Ni crudo ni cocido. En el recetario del rock, el tercer disco lleva el punto justo de cocción. Una mezcla de arrebato y experiencia en partes iguales. La Chancha Muda lo sazonó con anarquistas, represión policial, crímenes de Estado, fusilamientos y pueblos masacrados. Son diez canciones de sabor amotinado, envueltas en un libro de tapa dura y papel ilustración. Su tercer disco, La peste del cazador –nominado como "mejor álbum grupo de rock" en los Premios Gardel 2020–, aparece como una molotov encendida en medio del paraíso digital.
"Nos quedaron incorporadas algunas mañas de vieja escuela. Las primeras devoluciones sobre la idea de salir con un disco-libro eran negativas, en el sentido de que es un laburazo, algo muy costoso, que probablemente no iba a ser valorado", dice Gonzalo Pascual, cantante y letrista de La Chancha Muda, un septeto de rock mestizo en el que se cruzan vientos rioplatenses, líneas ricoteras y el pensamiento de Eduardo Galeano. "Todavía sentimos que ese acto de abrir el libro, tenerlo en las manos y escuchar las canciones es algo que tiene que ver con la magia."
Entre las páginas de La peste del cazador hay un trazo hecho de sangre: un reguero de guillotinas, horcas y grilletes, torturadores, cárceles y campos fumigados. Las sombras que merodean esas ilustraciones –hechas con pintura asfáltica– van acompañadas por los versos de las canciones como sentencias, en cuidadas piezas tipográficas diseñadas por Prensa La Libertad.
"No se puede dormir con fantasmas martillándonos la almohada", se escucha en el tema Verso y se lee en el corazón del libro, junto a la imagen perturbadora de dos niños encadenados. El resultado es un disparo walshiano: paredes que se vuelven imprenta de los pueblos en la era del streaming. Un poco también para recuperar el calor de esa gente por fuera de las pantallas, este miércoles 18 lanzarán un EP grabado en vivo en La Trastienda en noviembre del año pasado, show del que también hay algunos clips en su canal de YouTube.
Un disco basado en hechos reales
"Encaramos las letras, la poesía, con toda la importancia que tienen. Queremos que, si la sacás de la música, tenga su propio peso. Concebimos todo lo que hacemos como actores sociales, jugando un papel importante como comunicadores", asegura Pascual sobre una banda que puso sus canciones al servicio de Abuelas de Plaza de Mayo y de los conflictos en Télam y AGR Clarín, cuando esas empresas fueron cerradas durante el gobierno de Macri. "Había un sofocamiento por todos lados, todas malas noticias. En AGR tocamos con los laburantes mirando el recital desde dentro de las rejas, ocupando la fábrica. Ahí las canciones cobran otro espíritu."
Antes de cerrar la mezcla de La peste del cazador salieron en busca del último héroe del anarquismo criollo: el historiador Osvaldo Bayer, autor de libros clave como Severino Di Giovanni, el idealista de la violencia y La Patagonia rebelde. "Nosotros sin un centavo / Solamente con el espíritu / y con las ganas de hacerlo / y quedamos todavía en existencia / pocos pero quedamos / para defender todo lo nuestro", recita Bayer con la voz como una rama que cruje en La chispa, la canción que cierra el disco entre vientos y cuerdas orquestales, como una elegía olvidada.
"Hay un hilo revisionista, ligado a la literatura de Bayer, detrás de todo esto. El disco es como un cuento basado en hechos reales. Fuimos a casa de Osvaldo, charlamos con él y al mes terminamos el disco. Estaba muy viejito y murió al poco tiempo. Es posible que sea su último registro", señala Pascual.
"Y este cazador somos también nosotros como especie, y todos los males que se han ido sembrando desde que pisaron estas tierras. Pero no se trata solo del dictador, sino de pensar cómo cada uno, con actos pequeños, se hace parte de eso, y transformarlo."
Pasado, presente y futuro
Después de sus dos primeros discos, Ya no queda más lugar bajo la alfombra (2013) y Sinfonías libertarias (2016), la salida de este tercero los llevó hasta el escenario principal de Cosquín Rock y a La Feria de la Música. Este año significaba para La Chancha Muda la posibilidad de hacer estallar ese disco en las provincias argentinas, pero el mundo enfrascado en escenarios digitales los dejó con poco margen. "No nos gusta demasiado la idea del streaming", señala Pascual. "Hay una catarata de información, de estímulos, de gente transmitiendo. Queremos estar muy convencidos de cada cosa que ponemos sobre la mesa."
Los movimientos en estos meses fueron pocos: la edición digitalizada del libro La peste del cazador y una versión de Nueve –inspirada en los fusilamientos de Severino Di Giovanni y Paulino Scarfó en 1931– en clave tanguera. Para La Chancha Muda, se trata de seguir acechando el pasado para entreverarse con el presente.
"Estamos viendo cómo mantenernos fieles a una esencia tangible en este nuevo mundo", asegura Pascual. "Es como lo que pasa con esa vieja idea de rock barrial. Está bueno no negar de dónde venís, pero también entender que ya saliste de esa parte que está muriendo. Rescatamos la magia, el hecho de plantarse, tirar data. Hoy, con el auge del feminismo, las disidencias, ese caldo de cultivo que bienvenido sea, creo que se terminó de hundir una movida con un montón de cosas buenas y otras putrefactas. De todo eso sobrevive lo más fuerte: salir a cantar todo el tiempo que no estamos de acuerdo con cómo está funcionando el mundo."