“Sin ATP no hay libros ni librerías argentinas”, advierten varias instituciones de la industria del libro en una campaña iniciada en las redes sociales por la falta de respuesta del gobierno respecto de la continuidad del Programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP). A través de breves videos, Eduardo Sacheri, Guillermo Saccomanno, Horacio González, Norberto Galasso, María Teresa Andruetto, Ana María Shua, Marcelo Birmajer, Pablo de Santis, Fernanda García Lao, Gonzalo Heredia, Florencia Etcheves, Silvia Schujer, María Pía López, Horacio Convertini, Gabriela Cabezón Cámara, Ricardo Mariño, Enzo Maqueira, Iris Rivera y María del Carmen Ramos, entre otras escritoras y escritores de todo el país, participan activamente de esta campaña.

“Para seguir respirando necesitamos que el Estado mantenga la Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción”, plantean en esta campaña auspiciada por la Fundación El Libro (FEL), la Cámara Argentina del Libro (CAL), la Cámara Argentina de Publicaciones (CAP), la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), la Federación Argentina de Librerías, Papelerías y Actividades Afines (FALPA), la Federación Argentina de la Industria Gráfica y Afines (FAIGA) y el sector de libros y revistas de la Cámara Española de Comercio de la República Argentina. Después de considerar algunos datos de recuperación económica, en comparación con los primeros meses de la pandemia, el gobierno recomendó realizar algunas modificaciones para el ATP al establecer una distinción entre actividades críticas y no críticas. Las empresas del libro beneficiadas con el Programa de Asistencia al Trabajo y la Producción, es decir editoriales, librerías e imprentas, pasaron a ser consideradas actividades “no críticas” y dejaron de recibir el ATP a partir de noviembre. Martín Gremmelspacher, presidente de la CAL, informó en una conferencia de prensa realizada el viernes 6 de noviembre que el 60 por ciento de los asociados a esa entidad sin el ATP no va a poder hacer frente a los salarios.

Todavía no están los números definitivos del impacto económico de la pandemia en el sector editorial para este 2020; pero se estima que el panorama será peor que la crisis del 2001, con un trasfondo de caída de la producción gráfica de más del 70 % en los últimos cuatro años y fuerte caída de las ventas en el mercado interno, alrededor de un 50% acumulado. En el inicio de la pandemia hubo un descenso de la facturación cercano al 90 % durante los meses de marzo, abril y mayo. Durante la etapa inicial del ASPO (Aislamiento social, preventivo y obligatorio), las editoriales, librerías e imprentas no trabajaron con normalidad. Toda la industria se vio afectada por la cancelación de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y también las ferias provinciales y municipales en el formato presencial. El mes “trágico” fue abril, como lo confirmó Gremmelspacher, cuando el sector sólo facturó el 5 por ciento de lo que habitualmente facturaba el mismo mes. En octubre los asociados a la CAL no llegaron al nivel de facturación de 2019.

En un video filmado desde la biblioteca de su casa, Horacio González advierte: “No puede ser que el gobierno retire los subsidios a editoras, a imprentas, a la posibilidad de publicar libros en Argentina. Pedimos que con urgencia se restituya la Asistencia al Trabajo y la Producción”. Eduardo Sacheri señala que la industria del libro argentino, las librerías, las editoriales, los distribuidores, los autores y los talleres gráficos “están extremadamente afectados por la pandemia y por la cuarentena que hemos atravesado” y agrega que para que la actividad pueda continuar funcionando “es muy importante que el Estado mantenga en vigencia los ATP; sin esos ATP será prácticamente imposible continuar adelante”.

Carlos Díaz, director de Siglo XXI, cuenta a Página/12 que 13 trabajadores de la editorial recibieron el ATP de abril hasta septiembre. “Fue una ayuda espectacular, nos dio mucho aire y la tranquilidad de sentir que aunque todo se desmoronaba el Estado nos apoyaba. Lo hablé con amigos editores de otros países latinoamericanos, que no recibieron ninguna ayuda. Pero hace dos meses que lo dejamos de recibir porque la facturación fue subiendo. Si igualás o superás la facturación del año pasado, no recibís el ATP”, explica Díaz. “La idea del ministerio de Desarrollo Productivo es tratar de orientar la ayuda a los sectores que están muertos, como el teatro o el cine; a los que se fueron levantando se les ofrece el Repro (Programa de Recuperación Productiva) o créditos subsidiados para pagar los sueldos”, precisa el director editorial de Siglo XXI y comenta que la facturación de la editorial está en un 80 % en unidades, comparada con 2019 que fue un año “muy malo”; pero con el aumento de precios la facturación en pesos está empatada o apenas por arriba del año pasado.

No estoy de acuerdo con el tono de la campaña que está organizando el sector porque le faltan matices –aclara Díaz-. No estamos en la misma situación que al principio de la pandemia. Creo que la estrategia de gritar siempre que viene el lobo nos termina haciendo daño, le quita fuerza y credibilidad a nuestros reclamos que, bien planteados, tendrían más chances de ser atendidos. Claro que es una mirada muy personal y no dejo de ser solidario con los colegas que todavía atraviesan dificultades. Pero decir a viva voz ‘Sin ATP no hay libros’ es un lema que a mí no me representa”.