No te banco, VAR. No te quiero ni un poquito. Te hicieron creer que llegaste al fútbol para evitar injusticia, para que no se repitan históricos errores de árbitros que le dieron la victoria a quienes no habían ganado en buena ley o se la negaron a los que la merecerían.
Te engañaron, VAR, a vos y a los que siguen creyendo en vos, en la supuesta transparencia que traía tu aplicación. Si ya sé, me vas a venir de nuevo con la mano de Maradona en el Azteca, con el gol fantasma de Inglaterra en el 66… Me vas a decir que Roma se le tiró a los pies a Delem en el 62, que fue foul en la jugada previa del gol que le dio el título a Vélez contra Huracán, que la mano de Gallo, la de Claudio García, la de Henry…y podemos seguir enumerando un rato.
Pero ¿sabés que? Los errores arbitrales en la mayoría de los casos son producto del juego mismo, de la velocidad del juego. Y con vos no se arregló nada. Ahora con vos se siguen dando los errores arbitrales, se suman los errores de los los árbitros que te manejan a vos y todo a velocidad de carreta. Mucha tecnología, veinte cámaras pero pueden pasar dos, tres minutos hasta que se decida si el que recibió el pase estaba dos milímetros adelantado. Alguien lo definió muy bien, vos sos un congelador de emociones. El relator Walter Saavedra, uno de los que no te quiere nada, tiene razones de peso: “Uno no sabe si tiene que gritar el gol, si tiene que esperar que te autoricen a gritarlo o si lo tiene que gritar a destiempo. Es un espanto”.
Creeme que no te hablo en nombre de los argentinos despechados por el gol que le anulaste a Messi. Creeme que entiendo las cuestiones de protocolo reglamentario que dicen que si un equipo recupera la pelota con una falta no importa el tiempo que pase hasta que consiga el gol, pero ese gol nacido de un falta no debe ser convalidado. Está bien lo del protocolo, pero está mal el espíritu. Porque como dijo alguien por ahí “vos no podés anular un gol en el 2010 por una falta que cometió Monti en el Mundial de 1930”.
Dejá de joder, VAR. Hacete valer. Rebelate. Decí que no estás para pelotudeces. Que vos entenderías tu razón de ser si te hacen actuar solamente en casos de jugadas muy claras que no fueron advertidas por el árbitro. Rebelate contra los cambios reglamentarios que obligan a miradas de resonancia magnética para resolver de que se trata esa minúscula manchita en un corner. Estás complicando todo, en nombre de la justicia afeas los partidos, les quitás ritmo, confundís a todo el mundo y, encima, no solucionás las injusticias.
Los defensores están pendientes de vos y no saben donde cuernos meter los brazos cuando saltan a cabecear, les gustaría ser mancos para no ser señalados como los imprudentes que cometieron un penal; los delanteros ven manos por todos lados y se la pasan reclamando; los jueces de línea no levantan la bandera en off-sides evidentes porque tienen miedo que los corrijas; los periodistas tienen miedo de criticarte para que no los tilden de anacrónicos…
¿Sabés que, VAR? Tenes pendiente a todo el mundo de vos. Y el juego propiamente dicho pasa a segundo plano. Te guste o no sos parte de este mundo de tecnología en el que se estrecha cada vez más el espacio de las relaciones humanas. Robot para pagar las cuentas, para los encuentros, para el amor y para el juego. Verdaderamente inhumano. Sos como una Corte Suprema llena de Rosenkrantz, puestos al servicio de los intereses de los más poderosos. No te banco nada, te lo voy a decir sin más vueltas: VAR, sos una mierda.