"Nunca pensé que iba a telonear a Paul McCartney, como tampoco pensé que iba a tener dos discos a esta altura de mi vida", dice Victoria Bernardi. Su segundo y último álbum, Loto, estrenado durante la cuarentena, es el corolario de un momento en el que Vic se enfocó en el tao de la voz. Dice que estaba en una búsqueda artística, en un momento personal y emocional particular, y junto a una profesora empezó a vocalizar con los chakras.
"Me encantó todo ese mundo, más que nada porque después de vocalizar, tratando de sonar vinculando con el chakra, que sentía que lo tenía bloqueado, había un cambio muy particular en lo sensorial", cuenta Vic, como se hace llamar. Entonces se le ocurrió que podía guiarse por ese camino, y no tanto por el género que iba a trazar el disco.
En Loto se propuso hablar desde la otredad y colaborar en la apertura emocional de quien lo escuchara y se encontrara cerrado frente a una situación. Escribió las canciones tomando los primeros siete chakras, relacionando el significado y al mismo tiempo lo auditivo y la lírica. Aclara que son 365, como los días de un año, pero ella priorizó los de las siete notas musicales.
Una defensa de la canción
"Estudio Artes de la Escritura en la Universidad Nacional de las Artes, y miro mucho lo que escribo, es para mí muy importante. Cuando empecé a escribir Loto me di cuenta de por qué me dedicaba a la música, por qué era cantautora. Y es por lo que decían las letras", cuenta Vic. Y lee un pasaje del libro de Percey Shelley, Una defensa de la poesía: "La verdad es belleza; la belleza, verdad, y eso es todo lo que sabés de la tierra y todo lo que necesitás saber". Esta importancia que Vic otorga a las letras se destaca a lo largo del disco, en especial en los versos que funcionan como coda poética al final de Vencidos y Directo.
El disco empieza en orden, como los chakras, ubicados desde el abdomen bajo hacia arriba; de la raíz hacia la coronilla. El primer track, Fuego del aire, es un poema narrativo que escribió de un tirón y representa el chakra raíz. "Más que nada el abrazar lo que es el yo del pasado, el yo del presente, lo que uno es de la raíz; abrazarlo y amarlo para poder transformarlo", dice.
Y sigue con el chakra del sexo con Directo, en cuyo video Vic juega a la seducción y al deseo con dos bailarines, y canta: "Me encanta tenerte en la cama, que el turno sea largo y quitarnos las ganas". Atraviesa airosa el trap y la electrónica, una jugada maestra del productor Facundo Yalve.
Vencidos, el tercer track, es un mensaje de optimismo a los perdedores que, a fuerza de mala suerte en el reparto de privilegios, no pueden levantarse. Y también un guiño a Los Redonditos de Ricota cuando canta "somos los vencidos por vencer". El disco es un itinerario por los colores que alinean los centros de energía del cuerpo e interpela a conectar con las letras. Sombras, Reencontrar la libertad, Hijas del rigor (un potente tema dedicado a las mujeres), Interludio y En otra vida completan el recorrido, con participaciones de Maia Mónaco y Esmeralda Escalante en los dos últimos.
La chispa de la infancia
De la experiencia del año pasado con el longevo beatle, Vic atesora el recuerdo de que no había un solo ruido en el estadio. Terminaba de cantar y la gente aplaudía, respetuosa. Tenía 21 años cuando cantó para los fans de Paul en el Campo Argentino de Polo, y eso le recordó la primera vez que cantó en vivo, a los nueve, frente a doscientas personas en un acto escolar.
"Tenía una partecita, un fragmento de un tema que cantaba yo sola, imaginate. Me acuerdo que miré el micrófono, que me quedaba alto, y me puse a cantar. Cuando levanté la cabeza y vi a toda esa gente tuve la misma sensación de ver a las sesenta mil personas. Fue como revivir ese primer momento, y dije 'bueno, es una señal', por ahí el universo quiere recordarme que tengo que seguir dedicándome a esto", dice.
Y a lo mejor porque está atenta a esas señales, Vic se dedica a la música desde que es una niña y ese mundo interno le permite ir y venir del arte, con las palabras y con la música. Como cuando a los dieciséis, en 2015, participó del programa de talentos Elegidos, en el que fue finalista. Como en Loto, el recorrido que hace en Elegidos muestra un lineamiento que se va ajustando hacia las últimas participaciones.
"Soy la misma persona que entonces, pero crecí en conocimiento, me formé y me sigo formando. Estoy a favor de estudiar para ser tu mejor versión artística pero la inocencia la sigo teniendo. Tengo un cagazo de perderla, porque la inocencia es una de las principales características de los niños que tienen un poder; son arte en su máxima expresión porque están abiertos al mundo, porque no están atravesados, ni atados por algún ente externo, son puros y a veces pienso que sigo teniendo un poco de esa inocencia y es la que hace que escriba canciones", concluye.
Y tal vez eso es lo que haya en sus creaciones, la fusión de la literatura con la música desde la simpleza del arte, algo así como lo escrito por Shelly: "La poesía es un recuerdo de los mejores y más felices momentos, de los mejores y más felices ingenios". ¿Acaso el autor también se estaría refiriendo a la chispa creativa de la infancia?