Mientras el avance del coronavirus en Suecia se vuelve cada vez más palpable, Anders Tegnell, el diseñador de la política laxa del país escandinavo frente a la pandemia, admitió que están experimentando una nueva propagación significativa en todas las regiones. "La situación es más grave de lo que creíamos", reconoció el epidemiólogo jefe de la Agencia de Salud Pública (FOHM).
Tegnell había pronosticado previamente que el número de contagios en la primavera sueca iba a ser "bastante bajo" por la política de anticonfinamiento que llevó adelante el país. Pero no fue así.
El número de pacientes ingresados se duplicó, una de cada tres camas en cuidados intensivos corresponden a enfermos con el virus y este viernes se batió el récord de contagiados en un día (5.990), en tanto que se registraron 42 muertes en las últimas 24 horas, la cifra más alta desde principios de junio.
"En otoño habrá una segunda ola. Suecia tendrá un alto nivel de inmunidad y el número de casos probablemente será bastante bajo ", le había dicho Tegnell al Financial Times en mayo, cuando la situación estaba controlada y el país registraba contagios a niveles inferiores a los de sus vecinos.
Sin embargo, Suecia registró en los últimos 14 días 485,3 casos por cada 100.000 habitantes. Si bien se ubica en el número 20 de 31 países en Europa y aún lejos de los más castigados, representan casi el doble que Dinamarca y tres veces más que Noruega, cuando el mes pasado presentaba mejores números que ambos, según datos del Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades (ECDC).
"No creo que la definición sea tan importante, pero vemos que la comunidad se extiende en muchas regiones simultáneamente en este momento", dijo ahora Tegnell en una conferencia de prensa, al reconocer los errores cometidos.
"La capacidad a nivel nacional es buena aún", resaltaba esta semana la responsable de emergencias de la Dirección de Asuntos Sociales, Johanna Sandwall, señalando que todavía se mantiene un 30 % de plazas libres en cuidados intensivos y que el punto de partida en cuanto a recursos es mucho mejor que en primavera.
En la misma línea insistió Tegnell, destacando que la situación en los hospitales está "bajo control" y que Suecia se encuentra en una fase distinta en la curva que la mayor parte de Europa, donde la explosión de casos ya se produjo a finales de verano y ahora empieza a experimentar un freno.
El virus avanza sin piedad en Suecia
En 17 de las veintiuna regiones suecas las autoridades recomiendan ya reducir al mínimo los contactos fuera del círculo familiar, trabajar desde casa y evitar establecimientos comerciales, y una decena, entre ellas Estocolmo, constaron contagios en asilos y comunicaron que su capacidad para hacer test está al límite.
El primer ministro sueco, el socialdemócrata Stefan Löfven, alertó días atrás que se vienen "tiempos oscuros" y que los indicadores apuntan "en la dirección equivocada", a la vez que anunciaba la prohibición de venta de alcohol a partir de las 22 horas y el adelanto del cierre de esos establecimientos a las 22.30.
Aunque se trata de una medida similar a la que adoptaron muchos países, choca en el contexto de Suecia, cuya estrategia se basó desde el comienzo en apelar a la responsabilidad individual, con muchas recomendaciones y pocas prohibiciones, como las visitas a asilos o las restricciones de público en eventos, ambas modificadas a principios de otoño.
A pesar del rebrote, no se usan barbijos ni se decreta un aislamiento
Las autoridades reiteraron no obstante que la estrategia, fijada por la FOHM, se mantiene firme y que no se contemplaron restricciones más duras en la vida pública como sí tomaron Dinamarca o Noruega, con menos contagios que Suecia.
Si ambos países aplicaron en primavera un aislamiento estricto de la vida pública, incluyendo escuelas y hoteles, Suecia mantuvo siempre abiertas escuelas, guarderías, bares, restaurantes y comercios, aunque con algunas restricciones, y no cerró en ningún momento sus fronteras a países del espacio Schengen ni fijado cuarentenas.
A diferencia de sus vecinos, que desde septiembre abandonaron sus reticencias iniciales y aconsejaron o volvieron obligatorio el uso de barbijos en algunas situaciones, Suecia no ha variado su posición, más allá del uso obligado por parte del personal en hospitales o en asilos, reiterando que lo fundamental es la higiene y mantener la distancia.
"Creer que las mascarillas van a ser la salvación es peligroso", sostenía esta semana en una entrevista con Dagens Nyheter, principal diario sueco, Tegnell, señalando que dan una falsa sensación de seguridad y que en los países con las reglas más estrictas no se ha evitado una extensa propagación del virus.
Rastreo e inmunidad de rebaño
Las deficiencias en el sistema de rastreo de contactos fue otro de los puntos más discutidos de la estrategia, que volvió a estar en el centro de la polémica, aunque los sondeos apuntan a que sigue contando con el respaldo de la mayoría de la población.
La elevada mortalidad y la diferencia con respecto al resto de nórdicos provocaron ya a principios de verano duras críticas de la oposición al Gobierno y de algunos expertos, sobre todo de fuera de Suecia, acusando a las autoridades sanitarias de buscar la inmunidad de rebaño, algo que siempre han negado.
Las sospechas resurgieron esta semana con el adelanto de un libro en el que se revela un intercambio de correos electrónicos entre Tegnell y otro experto en el que insinuaba la apuesta por la inmunidad grupal.
"Las decisiones se toman en un proceso en el que se hace un análisis conjunto, no las toman funcionarios en conversaciones por correo o en reuniones con gente externa", se defendió el director de la FOHM, Johan Carlson