Autoamerican es para Blondie lo que fue Revolver para los Beatles”, escribió en 1980 el periodista John Mendelson para el diario Los Angeles Times. Aunque en aquel momento podía pecar de exagerado, a exactos 40 años del lanzamiento del quinto álbum de estudio del grupo, ese símil representa la trascendencia y el lugar que tiene ese trabajo para la cultura pop. Y es que conceptualmente no sólo estableció un punto de inflexión con respecto al pasado inmediato del grupo neoyorquino, sino que también mostró la capacidad de riesgo del punk y de la new wave al ponerlos a dialogar con el reggae y el rap. Eso decantó en los dos singles del disco. Si bien un mes antes el LP Remain in Light, de los Talking Heads, invitaba al mundo a que chusmeara en las posibilidades de hibridación del erario musical de África, lo nuevo de los liderados por la cantante Debbie Harry y el violero Chris Stein le proponía a la modernidad cultural estadounidense que hurgara en la riqueza que brinda el mestizaje fecundado en América.

“Siempre intentábamos ser creativos y hacer algo un poco diferente”, explicó la cantante tiempo después. “Eso fue una especie de entendimiento entre Chris y yo de que siempre íbamos a tratar de romper los límites y probar cosas nuevas”. A pesar de que la composición recayó principalmente en Harry, Stein y el tecladista Jimmy Destri, había un concepto suelto aunaba a todo el álbum. “Había una sensación general en todo”, confesó Stein. “No sé cuánto se planeó y cuánto simplemente funcionó de manera sincronizada. El disco para mí fue sobre Estados Unidos, de ahí el título. Nuestra intención era llamar al disco Coca-Cola, porque pensamos que era muy estadounidense. Fuimos a Coca-Cola y les preguntamos, y nos dijeron que no. Hoy en día, alguien podría hacer eso con toda la marca y las tonterías que hay. En ese momento, no estaban preparados”. Sin embargo, Harry aclaró recientemente: “El álbum no tenía un solo tema, aparte de que la mayoría de las canciones tratan sobre el amor o las relaciones. No estaba contando una historia en particular desde un punto de vista. Pero te lleva a través de diferentes sensaciones musicales”.

El sexteto era uno de los grupos fundamentales de la escena punk y new wave surgida en la segunda mitad de los '70 en el Este de Nueva York, al lado de Ramones, Television y Talking Heads. Eso sí, la publicación de Parallel Lines (1978) ya le había reservado un pedestal en el cénit del rock. Ese disco tiene una doble lectura: para muchos es el gran álbum pop del punk, que ya estaba en sus últimos años, en tanto que para otros fue el punto de partida de la new wave. De ahí se desprenden éxitos del calibre del irresistible “One Way or Another”, o del libidinoso y discotequero “Heart Of Glass”, que daba cuentas de las capacidades vocales, adaptativas y hechiceras de la rubia frontwoman. Posiblemente, la historia habría sido diferente si no hubiesen convocado como productor a Mike Chapman (el australiano produjo hits del tamaño de “My Sharona, de The Knack), quien tuvo el tino para explotar el potencial de la banda, además en uno de los veranos más calurosos que se recuerden en la Gran Manzana. Valió la pena el sudor, que se reflejó en los 20 millones de ejemplares que se vendieron hasta hoy.

Parallel Lines vio la luz siete meses después de la aparición del segundo disco de la agrupación, Plastic Letters (también publicado en 1978), con el que Blondie había conquistado el mercado británico. De hecho, Blondie abrazó la popularidad primero en Europa que en su propio país. Justo en una de esas giras, específicamente en Londres, Harry y Stein, quien en ese entonces eran novios, descubrieron “The Tide Is High” gracias a Vivien Goldman. La periodista y escritora inglesa les regaló una cinta recopilatoria que incluía la versión original de ese himno del reggae a cargo de The Paragons, compuesto en 1967 por el líder del trío, John Holt, leyenda de la música jamaicana. Apenas la escucharon, se enamoraron instantáneamente. Y no lo pensaron dos veces al momento de incluirla en el repertorio de Autoamerican, donde se convirtió en el primer corte de difusión. A la pareja le enterneció la trama de la canción: un amor no correspondido que supo explotar su perfil lastimero a través del violín latente a lo largo del tema.


Blondie era especialista en la apropiación de canciones ajenas, lo que constató en Parallel Lines, donde reivindicó a The Nerves con el cover de “Hanging on the Telephone” y a Buddy Holly con la versión de “I’m Gonna Love You Too”. Así que en “The Tide Is High” -rescate del que fue muy fan John Lennon, según reveló su hijo Sean en 2006- reemplazó ese violín despechado por una impronta latinoamericana: percusión del peruano Alex Acuña (Joni Mitchell y Weather Report requirieron de sus servicios), y mariachi por cortesía de trompetistas y violinistas que trabajaron para Elvis Presley, Frank Zappa y Stan Kenton. Esto último tuvo que ver con su decisión de grabar el disco en la ciudad de Los Angeles, bastión de la cultura mexicana en los Estados Unidos. Lo hicieron nada menos que en United Western Recorders, sala en la que grabaron Frank Sinatra y Ray Charles, y en la que Beach Boys inmortalizó su álbum Pet Sounds y The Mamas and the Papas registró “California Dreamin’”. Allí estuvieron dos meses, bajo las órdenes de Mike Chapman, disfrutando del sol de la Costa Oeste.

Si con “The Tide is High” la banda alcanzó por primera vez lo más alto de las listas musicales, el segundo single, “Rapture”, permitió que el rap finalmente entrara en el Top 40 radial. Más allá del idilio playero que significó la grabación de Autoamerican, Blondie era un grupo de Nueva York que hacía canciones sobre su ciudad. En esta ocasión, sin embargo, el componente añadido era llevar adelante nuevas formas híbridas de música intercultural para una generación más tolerante. No es fortuito que el punk, el reggae y más tarde el rap fueran la respuesta de la contracultura al mainstream. “Me gustaría que el disco resolviera las tensiones raciales reuniendo a diferentes públicos. Cuando los chicos de la new wave y los raperos se reúnan, eso será algo”, deseó Stein poco luego de la salida del álbum. El tema, cuyo título es un juego de palabras entre rap y rapto, y que musicalmente combina funk, música disco y rock, nació a partir de la amistad que el guitarrista y la cantante establecieron con uno de los pioneros del hip hop: Fab 5 Freddy. Había tanta buena onda que Harry lo menciona en la letra, al igual que a Grandmaster Flash.

La magnitud de “Rapture” es tal que para muchos hiphoperos, como U-God e Inspectah Deck de Wu-Tang Clan, fue su introducción al rap. El  video de la canción, el primero de rap que rotó en MTV, incluye la participación del bailarín William Barnes, de Fab Five Freddy y Jean-Michel Basquiat en plan grafitero. Sin embargo, las otras ocho canciones del álbum evidencian la efervescencia musical que atravesaba Blondie. Si “Europe” era una aria instrumental que coqueteaba con la segunda mitad del disco Low, de David Bowie, “Here’s Looking at You” homenajeaba a la big bands, “Faces” ponía un pie en el jazz y “T-Birds” empujaba al rock hacia la pista de baile (déjà vu de la fórmula de “Heart of Glass”). A pesar de su riqueza musical, Autoamerican fue despreciado por la prensa especializada de la época. Curiosamente, Blondie no salió de gira con este material, lo que aprovechó Harry para sacar su debut solista, KooKoo (producido por Nile Rodgers), en 1981. La idea no caló entre sus compañeros, lo que significó el comienzo del fin para el grupo.

“Eramos rebeldes sin causa”, afirmó luego Harry. “Como nuestra actitud era la de ‘que se jodan todos’, ninguna de esas críticas nos sorprendió. Fue decepcionante, pero teníamos nuestros cascos puestos. Definitivamente teníamos nuestro propio sonido, y siempre pensé que eso podía ser un problema para las bandas. Porque podías ser reconocible o previsible. Pero, al menos lo pienso ahora así, ése es el objetivo”. Consultado hace algunos meses acerca de Autoamerican, a propósito del cuadragésimo aniversario del álbum, el baterista Clem Burke dio a entender que el hecho de que el grupo no haya salido de gira para presentar el disco podría haber dañado un poco su reputación en el corto plazo. Incluso cuando su ambición era dejar un legado para el futuro. “Después de grabar ese álbum, básicamente no trabajamos durante dos años. Fue como el colmo del éxito de Blondie. Nunca lo convertimos en una gira. En cierto modo, era como nuestro Sgt. Pepper. No creo que ninguno de nosotros pensara que íbamos a poder tocar este disco en vivo, de todos modos”.


La canción "Call Me"

Llamame, Giorgio Moroder

En agosto del año pasado, Blondie ofreció el que es ha sido hasta la fecha su último recital. Además de tocar por supuesto “The Tide Is High” y “Rapture”, también incluyó en su set su clásico “Call Me”. La canción, que fue creada originalmente para la banda de sonido de la película American Gigolo, fue lanzada en febrero de 1980, y aparece como bonus track en la edición en CD de 2001 de Autoamerican. El grupo estaba ultimando los detalles de su cuarto trabajo, Eat to the Beat, cuando Harry recibió la llamada de Giorgio Moroder. Inicialmente, la propuesta había sido para Stevie Nicks, quien terminó rechazándola. Si bien dice la leyenda que la frontwoman de Blondie compuso la letra en dos horas, recién fue en agosto de 1979 que pudo reunirse con la banda entera en Nueva York. “Giorgio es maravilloso. Es una personalidad graciosa. En cierto modo, es como un científico. Un poco como Leonardo da Vinci: un artista de múltiples capas, un científico, una persona curiosa. Es una especie de matemático”, le describió quien intentó convertirse en una suerte de Marilyn Monroe del punk neoyorquino a la revista GQ, mientras promocionaba su autobiografía, Face It, en 2019. “Todos nos sentíamos intimidados por él: para entonces, ya había dado a luz a muchos temas junto a Donna Summer, como ‘I Feel Love’, canción que me tenía enamorada. Su música encajaba completamente con lo que intentábamos hacer, esa mezcla de frío y calor”.