No es un hecho casual que además de Lionel Scaloni, haya otros técnicos argentinos al frente de los Seleccionados que participan de las Eliminatorias Sudamericanas rumbo al Mundial de Qatar. Ricardo Gareca (Perú), Eduardo Berizzo (Paraguay) y Gustavo Alfaro (Ecuador) ratifican una tendencia que también se advirtió en la última Copa del Mundo de Rusia, donde además de Jorge Sampaoli al frente de la Argentina, dirigieron el propio Gareca, José Pekerman (Colombia), Héctor Cúper (Egipto) y Juan Antonio Pizzi (Arabia Saudita).

Hay un reconocimiento extenso de las virtudes de los entrenadores argentinos: son buenos armadores de equipos competitivos, aprovechan al máximo los recursos no siempre abundantes con los que cuentan, están actualizados, sus cuerpos técnicos trabajan con responsabilidad y dedicación y hacen un manejo inteligente de los egos del vestuario. Además, saben adaptarse y administrar presiones, curtidos por un medio, como el argentino, a menudo cruel y adverso. Y aunque nada ni nadie asegura resultados de antemano, muchos de ellos les han dado un salto cualitativo importante a los seleccionados sudamericanos en los que les tocó desempeñarse.

José Omar Pastoriza (Venezuela) y Marcelo Bielsa (Chile) establecieron nuevos puntos de partida para el fútbol de esos países y jerarquizaron a sus equipos. En 2010, Gerardo Martino puso a Paraguay en los cuartos de finales del Mundial de Sudáfrica y no estuvo lejos de eliminar a España, posterior campeón del mundo. Pekerman colocó a Colombia en la misma instancia en Brasil 2014 y en octavos en Rusia 2018, Gareca clasificó a Perú a un Mundial luego de una abstinencia de 36 años y en el plano continental, Sampaoli (2015) y Pizzi (2016) condujeron a Chile a ganar las únicas dos Copas América de su historia.

Casi toda Sudamérica confía en los técnicos argentinos para los grandes emprendimientos. Pero el fútbol argentino no piensa a la recíproca. Para la mayoría de los dirigentes, para muchísimos jugadores y ex jugadores y para una amplia franja del periodismo, poner un extranjero al frente de la Selección equivaldría a cometer un atentado contra la patria y la bandera. Y no es de ahora esta convicción, viene desde el fondo de la historia: de hecho sólo dos entrenadores foráneos la dirigieron, los italianos Felipe Pascucci en el Mundial de 1934 y Renato Cesarini en 1968. Pero futbolísticamente ambos eran argentinos, ya que hicieron toda su carrera en nuestro país. 

Tal vez no esté lejos el día en el que haya que pensar con mayor apertura y no descartar que algun técnico extranjero pueda dirigir alguna vez a la Selección. Mientras tanto, ahí andan los argentinos recorriendo las canchas de América. Ganan y pierden como cualquiera. Pero tienen en claro lo que quieren. Trabajan mucho para conseguirlo. Y a menudo, lo consiguen.