Cuando el comisionado de la NBA, Adam Silver, lo nombró en el puesto 23 del draft, Leandro Bolmaro estaba rompiendo una marca para el básquetbol argentino: además de sumarse al selecto lote de nueve jugadores elegidos, se convertía en el escogido en el mejor puesto, por delante del 25 de Carlos Delfino, hasta la noche del miércoles el único nacido en estas tierras en ser buscado en la primera ronda del draft.

Nacido en Las Varillas como otra gloria del básquet argentino como Fabricio Oberto, Bolmaro es un caso de un atleta excepcional, capaz de brillar en el deporte que se lo propusiera. En una entrevista publicada por Página/12, el cordobés explicó su secreto. "Al handball me iba muy bien. En realidad, me anotaba a todo, porque me gusta competir y la forma de hacerlo, era jugar a todo", remarcó. De hecho, hasta la adolescencia se destacaba en el atletismo, disciplina en la que participó con éxito en los Juegos Evita y llegó a ser campeón argentino de haxatlón, además de finalizar quinto en un torneo Sudamericano. Bolmaro no duda en asegurar que la coordinación y algunos de sus sorprendentes movimientos de piernas son producto de su pasado como atleta.

El espejo de su hermana mayor Camila y la ilusión de su madre Adriana lo arrastraban hacia las pistas, donde se destacaba en salto en alto y en lanzamiento de bala, pero con 15 años llegó el momento de elegir y no lo dudó: se dedicó de lleno al básquetbol en el club Almafuerte, donde nadie podía imaginar que "Cebollín", apodo que nació por los pelos parados en un corte de cabello y que luego derivó en "Cebolla", en menos de cinco años después estaría en el primer equipo del Barcelona y sería elegido en la primera ronda del draft de la NBA con 20 años recién cumplidos.

Desde la decisión de dedicarse de lleno al básquet, la evolución de Bolmaro fue imparable. Tras una puja entre Bahía Basket y Obras Sanitarias, la presencia de Pepe Sánchez en el proyecto lo convenció para unirse al club bahiense, donde fue campeón de la Liga de Desarrollo y debutó en la Liga Nacional, en un partido ante el campeón San Lorenzo. Allí lo dirigió Sebastián Ginóbili, el hermano mayor de Manu, y se terminó de consolidar como jugador profesional, ya que el talento innato lo traía de fábrica. "La primera vez que lo vi en Bahía cuando vino, me di vuelta y lo primero que le dije a sus entrenadores fue: 'muchachos, no hagan nada, no toquen nada'", contó Pepe Sánchez en una entrevista con la página de la NBA para América Latina.

Para tener una idea del potencial de Bolmaro, el ex capitán de la Selección Argentina lo define a la perfección. "El caso de Leandro es uno de los pocos casos naturales que tenemos en Argentina. Su físico, su juego está cableado ya para jugar en este tipo de básquet", sintetizó Sánchez, que lo pudo disfrutar muy poco en su organización. Como juvenil, apenas disputó 25 partidos en la LNB, en los que anotó 45 puntos, entregó 12 asistencias y capturó 15 rebotes. Números que no se condicen con todo lo que se vislumbraba que podía dar y que no justificaban toda la atención que captaba de reclutadores de diferentes partes del mundo.

Bolmaro en Bahía Basket, en un partido de la Liga de Desarrollo ante Peñarol. (Prensa Bahía Basket)

A esa altura, con sólo 17 años ya había participado del encuentro Básquet Sin Fronteras, que la NBA organizó en Bahamas y donde fue elegido entre los diez mejores jugadores del campus, era integrante de la Selección Argentina U17 y había disputado el Nike Hoop Summit de Oregon, un partido en el que los mayores proyectos internacionales se enfrentan a los mejores juveniles de Estados Unidos. 

En 2019, su desarrollo lo llevó a quedar muy cerca de formar parte del plantel argentino que salió subcampeón del mundo en China. Después de disputar el Mundial juvenil unos meses antes, Sergio Hernández lo convocó para la preselección y lo dejó afuera del plantel en el último corte, después de que el propio entrenador asegurara que lo había sorprendido con su nivel y que le había complicado la elección por su rendimiento en las prácticas y en los amistosos. 

El Barcelona vio aquel diamante en bruto y no dudó en sumarlo para su filial en 2018, con la intención de desarrollarlo pensando en el futuro. En el segundo equipo catalán, en la Liga LEB, mostró su talentó y su rendimiento lo llevó el año pasado directo al primer equipo, beneficiado por una serie de lesiones de los bases titulares. Tres partidos en la Liga ACB y otro en la Euroliga le bastaron para ganarse su primer gran elogio, una comparación nada menos que con Lionel Messi. "El fútbol tiene a su Leo y ahora el baloncesto también", destacó el serbio Svetislav Pesic, en ese entonces el entrenador del equipo catalán, que si bien luego lo volvió a derivar al equipo filial con la recuperación de las estrellas, dejó en claro su confianza en el argentino: "Bolmaro es el futuro, es un jugador que tiene confianza, hambre de ganar, que representa la mentalidad ganadora".

La salida de Pesic y la llegada del lituano Sarunas Jasikevicius, una gloria del básquet FIBA, no detuvo su desarrollo. Por el contrario, lo potenció. El nuevo entrenador lo incluyó en el plantel principal y el club le renovó su vínculo hasta 2023, para blindarlo ante un posible llamado de la NBA. Ahora, con Minnesota en el horizonte, Bolmaro buscará seguir creciendo en el Barcelona, como lo aseguró en un video que grabó para la cuenta del club catalán. 


Y en su futuro inmediato está cumplir con otro sueño: disputar sus primeros Juegos Olímpicos. En 2018, en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Buenos Aires, había sido elegido para integrar el plantel argentino, pero una lesión inoportuna y la falta de permiso del Barcelona, se lo habían impedido.