El premio Rosa de Cobre, un reconocimiento honorario para aquellos creadores que han dejado un intenso legado a través de sus obras, regresó después de haber estado condenado a cuatro años de ostracismo. El cineasta y escritor Jorge Coscia recibió esta distinción porque “representa al artista y al militante político que ha imbricado su vida en esa delicada coherencia, donde el creador y el funcionario no contradicen sus discursos”. Al aire libre, en la explanada de la Biblioteca Nacional (BN), el autor de las novelas Juan y Eva, El bombardeo y La caja negra, entre otros libros que incluyen los géneros del ensayo y la poesía, estuvo acompañado por el ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer; y el director de Coordinación Cultural de la BN, Guillermo David. “Uno es parte de una gran batalla cultural, de grandes encuentros y grandes diferencias que se abren y se cierran. Quiero que tengan más amor que odio; en este momento el odio es la clientela de los malos”, dijo Coscia en la primera actividad cultural presencial de la Biblioteca.

El premiado, ex director del INCAA y ex secretario de Cultura de la Nación, observó al público, que cumplía con la distancia física necesaria de dos metros, y confesó su extrañeza por el clima “tan surrealista” que ha ocasionado la pandemia. “Es un hecho sorprendente para mí, no me lo esperaba, y me siento muy halagado porque los que pensamos desde una perspectiva nacional y popular, peronista –que tampoco nos define porque Julio Bárbaro dice que es peronista-, hemos vivido una suerte de doble marginalidad; una rara marginalidad que han sufrido muchos de los escritores de un campo de interés muy ligado al lugar donde vivimos. Uno no forma parte de una elite de virtuosos que solamente escriben. No es fácil hacerse conocer cuando uno no corresponde a la corrección. La corrección es ser equilibrado, no ponerse cierta camiseta demasiado”, explicó el galardonado con la Rosa de Cobre, reconocimiento creado en 2013 por el entonces director de la Biblioteca Nacional, Horacio González; un premio que recibieron los poetas Juan Gelman, Juana Bignozzi, Hugo Padeletti, Alberto Szpunberg y Tamara Kamenszain, entre otros.

“La escritura para mí es una pasión enorme”, reconoció el autor de los ensayos Del estallido a la esperanza: reflexiones sobre cine, cultura y peronismo, La esperanza sitiada y La encrucijada del Bicentenario. “Los ensayos tienen un enorme poder poético y la poesía tiene un enorme poder de fuerza, de sana prepotencia; el verso es fuerte”, ponderó el cineasta y buscó reflexionar sobre los vínculos entre la ficción y los materiales tomados de la realidad. “Cuando en mi novela Juan y Eva se cuenta el modo en que Eva fue expulsada de un taxi, el 15 de octubre del 45 y golpeada por unos estudiantes, eso no es la imaginación de un escritor, eso pasó. Escribir ficción es como la tarea de un investigador privado que toma los puntos sueltos y luego los une y traza el camino de una narración”, comparó Coscia.

Tristán Bauer recordó que lo conoció en tiempos de la dictadura cívico-militar, en el Centro de Experimentación y Realización Cinematográfica (CERC). “Con tu condición de artista y militante, te transformaste en un ejemplo para nosotros”, admitió el ministro de Cultura y repasó algunos de los logros de Coscia, como la creación de una sala de cine en la Antártida, Espacio INCAA Latitud 90, que se inauguró en 2005, fue clausurada en 2018 y se reinauguró recientemente; y la lucha por la Ley de Cine “que tanto impulsó Pino Solanas y los compañeros de la DAC”. El premio a Coscia “es un acto de justicia”, subrayó Bauer. “El mundo está viviendo un momento muy complejo; pero de la mano de la vacuna sanadora tenemos un nuevo horizonte para construir un mundo más solidario. La cultura en estos tiempos de reconstrucción tiene un rol central”, afirmó el ministro de Cultura y le entregó la Rosa de Cobre, “una de las utopías de Arlt”, precisó el premiado, director de Canción desesperada, Cipayos (la tercera invasión) y Mirta, de Liniers a Estambul, entre otros films, que reveló que conserva un libro de Arlt dedicado a su tío. “Espero que los que no leyeron mis libros los lean porque la pelea esencial es esa: mi interés es que la gente se entere de que los libros están; que este acto sirva para promover y transformar la obra literaria en una fuerza”, concluyó Coscia.