Historias de guitarras secretas. Seguramente en la del versátil y cósmico Diego Serna -una entre millones, claro- suenan los claroscuros de una infancia atravesada por las improntas luminosas de un padre cineasta, una madre pianista y unos hermanos músicos, y las oscuridades de la represión en dictadura. También por el trajinar inagotable de los trenes diesel del San Martín que pasaban cerca de su casa en Villa Devoto, y por aquellos despertares de cara al sol y al arte que le fueron fogueando el alma. “Las largas tardes de barrio con mi viejo enseñando cine, o las mañanas de Debussy o Bach en las manos de mi madre, todo fue uniéndose en mí, en forma de video arte”, se manifiesta este compositor y guitarrista ante Página/12, dando cuenta de cómo vivencias y músicas de unen en una entidad indivisa. “Desde la poesía, la improvisación y el descubrimiento voy elaborando música e imagen de estas piezas sonoro-visuales”, refrenda.

Se puede acceder a todo esto a través de Ventanas, disco poblado por quince composiciones propias que Serna presentará vía streaming el domingo 22 de noviembre a las 20. “En este trabajo estallan precisamente los mundos recorridos, en colisión con futuros posibles e imposibles”, metaforiza él acerca del fresco sonoro que nació durante la pandemia, en el modesto miniestudio que Serna tiene en la cocina de su casa. “Las canciones de Ventanas representa un cúmulo de senderos que se abrazan: guitarras criollas, guitarras acústicas, midi; voces en los pasillos, loops, baterías, silbidos, distorsión, máquinas, historias de siempre, poesía de la mente ensimismada, despertares… En fin, la pregunta que me hago siempre es '¿con qué voz sembrar la luz?'. Y la respuesta es que por ahí va el disco”, agrega este profesor de canto y guitarra, otrora director de música de las escuelas Tademus y Aequalis.

La exposición on line de Ventanas sucederá a la de Contacto que, bajo la misma modalidad, suscitó semanas atrás la reacción por la positiva de Liliana Herrero. “Fue una experiencia muy hermosa, alucinante y estimulante”, enfatiza el guitarrista. “Al día siguiente me llegó un mensaje de la maravillosa Liliana diciéndome que había sido un hermoso recital y que le había gustado mucho. Obviamente estoy muy agradecido y es un hermoso impulso. La adoro y la venero desde siempre, y estoy muy influido artísticamente por su libertad y su búsqueda vanguardista constante”. Respecto del próximo show online, en tanto, el músico anticipa que tocará piezas que no sonaron en el anterior. Entre ellas, “nuevas y voladoras” versiones de canciones latinoamericanas, improvisación, guitarras y “sueños luminosos”.

-Otro de tus proyectos se llama Organismo Equinoccio.

-Es un proyecto que surgió en diciembre pasado, mientras tocaba en el espacio musical Vicente El Absurdo con Daniel Fiorda, un artista plástico, músico y amigo de la adolescencia, a quien no veía desde hacía más de diez años. Lo que hacemos tiene un encare experimental, de creatividad expansiva, que resulta en "esculturas sonoras", con diseño de sonido, atonalismo, capas y sonidos de la calle.

-¿Puede que la pieza “Anime del ser” sea la mejor forma de graficarlo?

-Puede, sí, porque el tema remite a guitarras sintetizadas de los '80 o los '90, en convivencia con máquinas actuales. Tal vez sea también como un homenaje inconsciente a Spinetta.

Otro de los brazos que disemina por el cosmos las intenciones sonoras de este músico budista se llama Baires Haiku. Tal es nada menos que un alter ego suyo, cuyo significado suma a la ciudad en que vive ese tipo de poesía breve y vital que escriben los japoneses. “La unión de ambos mundos representa gran parte de mi trabajo artístico”, define él. “De hecho, 'Mundo' es el nombre de una pieza de guitarra y voz que alude a esos mundos dentro de otros mundos… Esos que solo podemos ver al detenernos de verdad en el medio del caos y renacer entre hojas de otoño, o en los pies de mi hija haciendo equilibrio sobre mundos de colores. Mundos que a su vez surgen de la decisión de transformar el veneno en medicina, desde la dimensión más profunda del ser. Crear un mundo más justo también es una decisión que hay que sostener”, detalla Serna, fiel seguidor de la asociación budista Soka Gakkai.

-Se percibe también una mirada política en lo que hacés y tocás, pero a veces parece aparecer en un lugar que solo vos podés detallar…

-Bueno, sí… Mi música es política y es espíritu, como todo lo es, desde cómo te lavas los dientes hasta cómo componés una canción. Mi música vibra profundo con posturas de defensa de lo humane en armonía con lo universal. Me refiero a la defensa de los derechos humanos y la democracia. De la lucha contra la injusticia, la inequidad, la represión y, como dice nuestro maravilloso premio Nobel de la Paz, Adolfo Perez Esquivel, contra el monocultivo de las mentes.