“El mérito es una realidad humana fundamental y no hay que pensar que el mérito significa egoísmo o creerse superior a los demás” y, por lo tanto, “no debe por qué entenderse de esa manera” dijo el obispo emérito (jubilado) de La Plata, Héctor Aguer, quien aprovechó para criticar a Alberto Fernández señalando que el Presidente “habló en contra del mérito tal vez creyendo que es una cosa neoliberal y que, en el fondo, implica desconocer la igualdad y llegó a decir esto -una especie de rémora marxista-, que los ricos tienen más posibilidades que los pobres, que los ricos siempre encuentran un lugar pero en cambio los pobres no tienen oportunidades”.
Según Aguer “el Presidente está muy equivocado” porque, según su opinión, Alberto Fernández en lugar de preferir “al hombre meritorio que con su trabajo digno consigue progresar él y su familia, prefiere a los clientes”. Y prosiguió diciendo que “el Gobierno de hoy tiene un montón de clientes que dependen de las dádivas del Estado”. Esto ocurre, según continuó diciendo, “porque no se creó trabajo genuino, y como a consecuencia de esta pandemia cerraron negocios, empresas, sobre todo pequeñas empresas, quedó muchísima gente desocupada” y “pareciera que tenemos que estar siempre sujetos a las dádivas del Gobierno”.
Subrayó además que “el movimiento al que el Presidente pertenece, siempre pensó hacer clientes para que después los voten” y que “a lo mejor no los votan pero la intención es esa seguramente”.
El obispo ya retirado que se ha caracterizado por sus posiciones ultraconservadoras habló en el programa “Claves para un mundo mejor” que se emite por el canal 9 de Buenos Aires.
Aguer afirmó que “en realidad no importa solamente el dinero, la posición social, la familia en que se ha nacido sino que importa mucho sí la educación que uno recibió en su casa” porque es en la familia y en la escuela donde “se moldea la personalidad de un niño”. Argumentó también que “hoy la familia casi no existe y existen huérfanos de padres vivos” y que “la escuela a veces es una calamidad donde ni siquiera se aprende a leer y escribir correctamente y mucho menos se puede esperar recibir una formación”, para agregar que si además “la cultura arrasa con todo lo meritorio entonces caemos en una gran confusión”.
Para el obispo jubilado, “existe una igualdad entre todos los hombres, una igualdad que es una igualdad desigual porque cada uno es cada uno y con su conducta va labrando una senda, mostrando un camino y, en todo caso, merece el reconocimiento en el orden de la vida civil”. Subrayó además que "una sociedad tiene que basarse en el trabajo genuino y en el mérito”, para lo cual “hace falta una familia, una escuela que eduque verdaderamente y hacen falta todos esos elementos que tienden a humanizar a las personas y a hacer más humana la sociedad”. Porque, terminó diciendo, “el mérito es una realidad humana y cristiana que no se puede soslayar”.