La empresa norteamericana de servicios de transporte espacial SpaceX, en conjunto con la NASA, lanzarán este domingo desde Estados Unidos una aeronave con cuatro astronautas a bordo y con destino a la Estación Espacial Internacional, en lo que constituye el primer vuelo de rutina de una serie de misiones que la NASA espera extender.
Tres estadounidenses, Michael Hopkins, Victor Glover y Shannon Walker, además del astronauta japonés Soichi Noguchi, despegarán a las 19.27 (21.27 de Argentina) del centro espacial Kennedy en Florida. La tripulación llegaría a su destino en la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) 28 horas después, uniéndose a los dos astronautas rusos y una estadounidense a bordo, y se quedarán allí durante seis meses.
Este vuelo "operacional" da continuidad a la exitosa misión de demostración realizada de mayo a agosto, en la que dos astronautas estadounidenses fueron conducidos a la ISS y después traídos a la Tierra de forma segura por SpaceX. El vicepresidente estadounidense, Mike Pence, asistirá en persona al lanzamiento.
La cápsula Dragon de SpaceX es el segundo dispositivo capaz de llegar en la actualidad hasta la ISS, junto al muy fiable Soyuz ruso, que desde 2011 condujo a todos los visitantes de la estación, después de que Estados Unidos interrumpiera sus vuelos tripulados hace nueve años. Un segundo transbordador, fabricado por Boeing, podría estar operativo en un año.
La NASA espera, sin embargo, continuar cooperando con Rusia y para ello propuso facilitar plazas para sus cosmonautas en futuras misiones y pretende que los estadounidenses continúen usando regularmente los Soyuz. Lo cierto es que las negociaciones continúan prolongándose y los lazos entre Washington y Moscú en el ámbito espacial -uno de los raros sectores donde seguían siendo buenos- se están debilitando: por solo citar un caso, luego de 20 años de cooperación, Rusia no participará en la próxima mini-estación ideada por la NASA alrededor de la Luna, la Gateway.
El jefe de la agencia espacial rusa Roskosmos, Dmitri Rogozine, ironizó en 2014 sobre la necesidad de Estados Unidos de usar un "trampolín" para alcanzar la ISS. Y Elon Musk, el controvertido patrón de SpaceX, no olvidó la provocación y replicó en mayo: "El trampolín funciona".
La estrategia estadounidense, intensificada durante el mandato de Donald Trump, fue la de privatizar el acceso a los alrededores de la Tierra, impulsando la actividad de compañías como SpaceX y Boeing con millones de dólares en contratos para convertirlas en proveedoras de servicios para la NASA y para cualquier persona o empresa privada.