de Robert Louis Stevenson para diseccionarlo, meterlo en una probeta y hacerle echar humo en un experimento extraño que lo vuelve una pócima de exquisita de perversión. El resultado es una fábula de científico-loca, donde la transformación en el monstruo es un cambio de género. El Doctor Jekyll trata de encontrar la fórmula de la eternidad en las hormonas femeninas y experimenta su propia mutación. Pero en el contexto de una película de terror, la primera mutación es un desvío genérico doble que lleva el relato a bordear la comedia, con un cierto humor camp. La escena inicial de transformación, cuando el cuerpo masculino de Jekyll cambia de forma es de una alegría inusual: descubrir sus tetas tiene algo orgasmo jocoso, de carnaval de la carne.
Una película de 1971 que celebra así el cuerpo trans tenía que ser inglesa y prefigurar mucho del glam rock que estaba naciendo en aquellos tiempos. Hay un glam gore muy trans, película de sangre mutante y erótica que se refleja en esos vestidos rojos, como fetiches, con los que el científico y la mujer-monstruo se pasea como pin-up para buscar víctimas nocturnas. La sangre fluye a borbotones y el género también es fluido. Porque las transformaciones se suceden en la película con sofisticados artilugios cinematográficos, juegos de espejos rotos, vidrios de colores, reflejos y deformaciones, un calidoscopio que llega a hacer del cuerpo un magma, casi literalmente de masilla moldeable e inflamable, donde se mezclan y arden los géneros. Es el mismo volumen de androginia fantástica que los músicos Marc Bolan y David Bowie continuaron por otros medios.
Terror polimorfo
Si siempre fue muy lujuriosa la estética sangrienta de la productora de cine de terror Hammer, en esta película esa lujuria alcanza algunos niveles inusuales pero sobre todo adquiere un nivel polimorfo. Con pequeñas esculturas de figuras desnudas como duendes sexualizados que adornan las escenografías, en el diseño de todo el arte de la película tanto como en vestuarios y peinados de mujeres y varones hay mucho de fetichismo, como una ilustración de las parafilias aberrantes descritas por el psiquiatra alemán Richard Von Krafft Ebing, contemporáneo de Stevenson en la segunda mitad del siglo XIX. No se trata solamente de la celebración mutante del cuerpo trans y de fetichismos, también hay un juego con la orientación sexual que circula con un nivel libertino. Pero también hay un extraño humor gay en alguna escena de insinuación entre hombres, incluso creando un tipo de camp absurdista con un gesto amanerado vestido con un delicado guante. Pero en su corazón, la película recupera la potencia de las películas de vampiras lesbianas, que la Hammer ya venía produciendo años antes de esta película. La hermana Hyde desea a varones pero también se mueve en las sombras de la noche asesinando mujeres en escenas sangrientas donde el colmillo es reemplazado por el puñal; ella no existe para la luz del día, su figura y su elegancia es plenamente vampírica. Hay un mismo erotismo dark en la caza nocturna de mujeres que en el lesbianismo vamp de clásicos del cine de terror, nada más que tal vez acá es un poco más macabro, lo que le adosa un poco de monstruosidad. Lo gay, lésbico, bisexual y trans parece titilar hasta volverse queer en todo el relato y el personaje Robertson, que quiere anular la experimentación genérica y sexual del Dr. Jekyll tratando de imponerle el deseo heterosexual es asesinado con un puñal por la Hyde encorsetada con volados. Y esa puñalada rompe también la película, mezclando todos los crímenes en un montaje donde se amalgama todos los tiempos, se mezcla la sangre, los cuerpos mutilados, aleph alucinado como rompecabezas detonado. La mostra destruyendo la normalización hasta hacerla estallar: no debe haber mayor apología de la perversión en una película de terror.
La película se podrá ver online este viernes 13 de noviembre a las 24 en la sala Asterisco más info en festivalasterisco.com.ar