El presidente Alberto Fernández garantizó que el oficialismo alcanzará el número suficiente de legisladores para que el proyecto para la legalización del aborto sea sancionado como ley. Además, prometió que hará “todos los esfuerzos para que el Congreso acompañe” esa causa y aseguró que esta vez “no va a haber ningún presidente llamando a un gobernador para que vote en contra”.
“Estamos en condiciones de que esta vez se convierta en ley”, remarcó el jefe de Estado, quien se definió como “el primer abanderado de este reclamo” y reveló que planteó su posición a las autoridades de la iglesia católica durante su última visita al Vaticano.
En declaraciones a la radio Futurock, también diferenció el contexto en que fue presentada la iniciativa respecto a 2018, cuando Mauricio Macri "avaló" el debate. “Que el Presidente mande un proyecto, que reclame su tratamiento y aprobación, y que se comprometa públicamente de que el aborto es necesario, genera un escenario distinto”, comparó.
“Esta vez no es un presidente que cumplió mandando una ley para que no digan 'no cumplió'. Sino que activamente se preocupa por el tema”, agregó y señaló que “la diferencia con otros tiempos es que más allá de la enorme lucha de las organizaciones feministas, yo me siento el primer abanderado de este reclamo”.
En este sentido, el titular del Poder Ejecutivo recalcó que el tema debiera discutirse en el Congreso tanto o más que cuando fue presentado en 2018 y aseguró que él no ejercerá presiones sobre la postura de ningún sector. “Que debatan lo que haga falta”, y esta vez “no va a haber ningún presidente llamando a un gobernador para que vote en contra”, subrayó.
“La discusión no es aborto sí / aborto no, porque los abortos ocurren. Lo que discutimos es si se tienen que hacer en condiciones de clandestinidad” poniendo en riesgo la vida de la embarazada “o en el sistema público”, con mayores garantías sanitarias, explicó.
Además dejó claro un punto: con este proyecto de ley “no estamos haciendo obligatorio al aborto, sino garantizando la vida de una mujer que enfrenta el embarazo” no deseado.
Por otra parte, Alberto Fernández se definió como una persona que profesa la religión católica pero negó que esto lo enfrente con “problemas religiosos”. “La religión tiene dogmas y todo eso es muy respetable”, pero “lo que yo tengo que resolver es un tema de la salud pública”.
En este punto reveló que en su última visita al papa Francisco, en Roma, habló del tema en el Vaticano con el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin. “Le pregunté ‘¿con qué me quedo, con lo que me dice usted o con lo que dijeron San Agustín y Santo Tomás de Aquino?’ Y cambió de tema”, narró.
“Lo que decían Santo Tomás
y San Agustín era que había dos tipos de aborto: los que merecían un castigo y
los que no. Los no punibles eran (los que se hacían) entre los 90 y 100 días de
embarazo”, que era el tiempo en que se creía que “el alma entraba al feto,
porque la madre sentía movimientos en su vientre”, expuso el Presidente y
sentenció: “Yo no tomo como un dogma a la posición sobre el aborto”.