Entre la maraña de la actualidad apareció el fantasma remendado del yéneral Videla, más la negociación siempre farragosa con el FMI, sumado al anuncio (por muchos descartado) sobre la discusión parlamentaria del aporte de las grandes fortunas, y las críticas por el fin del IFE y la ATP, más el supuesto final de la política de precios cuidados, con el gobierno favorecido y elevado por la apoteótica gesta boliviana. El gran recipiente mundial de semejante ensalada es la epidemia que ha reventado las economías, la inminente llegada de las vacunas y una elección grotesca en la principal potencia planetaria en la que el presidente perdedor no quiere reconocer al opositor que le ganó.
La Mesa de Enlace de los generales retirados duró menos de 24 horas. La advertencia del ministro de Defensa Agustín Rossi les pegó en la línea de flotación cuando anunció que la conspiración no sería financiada con dinero del Estado. Por lo menos seis de los organismos que aparecían referenciados en las notas de Clarín y La Nación se corrieron rápidamente. Todas reciben importantes aportes del erario público.
En los artículos periodísticos de presentación del organismo quedaba manifiesta la vieja herencia del militarismo que reclama ser reconocido como poder fáctico. “Nosotros queremos representar ante la sociedad el pensamiento de los cuadros de las Fuerzas de Defensa y de Seguridad”.
El que representa a las fuerzas militares ante la sociedad es el Presidente. Y los que representan a esas fuerzas ante el Presidente son los jefes en actividad. Es una representación profesional, no política. Lo que quedó en evidencia fue la intención de reemplazar esa cúpula profesional por una representación política que ellos se autoarrogan.
El intento abortado se montó sobre la inercia del conflicto de la policía bonaerense. Los voceros oficiosos en estas situaciones fueron efectivos separados de la fuerza, algunos con graves acusaciones. Pero en la mayoría de los casos eran militantes macristas. Lo mismo sucede con los altos oficiales retirados de la Mesa: son referentes del menemismo o el macrismo.
Supuestos defensores de la soberanía han sido parte de gobiernos que consolidaron la dependencia económica con el FMI. Como parte de la herencia militar de la dictadura, fueron educados como brazo militar de las grandes corporaciones que en otras épocas los sumaban a sus directorios.
Pese a que ya pasaron a retiro las promociones que se formaron en la dictadura y que las nuevas realidades se mezclaron en el pensamiento militar, la vertiente autoritaria y corporativa sigue latente y es convocada por estos discursos reaccionarios.
La reunión de los militares retirados se produjo la misma semana cuando comenzaba la negociación con el FMI.
Al mismo tiempo se cambió del aislamiento preventivo al distanciamiento sanitario. Se terminó la cuarentena y se abrieron permisos para la industria y el comercio con protocolos preventivos.
En ese contexto, se anunció que se suspendía el IFE y las ATP. El primero asistía a más de ocho millones de trabajadores independientes que no podían trabajar por la cuarentena. Los segundos completaban los salarios de casi tres millones de trabajadores de empresas cuya actividad quedaba muy restringida.
La supresión del IFE, sobre todo, creó mucha preocupación en los movimientos sociales. El argumento del gobierno tiene lógica: fue una hereramienta que se creó para atenuar el efecto de una cuarentena estricta y pierde sentido cuando se levanta esa medida sanitaria.
En la realidad, al declararse la cuarentena, el trabajador perdió su actividad en forma inmediata, sea vendedor ambulante, pintor o plomero. Pero cuando se levanta la cuarentena no la retoma tan rápido, sino que empieza un lento proceso de recuperación.
El programa de ATP para completar el salario será reemplazado por el Repro II, para empresas que muestren un saldo negativo con relación al año anterior. Son situaciones delicadas porque no se pueden administrar por decreto, esas realidades no cambian de un día para el otro aunque tiendan a mejorar con la superación de la pandemia.
La pandemia relativiza todas las cifras de la macroeconomía. La experiencia del fuerte rebrote del virus en Europa indicaría que las aperturas que se han decidido tendrían aquí el mismo efecto si no llegara la vacuna. Los números macro del Presupuesto estiman un déficit del 4,5, una inflación anual del 29 por ciento y un crecimiento del 5 por ciento del PBI.
Si hubiera un rebrote, esos números serían imposibles y las dificultades mucho peores que en la primera etapa de la pandemia. Esto se repite en todo el mundo, que espera ansiosamente la llegada del remedio. Las disquisiciones esotéricas sobre la epidemia y las vacunas parecen un mecanismo de evasión de esta realidad amenazante. La otra es la salida a lo Bolsonaro: “tenemos que dejar de actuar como una sociedad de maricas y aceptar que todos nos vamos a morir en algún momento”.
Y si llega la vacuna, también es difícil medir el tiempo de recuperación. La caída del PBI por la pandemia fue de 9 puntos, o sea que la recuperación de 5 puntos sitúa a la actividad económica a fines del 2021, a la mitad de la que había antes de la pandemia.
En eso tiene razón la oposición al decir que el presupuesto es demasiado impreciso y ambiguo. Porque cualquier número que diga en el marco de la pandemia sólo puede ser tomado como indicador o referencia.
La enfermedad mundial introduce un factor muy grande de imprevistos. Eso quiere decir también que el efecto de cada peso que el gobierno ponga de un lado o saque del otro tendrá una certeza muy acotada, porque también la disposición de fondos lo es. La salida de la pandemia es una problemática de medición permanente hasta que la economía genere su propia inercia de crecimiento.
Pero de la misma manera la pandemia condiciona el debate de estos temas. No se trata de reclamar, eliminar o decretar medidas definitivas, sino de regular de manera fina un proceso que se va a desarrollar en forma progresiva. Es obvio que la negociación con el FMI se tiene que sostener en ese argumento. El Fondo no puede exigir la suspensión de estas ayudas en plena pandemia.
Pero el gobierno tendrá que decidir el retiro progresivo de estas ayudas de emergencia sólo en la medida que la pandemia retroceda. Es una situación de equilibrio muy delicado. Porque la economía se recuperará en gran medida con el aumento de la demanda que implica más trabajo y más salario y sin las limitaciones sanitarias de emergencia.
Si estas decisiones se sacan del contexto complejo en el que se están produciendo, se puede llegar a conclusiones equivocadas. No se trata de cerrar el debate sobre temas necesarios, sino de ponerlo en el contexto en que se producen.
A muchos sorprendió el anuncio sobre el aporte extraordinario de las grandes fortunas porque ya daban por descontado que había sido negociado con el FMI o con la AEA. Explicaciones que no provenían de ninguno de los principales impulsores del proyecto, Carlos Heller, Máximo Kirchner y Hugo Yasky, sino de lógicas más alejadas del proceso real.
Precios regulados nunca fue precios congelados. Se descongelan, pero la regulación se mantiene, aunque es cierto que congelados o regulados, los precios aumentaron introduciendo otro factor de incertidumbre.
En este océano de problemas, el gobierno encontró un oasis con el triunfo del MAS en Bolivia. Y quedó comprobado que actuar en defensa de los principios, aunque en algún momento parezca una quijotada, tiene su recompensa.