Este es un barrio respetable, ideal para criar chicos, así que no se diga, los propietarios de la casa de al lado, un chalet de lo más normal, respetable, siempre con las persianas bajas, porque no son conventilleros, más bien discretos, ni siquiera se los oye cuando vienen los hijos con los nietos a visitarlos, una familia reservada, ya que no permiten que nadie se meta en su vida ni se meten tampoco en la ajena, como debe ser, y para protegerse, manteniendo la distancia con el prójimo, tienen un doberman, y que no vengan los negros a mendigar porque mientras les das cualquier pavada, aprovechan y espían y si ven la oportunidad seguro que con la excusa de la limosna pueden mandarse una entradera, por eso acá, en esta cuadra, muchos tienen un arma como los de al lado, de los que te hablo, gente mayor, muy amable, que conserva los modos correctos de antes, ella era escribana y él, cirujano, deben andar por los ochenta, y si salen a comprar en el chino de la vuelta, lo hacen como a escondidas de reservados que son, por lo general va ella, y hay que decirlo, se percibe que estuvieron en buena posición y él todo un caballero a pesar de que no lo deja en paz el ciático, por eso, dice la señora, casi ni asoma, y no como anda diciendo el cabeza ladino de la garita, que el doctor está con prisión domiciliaria por ese asunto de los bebés desaparecidos en la época de los militares.
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