Fumata blanca para el teatro, después de una larga espera. Con ese concepto, el empresario Carlos Rottemberg anunciaba por Twitter, en las primeras horas del viernes 13, la vuelta del teatro, luego de que se publicara en el Boletín Oficial la aprobación del protocolo general para la actividad teatral y musical en vivo con público.
En ese marco, la mítica avenida Corrientes fue el epicentro de la reactivación teatral, y el mismo viernes por la noche se levantó el telón en el Teatro Broadway con la obra de Flavio Mendoza Un estreno o un velorio, y en el Multiteatro Comafi con El acompañamiento, de Carlos Gorostiza. Y el sábado, a las 14, el Centro Cultural Kirchner también reabrió sus puertas con un emotivo concierto en su Auditorio Nacional donde se reunieron los músicos Matías Sagreras, Nadia Larcher, Andrés Beeuwsaert y Horacio Lavandera.
Por su parte, el teatro oficial porteño tuvo su gala de reapertura con el regreso a las tablas de Happyland, la obra escrita por Gonzalo Demaría y dirigida por Alfredo Arias, que gira en torno a la figura de Isabel Perón. La cita era en el Teatro San Martín, que en 2020 celebró sus 60 años, y los espectadores fueron divididos en grupos con distintos horarios de llegada, como ordena el protocolo presentado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y autorizado por el Gobierno Nacional (pagina12.com.ar/305275-como-es-el-protocolo-para-reabrir-teatros).
Para ingresar, luego de mostrar las ubicaciones desde la pantalla del celular, era requisito necesario pasar por un control sanitario, donde se tomaba la temperatura y se higienizaban las manos. Dentro de la Sala Casacuberta el público ya se ubicaba en butacas separadas por estrictos dos metros de distancia. Y pasadas las 20.30, cuando se apagaron las luces y salió al escenario Alejandra Radano, el aplauso espontáneo de la platea se prolongó durante varios minutos. Volvió el teatro.
“Estamos convencidos de lo esencial que es el arte y la cultura, y en particular el teatro. Y era la obligación del teatro público ser de los primeros en volver a la actividad”, señaló Jorge Telerman, director general y artístico del Complejo Teatral de Buenos Aires, en diálogo con Página/12. “Hace ocho meses que estábamos esperando este día. Lo que creímos que iba a ser una pausa de unas pocas semanas se transformó en este largo tiempo. Y lo de hoy son los primeros pasos que damos, con un 30% de aforo, un número que en poco tiempo seguramente irá creciendo conforme a la estabilidad de los casos que se vayan registrando. Las reformas que hemos realizado se ajustan a las necesidades de seguridad y nos permiten la renovación de aire en las salas y la separación entre las personas”.
En estos meses, el Complejo reformuló sus formas de producción y lanzó su propuesta artística adaptada a los tiempos de pandemia: Modos Híbridos, ciclo con el que estrenaron en formato audiovisual puestas que integraban la cartelera de la temporada 2020. Así, Happyland también tuvo su versión virtual para streaming, con Happyland. Extractos y perfumes. En este sentido, Telerman indica que este tipo de oferta convivirá con la reapertura de las salas. “Lo importante es haber dado este paso, por su fuerza simbólica. Iremos viendo cómo es la respuesta del público. Pero lo presencial no sustituye a lo virtual sino que se va a sumar, y seguiremos llegando con nuestras obras a lugares donde no hubiéramos pensado llegar”.
La emoción de la vuelta de unas pocas funciones con público no oculta la realidad de la escena teatral de Buenos Aires que supera ampliamente a la porción de la rueda que logró reactivarse. En ese contexto, los circuitos comercial y oficial parecen ser los más privilegiados, mientras que el más golpeado sigue siendo el independiente. Desde la Asociación Argentina del Teatro Independiente (ARTEI), se sigue reclamando la declaración de Emergencia Cultural en la Ciudad, puesto que sólo un puñado de salas podrán reabrir para el público, dada la inversión económica que se requiere para acondicionar las salas a lo que exige el protocolo. Y la comunidad artística se moviliza también en las calles, como ayer lo hicieron trabajadores de las artes escénicas que convocaron a una concentración en el Obelisco, a las 16, con la consigna: “Acá estamos tan esenciales”. Las deudas, salas con riesgo de cierre y la precarización de muchos trabajadores de la cultura siguen siendo datos ineludibles. Volvió el teatro con público, pero aún no es con todos.
PARA ANOTAR EN LA AGENDA:
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Happyland, de Gonzalo Demaría. Con Alejandra Radano, Carlos Casella, Josefina Scaglione, Marcos Montes, María Merlino y Adriana Pegueroles. Teatro San Martín (Corrientes 1530). Funciones: viernes y sábados a las 20.30.
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El acompañamiento, de Carlos Gorostiza. Con Luis Brandoni y David Di Napoli. Multiteatro Comafi (Corrientes 1283). Funciones: miércoles a viernes, a las 20.30, sábados a las 20 y a las 22, y domingos a las 19.
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Un estreno o un velorio, de Marcos Carnevale. Con Flavio Mendoza, Raúl Lavié, Carmen Barbieri, Georgina Barbarossa y Nicolás Scarpino. Teatro Broadway (Corrientes 1155). Funciones: jueves a sábados a las 21 y domingos a las 20.
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Después de nosotros, de Julio Chávez y Camila Mansilla. Con Julio Chávez, Alejandra Flechner, María Rosa Fugazot, Matías Recalt y Mariano Musó. Paseo La Plaza (Corrientes 1660). Funciones: de miércoles a domingos a las 20.30.
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La suerte de la fea, de Mauricio Kartun. Con Luciana Dulitzky. Teatro Picadero (Pasaje Enrique Santos Discépolo 1857). Funciones: Jueves a las 20.
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Yo, Encarnación Ezcurra, de Cristina Escofet. Con Lorena Vega. Teatro Picadero (Pasaje Enrique Santos Discépolo 1857). Funciones: sábados a las 21.
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Nada del amor me produce envidia, de Santiago Loza. Con María Merlino. Teatro Picadero (Pasaje Enrique Santos Discépolo 1857). Funciones: domingos a las 19.