“Quisimos llevar a las personas al origen de un menú. No servirles un bello plato sino sus ingredientes crudos, sin procesar. Presentados en el sitio que más puede acercarlos a la mente del chef: sobre su rostro”, introduce vía web oficial el proyecto Menú, serie que, “alineada a los mismos principios y valores que un cocinero sigue al pergeñar sus comidillas gourmet (atención al detalle, a la composición, a la preparación)”, ofrece una extrañísima –y francamente espeluznante– mirada sobre minutas varias. Que, lejos de acabar en la olla o el horno, terminan cuidadosamente plantadas sobre la cara del chef Robbie Postma, asociado al fotógrafo Robert Harrison para la curiosa misión. Léase, deconstruir un menú tradicional en todos sus elementos y volver a unirlos de manera disruptiva, usando la carucha del chef como lienzo. “Una buena carta es una historia con su propio arco narrativo; y eso es lo que hemos intentado recrear con esta iniciativa”, explica el intervenido señor. “El diablo está en los detalles, y es algo que tuvimos en consideración al momento de pensar estas imágenes”, agrega Harrison, sin dejar de destacar que cada foto llevó horas y horas de gestación, más de un golpe de horno. “Para respetar el arte de lo artesanal, cada ‘plato’ fue creado a mano, sin uso de manipulación digital. Como sucedería en un gran restaurante”, se jacta la dupla con residencia en Ámsterdam, acerca de una selección que lo tiene todo: finas y coloridas verduras, variedad de pescados, carne vacuna, especies, granos, y así. Aunque lejos de abrir el apetito, ponga la piel de gallina. Una gallina temerosa de que el hombre con máscaras alimenticias que los retratos le devuelven la degüelle sin más, de tan terrorífico que luce…