Los efectos negativos en la economía mundial causados por la crisis de la covid-19 son múltiples y profundos. Sin embargo, la característica del virus que obligó a disminuir la circulación permitió agilizar circuitos en pos de saldar algunas deudas pendientes, como es la inclusión financiera. El Banco Central de la República Argentina (BCRA), que realiza un seguimiento continuo del uso de los servicios financieros, detectó que en el segundo trimestre del 2020 se abrieron 4,8 millones de nuevas cuentas de depósito en pesos, aumentando en un 10 por ciento el total de cajas de ahorro en el país (de 47,5 a 52,3 millones) en apenas tres meses.
El aumento estuvo repartido entre bancos públicos (46 por ciento) y privados (47 por ciento) y, en menor medida, en las compañías financieras (7 por ciento). El informe atribuye este crecimiento a la posibilidad de apertura remota y la obligación de las entidades financieras a ofrecer la Cuenta Gratuita Universal que permitieron particularmente facilitar el pago de los programas de Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y el de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP). Más de la mitad, el 53 por ciento, de los 8,9 millones de personas que cobraron la primera liquidación del IFE lo hizo a través de una cuenta bancaria abierta para ese fin.
La pandemia y la consecuente medida de aislamiento obligatorio potenciaron también el uso de los medios de pago
electrónicos y los canales electrónicos. Las transferencias electrónicas acumularon de
marzo a agosto incrementos del 61 y 93 por ciento, en montos reales y cantidades por adulto,
respectivamente. En ese mismo periodo, los pagos con tarjetas de débito en comercio
electrónico también se destacaron, con montos reales que se triplicaron y cantidades que se
duplicaron, medidos por adulto.
La cantidad de puntos de acceso (PDA) bancarios, como cajeros automáticos, agencias complementarias de servicios financieros, sucursales físicas y móviles y terminales de autoservicio muestra un importante salto. Argentina pasó de 8,9 PDA cada 10.000 adultos en
diciembre de 2019 a 12,6 en septiembre de 2020. Los cajeros automáticos contribuyen al indicador con 5,2 cada 10.000 adultos.
Sin embargo, la autoridad monetaria aclaró que el uso de dichas cuentas continúa siendo bajo, especialmente entre la población más vulnerable y con menores capacidades tecnológicas, aunque se encuentran en un sendero de crecimiento lento pero continuo. “Posiblemente, el acercamiento de las personas a los canales y medios de pago electrónicos a raíz de la situación de aislamiento provoque cambios en diferentes grados en los hábitos de uso de las cuentas, dependiendo de las habilidades financieras y del acceso a la tecnología e Internet de las personas usuarias, entre otros factores”, sentenció el informe.