Son nuevas pieles para viejas peleas. Dos minutos de un riff contagioso pero desconado, luego una voz que asoma y repite en portugués “Me hiciste sonar extraño” y todo que de pronto toma forma para dar lugar al pop sorprendente de Mente, el fantástico nuevo disco de Thiago Nassif, guitarrista, productor y compositor que a partir de sus discos Práxis (2011) y Três (2018) viene asomando como una de las voces más personales en el radar de la nueva Música Popular Brasileña, un paulista con gusto por la experimentación que para este disco decidió invocar el espíritu de resistencia de la Tropicalia abrazando su lado más pop. Pop a su manera, claro, y para esto se propuso contar con una pequeña ayuda de sus amigos: Moreno Veloso y Kassin lo invitaron a grabar a sus estudios. Arto Lindsay –cuyo último disco, Cuidado Madame, fue producido por Thiago– invirtió roles y se hizo cargo de la producción. El cantautor Vinicius Cantuária se sumó en baterías, Pedro Sá y su hermano Jonás aportaron guitarras y sintes y a ellos se agregó una selección de jóvenes artistas plásticos, poetas, compositoras y cantantes de la escena actual de Río entre quienes se encuentran Fernanda Zerbini, Ana Frango Elétrico, Gabriela Riley o Bella, cantautora y artista visual que crea sus propios instrumentos. Todo finalmente resultó en una brillante arquitectura sonora de herramientas intervenidas y guitarras podridas que a su vez se plantó de manera provocativa en plena era Bolsonaro: Mente también significa en portugués “Miente”. Él miente. Y entre alusiones a fake news, esfinges trans que se erigen como divinidades y ritmos con influencias del funk carioca nacido en las favelas, el músico paulista se dio el gusto de condensar su gusto por la belleza y el caos en su disco más confrontativo y a la vez más accesible a la fecha.
Nacido en 1980, Nassif se formó originalmente como guitarrista de jazz. Tras regresar de un viaje a los Estados Unidos, donde estudió ingeniería de sonido, sus ideas sobre nuevas formas encontraron eco en la escena under de músicos y artistas plásticos de Río de Janeiro, algo que a su vez le permitió pensar en una respuesta al gobierno actual que aspirara a la fuerza popular que consiguió el Tropicalismo frente a la dictadura de finales de los sesenta. “A partir del golpe del 2017 el desmonte cultural que hubo en Brasil fue impresionante”, cuenta en videocharla desde su hogar en Río. “Después llegó este tipo que se impuso a través de fake news y recursos similares basados en la mentira, apelando a esas fuerzas evangélicas que son populares pero a la vez resultan una herramienta de dominación con una idiosincrasia muy violenta. Y la cultura sufrió mucho, cerraron lugares, se recortó la partida de dinero para el apoyo a la música, el teatro, las artes plásticas. Hay una cinemateca nacional que se está cayendo a pedazos. También hay un desprecio muy grande por la conservación de la historia y las lenguas nativas indígenas del país. Son años en los que todo fue para atrás de manera muy fuerte”.
En ese contexto cobra especial fuerza la búsqueda sonora de Thiago, cuyas canciones fluyen entre melodías diáfanas y sonidos caóticos: “Me fascina el ruido, doy toda la importancia a eso. En todo lo bello siempre hay algo complejo que no se distingue a primera vista, y la irrupción del ruido en ese contexto le da otra profundidad al sonido, lo hace más atractivo. Y también me gusta trabajar con texturas analógicas, grabo mucho en cintas y otros medios no convencionales. No uso micrófonos carísimos, me gusta mucho el sonido que tienen los micrófonos baratos. La voz en ‘Soar Extranho’ la grabé con el celular”, ríe. Otras influencias musicales en Mente van desde la bossa a Prince, Bowie y esa escuela espástica del noise rock que tiene a Arto como representante de una dinastía en la que brillaron guitarristas como Robert Quine o Nels Cline. Pero eso no es todo: “¡Charly García es otra gran influencia!”, suelta con entusiasmo. “Soy muy fanático de sus producciones de comienzos de los ochenta, Pubis Angelical, Clics Modernos, adoro esa época suya. Y la persona que mezcló este disco es otro argentino, Martín Scian, que trabajó con Juana Molina, otra artista que me encanta. Mi manera de construir canciones, con capas de loops que se enciman entre arreglos con diferentes texturas, es muy parecida a la suya, y al igual que me pasa con Charly su música tuvo una gran influencia en lo que hago”.
Lo que hizo en Mente merece la escucha. “Pele de Leopardo” suena como un robot bailando un funk cibernético en una casa abandonada mientras se escucha a Thiago cantar: “Te queda bien tu saco/ pero no sé de quién es/ ¿Es caro?”. “Voz Única Foto Sem Calcinha” remite a una bossa hipnótica postapocalíptica hasta que la voz de Ana Frango Elétrico aparece con dulzura contundente: “El cuerpo es instrumento/ voz única foto sin bombacha/ en una caminata/ superando una política/ un acontecimiento”. El disco cierra con “Santa”, una composición de melodías fracturadas basadas en el funk carioca y el afoxé (ritmo afrobrasileño originado en Pernambuco) y desarrollada a partir de guitarras, congas, moogs, ruidos varios con fragmentos de epifanías cristalinas y una letra creada junto a la poeta Fernanda Zerbini en un cadáver exquisito: “María de todas las cosas/ Trans/ Divino Dionísio/ Totalidad/ Androginia Hindú/ El día en que la esfinge ascendió”. “Acá en Brasil hay una cultura muy fuerte arraigada en la diáspora africana”, señala Thiago, “y la idea en ‘Santa’ fue trabajar con esas divinidades de religiones donde no hay un elemento masculino o femenino bien definido. Brasil fue atacado por un gobierno con una forma de pensar totalmente volcada al patriarcado, y la idea en ese contexto fue representar algo que asuma nuevas formas sociales a partir de nuevas maneras de expresión”. Un espíritu de creación en comunión que se manifiesta de manera muy clara al final de la canción “Rijo Jorrá Rá”, donde entre sintes espaciales y ruidos de cintas creados por Bella se escucha a Thiago remarcar cada palabra mientras canta sin estridencias: “Mira/ como/ somos/ mais”.