Quien haya estado ayer en la capital de los Estados Unidos tuvo derecho a sentir que había caído en un capítulo de la vieja serie La Dimensión Desconocida. Desde un escenario en la Plaza Libertad y otro justo enfrente de la Corte Suprema, se explicó que este sábado 14 de noviembre era “el día de la segunda revolución norteamericana”, que el pueblo estaba declarando su independencia “de la ONU, del comunismo chino y de la CNN” y que “el agente chino Joe Biden y su familia de diablos pedófilos” jamás va a ser aceptado como presidente. Terminada la campaña electoral, la derecha más dura hizo un festival trumpista y no disimuló más lo que piensa.
El evento fue caótico pero no masivo como se esperaba en convocatorias de “un millón por Trump”. Los varios pero no muchos miles de militantes incluían a todas las sectas de la derecha, de los Proud Boys a milicianos de uniformes, algo desinflados porque no podían ir armados en una ciudad donde sólo mostrar un arma es un delito grave en sí. Los neonazis como Andrew Anglin, notorio organizador de un acto en Charlottesville que terminó con muertos en 2017, se ocuparon de convocar. El mismo Donald Trump se ocupó de difundir la movida el viernes a la noche con un tweet y a la mañana temprano, rumbo a su campo de golf, saludó desde el auto al los más madrugadores.
Desde la Casa Blanca se twiteó a lo largo del día que ya había un millón de personas en las calles, tal vez confundidos por la marea de banderas: cada manifestante parecía llevar una, en proporción inversa a las casi inexistentes mascarillas. Las banderas incluían clásicos milicianos y neonazis como la nacional en blanco y negro, como las que usan las fuerzas especiales en la manga, y la amarilla con la víbora amenazante. Para mostrar diversidad, hasta hubo una del arcoiris, portada por un pequeñísimo grupo con remeras negras y las letras LGTBQ.
Los caóticos mensajes de los oradores, todos militantes “de base” que se presentaban como organizadores de grupos trumpistas en medio país, fueron sin embargo exhibiendo un hilo que parece ser el mensaje de la derecha dura si Trump entrega el gobierno. El primero es que estos cuatro años fueron “un despertar”, que Trump es el líder de ese despertar “porque fue enviado por Dios”, que ahora “la izquierda china” y “los globalistas pedófilos” toma el poder por “su conspiración malévola” y que hay que “trabajar por la segunda revolución”. Y si alguien “nos ofrece violencia, nos vamos a defender como es nuestro derecho”.
Según parece, Trump tiene un mandato divino porque “nos dio una plataforma para despertarnos y eso es un mensaje de Dios. No fue sólo aquí, fue en todo el mundo”. Otro orador coincidió en el fenómeno global de “la revolución populista” y mencionó como ejemplos a Rusia, Brasil y, curiosamente, Japón. Esta revolución es tan peligrosa “para los poderes ocultos” que “le robaron la elección” al líder.
¿Quién es el ladrón? Los demócratas, que son “inmorales, mentirosos, pedófilos, criptocomunistas, tratan de minar nuestra democracia y llenar la cortes suprema de jueces propios”. El objetivo es que los norteamericanos tengan ahora que vivir en “una república bananera” manipulada por “los medios corporativos comunistas” como Fox News, silbada largamente por “traidores” y obligados a cosas repulsivas como darse “la vacuna de Bill Gates” contra el coronavirus. En estos ambientes, se sabe que la vacuna es una excusa para que Gates le inyecte a todo el mundo un nanochip que nos controle.
Pero no va a ser tan fácil a estos conspiradores malévolos tomar y retener el poder, porque “despertaron al gigante dormido” y los manifestantes eran colectivamente “la punta de lanza” de la nueva revolución. Los conspiradores hicieron fraude y tuvieron éxitos como convertir “a nuestras escuelas en el ministerio de adoctrinamiento, a Hollywood y los medios en el ministerio de propaganda”. Pero en este siglo “se sacaron la careta y mostraron lo que siempre fueron: socialistas”. Y Joe Biden es apenas “la fachada de un poder maligno”.
El combate contra este mal no va a ser fácil, porque además de la vacuna controladora, las escuelas y los medios, “los patriotas” van a ser puestos “en una lista negra de ciudadanos que apoyaron a Trump, una lista de la que nunca te sacan y que va a ser un estigma”. El poder de los conspiradores “socialistas” es tal que hasta dieron vuelta el resultado ¡en California!, seguramente el estado más demócrata del país, pero que según un señor que tronaba por un altavoz había votado republicano.
En resumen, “nos quieren de rodillas”, sufriendo “una cuarentena nazi”, gobernados por alguien que “nunca va a ser nuestro presidente”. Pero, confiaron los manifestantes, a Biden le va a ir mal, porque “Dios nunca va a bendecir un país que sigue matando a los más desvalidos, que son los niños no nacidos”.