España le va a requerir a los visitantes provenientes de "países de riesgo" con alta incidencia del coronavirus, una prueba PCR negativa de menos de 72 horas a partir del 23 de noviembre, según anunció el Ministerio de Sanidad.
Todo pasajero procedente de uno de esos países tendrá que garantizar que "dispone de una PCR negativa realizada en las 72 horas previas a la llegada a España", y las autoridades podrán solicitarle "la acreditación del resultado de la prueba" en cualquier momento.
Las agencias de viaje, los operadores turísticos y las compañías de transporte aéreo o marítimo y cualquier otro agente que comercialice billetes, deberán informar a los pasajeros de este nuevo requerimiento. Hasta ahora, los viajeros internacionales debían rellenar un cuestionario de salud antes de entrar a España y someterse a un control de temperatura.
En el caso de los países europeos y de la zona Schengen se seguirá el mapa de riesgo que elabora el Centro Europeo para el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés).
Según el último informe de este organismo, están en máximo riesgo todos los países europeos, excepto Noruega, Finlandia y Grecia, que serían a priori los únicos exentos de presentar la prueba.
Para determinar los "países de riesgo" dentro de Europa se seguirán los criterios aprobados por la Unión Europea, que toman en cuenta la incidencia acumulada del virus en catorce días, la tasa de positividad de los test y la cantidad de pruebas realizadas por 100.000 habitantes. Para países terceros, la decisión se basará en la incidencia acumulada en catorce días. Esta disposición responde a una recomendación europea que busca uniformar las medidas tomadas por los diferentes países de la UE, indicó el ministerio.
España es uno de los países europeos más afectados de la pandemia, rozando los 40.000 fallecidos y los 1,4 millones de contagios.
En momentos en que la segunda ola de la pandemia golpea a Europa, otros países tomaron el mismo camino. Grecia solicita una PCR negativa para poder ingresar en su territorio, Italia la exige a los visitantes de ciertos países, mientras que Francia realiza test rápidos en aeropuertos a pasajeros llegados de países no europeos.