GUTLAND 7 PUNTOS

Luxemburgo/Bélgica/Alemania/Francia, 2018

Dirección y guion: Govinda Van Maele

Duración: 107 minutos

Intérpretes: Frederick Lau, Vicky Krieps, Vic Bukowsky, Theo Lieser

Estreno en la plataforma Comunidad Cinéfila.

De Luxemburgo se sabe poco y nada. Del cine luxemburgués, menos. Googleando se descubre que la cinematografía de ese origen es pequeña, aunque no del todo inexistente. Elegida dos años atrás para representar a su país en la terna Mejor Película Extranjera de los Oscars, Gutland finalmente no resultó seleccionada. Aun así es posible que esta coproducción con Bélgica, Alemania y Francia sea, de ese ducado, la que más lejos llegó en términos de internacionalización. Incluidos el Festival Internacional de Cine de Toronto y el Bafici. Dirigida por el realizador de ese origen Govinda Van Maele, las inesperadas mutaciones del relato tal vez estén hablando de una cinematografía hecha de objetos extraños, como la australiana en la segunda mitad de los años 70 o la de Corea del Sur desde fines del siglo pasado. O quizás sea Gutland la extraña, en relación con la escasa producción cinematográfica del país fronterizo de los tres vecinos que la coproducen. ¿Un cine fronterizo, entonces?

Ceñudo, con el tabique torcido y de cabello que no frecuenta el champú, Jens (Frederick Lau) aparece, como salido de la nada, en un pequeño poblado campestre de la zona de Gutland. Todo lo que se sabe es que viene de Alemania y busca trabajo. Jens es lo que los estadounidenses llamarían un loner, un tipo hermético y solitario. Aunque la temporada de cosecha del maíz está terminando, en una granja lo emplean como trabajador golondrina. Por lo visto, en el único bar del pueblo no están habituados a la hospitalidad con los extranjeros. Rubísima viuda joven, Lucy (Vicky Krieps, vista en El hilo fantasma) sí lo está. Y de sobra. Más que un Adonis, el forastero parece un animal entrampado, pero nada convence a Lucy de no visitar su casa rodante. El rumor de un robo en un casino alemán, tres jóvenes ladrones en fuga y un bolso lleno de plata en el tráiler de Jens hacen el resto.

La calma rural y los pastizales del verano tal vez sean menos idílicos de lo que aparentan. Así lo hacen pensar el grupo de granjeros que cuelga a un chico de una grúa como castigo por un pequeño desliz, una casa que da la impresión de haber sido abandonada de súbito --alimentos se pudren en la heladera--, fotos de mujeres desnudas que Jens encuentra en la casa rodante. O la trilladora que lo persigue, como una Intriga internacional en el maizal. Juego de máscaras en espejo, Jens tampoco parece un simple trabajador migrante. ¿A qué se debe que el padre de Lucy lo reciba como a un hijo, insistiéndole para que se sume al grupo de vientos y percusión que dirige? ¿En qué mundo se aprende a tocar la trompeta de la noche a la mañana? A Van Maele parecerían importarle menos las respuestas que las preguntas, haciendo de Gutland una máscara tan impenetrable, y por ende tan magnética, como la de su protagonista.