Las columnas que entran por avenida de Mayo hacia el Congreso parecen extenderse hasta la 9 de julio. Banderas, batucadas, cantos, bailes, pañuelos verdes, barbijos medio corridos por el calor, cientos de selfies con los dedos haciendo la V: la caravana por el Día de la Militancia puso un paréntesis en la pandemia y retrotrajo la plaza del Congreso a las fiestas populares de los tiempos previos a la llegada del Covid-19. Durante la tarde del 17 de noviembre, miles de militantes de organizaciones sociales, políticas y sindicales marcharon con el objetivo de manifestar su apoyo al gobierno nacional. Una enorme convocatoria que terminó convirtiéndose en la demostración de fuerza más importante desde la asunción Alberto Fernández. Mientras en la Cámara Baja se debatía el Aporte Extraordinario de las Grandes Fortunas, afuera, la militancia, acompañaba ocupando el espacio que siempre le fue propio pero que por meses no pudo habitar: la calle.
"Si la riqueza es la excepción, que la solidaridad sea la regla", rezaba la bandera que los movimientos sociales colocaron sobre la reja del Congreso. Por todos lados, los y las militantes de organizaciones como Barrios de Pie, el Movimiento Evita, la Corriente Clasista y Combativa, La Cámpora, entre otros, charlaban, cantaban y bailaban en una jornada en la que predominó la alegría por reunirse en las calles después de tanto tiempo. "Esto es una reivindicación a la militancia de los movimientos populares que este año han demostrado un enorme esfuerzo para sostener a la comunidad. Muchísimos militantes sociales han muerto por abrir comedores y espacios comunitarios, por enfrentar el virus poniendo el cuerpo", destacó Daniel Menéndez, subsecretario de Políticas de Integración y Formación del Ministerio de Desarrollo Social e histórico referente de Barrios de Pie, a Página/12. "Frente a tanta solidaridad, contrasta el sentimiento egoísta y miserable de un sector concentrado de la sociedad que, ni siquiera frente a una de las tragedias más grandes, se ha dignado a aceptar dar un pequeño aporte", agregó, refiriéndose al proyecto de Aporte Social Extraordinario a las Grandes Fortunas.
A unos metros, sentadas sobre una parada de colectivo y agitando una bandera de La Cámpora, estaban Jazmín y Zaira. Ambas de 18 años y con la cara cubierta de glitter verde. "Esta generación vino para cambiarlo todo. Néstor decía 'sean trasgresores' y nosotres tomamos ese legado y vamos por el aborto, por la separación de la Iglesia del Estado, por el Aporte Extraordinario. Vamos por todo porque los derechos se ganan y es en las calles en donde los vamos a conquistar", afirmó Jazmín, cuyos anteojos se empañaban mientras hablaba a través del tapabocas. "Este es nuestro día y qué mejor que pasarlo junto a otres militantes. Siempre con mucho cuidado, porque estamos en pandemia, pero festejando", agregó Zaira, señalando el alcohol en gel amarillo que le colgaba de la riñonera. Al lado de ambas, sin embargo, pululaban decenas de militantes sin tapabocas, que conversaban mientras se comían un choripán o se tomaban una cerveza. Por este motivo, cada 10 minutos, una voz en un parlante repetía: "Compañeros, es importante que nos pongamos los barbijos y usemos alcohol en gel. Cuidémonos entre todos".
Jazmín y Zaira no eran las únicas pintadas de verde, sino que la gran mayoría de las mujeres que participaron en la convocatoria tenían enganchado en algún lado el pañuelo por la legalización del aborto. "Venimos a movilizar contra el FMI, contra el ajuste, y también por el derecho al aborto y el derecho a decidir de todas las mujeres. Hoy se ponen en juego muchas cosas importantes en el Congreso así que es importante venir a apoyar y a demostrar que el pueblo acompaña estas leyes", explicaba Jesica, militante del área de género del Movimiento Evita, organización a la que se acercó durante su adolescencia luego de haber sufrido un caso de violencia de género. Al otro lado de la plaza se encontraban Bárbara, una joven de 20 años toda tatuada y con el flequillo verde, y su padre Marcelo, un fletero de 50 años que milita desde joven en el peronismo. Fueron juntes y coincidieron en la importancia de que sancionase una ley "para que los que tienen guita paguen lo que hace falta". "Coincidimos en muchas cosas, pero no coincidimos en algunas cuestiones de género, que me cuestan mucho y le digo que me tiene tiene que dar un poco de tiempo", explicaba Marcelo, entre risas. Consultados por Página/12 si, a pesar de las peleas, le gustaba marchar juntes, padre e hija sonrieron a través del barbijo y respondieron: "Siiiiiii, es hermoso".
A medida que se iba poniendo el sol, las banderas de las agrupaciones políticas y sociales que convocaron a marchar por el Día de la Militancia, en conmemoración del regreso al país de Juan Domingo Perón en 1972, continuaban ondeando. Si bien no se trató de una sola movilización - ya que Barrios de Pie y el Movimiento Evita marcharon al Congreso desde el Ministerio de Desarrollo Social a las 16, mientras que La Cámpora y el Frente Todos llegaron directamente a la plaza a las 18 -, la gran mayoría de los y las asistentes continuaba en la plaza hasta las 19, hora en la que Alberto Fernández se dirigió hacia la militancia reunida con un mensaje: "Me quiero sumar en la algarabía que significa ser parte de la militancia. No tengo en mi historial político mayor orgullo que haber sido y ser un militante".
Informe: María Cafferata