Gas sarín de origen dudoso, bombardeo norteamericano contra el gobierno de Bashar al-Assad, divergencia seria entre Washington y Moscú: el último capítulo de la tragedia siria pareció una respuesta a la certeza compartida de que el mundo está regido por la imprevisibilidad. Ése fue uno de los consensos de un seminario organizado por el Instituto Novos Paradigmas de Brasil, la Fundación Ebert, Clacso y la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo. El encuentro se realizó el lunes pasado en Buenos Aires durante nueve horas. Fue a puertas cerradas pero los organizadores autorizaron a divulgar los contenidos a condición de no revelar quién dijo qué. Por eso el texto que sigue solo indica genéricamente que hablaron X o “Alguien”.
“Hoy los gobiernos conservadores plantean la negación de las políticas anteriores, las implementadas por ejemplo en Sudamérica desde los primeros años del siglo XXI”, fue una de las opiniones al momento de discutir el tablero global. “Vivimos un Consenso de Washington Bis pero radicalizado, como lo muestra el gobierno de Michel Temer en Brasil, con un recorte de gastos sociales de aquí a 20 años.”
Hubo una preocupación por separar slogans de realidades. “El proteccionismo enarbolado por Donald Trump no significa que el imperio dejará de ser imperio”. Y también: “El aislacionismo no implica que los Estados Unidos renuncien a la capacidad de intervención, ya sea directa o sutil”.
“Es que, desaparecido el TPP, el Acuerdo Transpacífico, sigue el problema del libre comercio, solo que se impone la tendencia a firmar acuerdos bilaterales”, completó otro.
Tal vez la imprevisibilidad esté ligada a que “los Estados están cada vez más subsumidos dentro del poder del capital financiero”.
Por fortuna para los progresistas, o para los movimientos nacional-populares, “la imprevisibilidad es un problema también para los conservadores, porque no hay espacio para un retorno puro y duro a las políticas de los ‘90”. En esa lectura que incluye desafíos futuros, uno de los participantes dijo que en los últimos 15 años “hubo distribución pero no nuevas políticas económicas”, y afirmó que hacia adelante hay que discutir no solo las nuevas estrategias sino cómo concretarlas en un mundo con precios de materias primas a la baja.
“No hubo cambio estructural durante nuestros gobiernos”, dijo alguien que participó de uno. “Los Estados nacionales se pusieron al hombro la distribución de la riqueza, pero el mercado definió el proceso de acumulación en un marco de comercio de materias primas valorizadas.”
No hay soluciones milagrosas a mano sino “etapismo”, porque Chile, para poner un caso, “no va a salir en menos de 20 años del modelo basado en la exportación de cobre”.
Participaron del debate, entre otras y otros, el rector de la UMET Nicolás Trotta, el ex ministro de Educación Daniel Filmus, el historiador uruguayo y miembro del Consejo Directivo de Clacso Gerardo Caetano, el ex asesor internacional de Lula y Dilma Rousseff Marco Aurelio García, el director de Novos Paradigmas y ex gobernador de Rio Grande Tarso Genro, el presidente del peronismo porteño y dirigente de la CGT Víctor Santa María, la directora de la Ebert en la Argentina Dörte Wollrad, el presidente del Frente Amplio Javier Miranda, el secretario del Partido Socialista chileno Pablo Velozo, el presidente del Partido Socialista de la Argentina Antonio Bonfatti, la diputada por Libres del Sur Victoria Donda, el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández, la diputada del Parlasur por el Frente Renovador Fernanda Gil Lozano, Ricardo Canese del Frente Guasú de Fernando Lugo, la ex presidenta del Banco Central Mercedes Marcó del Pont, los diputados del Frente para la Victoria Guillermo Carmona y Cristina Álvarez Rodríguez y la ex embajadora en los Estados Unidos Cecilia Nahón. Un dato: incluso en las discusiones más agudas todos usaron la primera persona del plural.
Encontrarnos
Cuando comenzaron las sesiones el lunes a las 9 de la mañana estaba fresca la victoria de Lenin Moreno en Ecuador, el domingo pasado. Abundaron las sonrisas y apareció una constatación: “La situación para el progresismo está mucho peor por la existencia de un gobierno como el de Michel Temer y otro como el de Mauricio Macri en los dos países más grandes de Sudamérica, pero a veces no se tiene en cuenta que solo hubo una derrota electoral importante, la argentina, porque en Brasil Temer llegó por golpe”.
El panorama en Venezuela provocó una polémica interesante. “Los progresismos ganaron una legitimidad en la defensa de los derechos humanos y pueden perderla con apoyos acríticos a gobiernos que están violentando los derechos humanos”, fue una de las opiniones. “El internacionalismo genuino con los amigos se realiza desde la crítica”, fue otra. Una tercera: “Ninguna discusión puede abstenerse de registrar como punto inicial del conflicto la campaña sistemática para debilitar al gobierno venezolano desde dentro y fuera de Venezuela”. Otra: “Salgamos de la opción entre acompañamiento incondicional o condena absoluta”.
En este contexto de incertidumbre marcado, además, por el hecho de que ocho personas tienen la misma riqueza que la mitad de la población mundial, “no dimos respuestas socioculturales” y “abandonamos ideas que no estaban mal”. Ejemplo: “¿Por qué no hablamos más de la tasa Tobin?”. Y en lo interno: “¿por qué algunos que nos encontramos ahora no nos encontramos antes?”.
Deficiencias según X: “No hubo reforma impositiva de fondo, no fue atacado el sistema financiero, se avanzó poco en calidad institucional, no hubo transformación de la matriz productiva”.
Sin embargo, según Alguien los gobiernos progresistas o nacional populares del siglo XXI impidieron el curso natural de desindustrialización y evitaron una concentración todavía mayor de la riqueza. Más aún porque “desde 2008 hubo crisis mundial y ése fue el contexto en el que tuvimos que operar”. “Las estrategias de desindustrialización se pueden revertir”, dijo también. Y coincidió en que “antes y en este mundo de Trump la articulación regional es la única vía para pensar un desarrollo sustentable”.
Resumen de X: “Avanzamos en distribución más justa del ingreso, ampliamos el mercado interno, estructuramos mejor el Estado, reconocimos más derechos a mayorías y minorías, pero no modificamos el modelo productivo, expandimos el mercado de trabajo sin cambiar su matriz, faltó transformar la composición científico-tecnológica y construir logística regional común. Igual recordemos la perspectiva histórico del vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, cuando subraya que hasta la asunción de Evo Morales Bolivia no llevaba 50 sino 500 años de primarización”.
La corrupción
“Convergieron la ola conservadora y la crisis del propio modelo neoliberal, que lo hace aún más duro, pero el activo de hoy son los movimientos de trabajadores en la calles y los movimientos contra la homofobia y el sexismo”, dijo X.
“No hay que caer en el diagnóstico permanente, y menos en la futurología, porque si no pensamos ni hacemos nada mientras esperamos seguiremos cometiendo errores”, coincidió X.
¿Cuál es el origen del ciclo progresista o nacional popular en Brasil y la Argentina y sigue marcando todavía el proceso político en muchos otros países? “Es producto del pueblo trabajador”, dijo X. ¿Y cómo habría que construir el futuro? Quizás soñando “con un capitalismo diferente o con algo distinto del capitalismo, para afirmar en democracia la agenda de los derechos humanos, del trabajo y del respeto por las minorías”, sin egoísmos nacionales y con una visión más regional.
El tema de la corrupción no puede ser tomado con liviandad en ninguno de sus costados, que no son contradictorios sino complementarios. Una perspectiva es que “la corrupción está instrumentada por el discurso de los grandes medios contra los gobiernos y los líderes populares”. Otro ángulo es internacional: “Sectores del Poder Judicial están recogiendo información de los Estados Unidos o distribuyendo información en los Estados Unidos”. Más allá de esas constataciones, de acuerdo con X “hay que superar, donde se produjo, el financiamiento corrupto de la política”. Afirmación de X: “La corrupción quita legitimidad política”. Alguien: “No se puede ser corrupto, y punto”. X partió de una definición previa: “La política es el arte de administrar la realidad. Los conservadores administran sin alterar. Los reformistas cambian sin trasformar las reglas y los revolucionarios cambian también las reglas”. Y estableció: “Nos quita fuerza para alterar las estructuras en las que se fundan las sociedades también desde lo ético. Porque la ética es ética política, de gestión y de conducta y debe superar lo que se robaron unos sinvergüenzas”.
Los desafíos incluyen autocríticas y debates sobre formas, contenidos y estilos. “Como muestra el ejemplo de Uruguay, la unidad no es solo para que no nos coman los de afuera, como dice el Martín Fierro, sino un tema de proyección estratégica”, dijo X. “Y da mucho trabajo, pero hay que lograrla.”
“Aunque disminuyan los votos debemos tener más ideas, porque es una de las formas de hacer política para volver a tener más votos”, provocó X. La falta de ideas quizás no sea literal sino una falla en la posibilidad de entusiasmar. “Perdimos mística sobre la utopía, aunque sea una utopía cercana que nos contente a todos”, fue la opinión de Alguien.
¿Y la comunicación? Señaló X: “Cuando la política es buena no necesita mejorar la comunicación porque cambia la vida de la gente, la gente y lo palpa y entonces no precisa que nadie se lo cuente. Y cuando la política es mala no hay comunicación que la salve”.
Audacia
“Los ciudadanos quieren ser escuchados y participar”, dijo X. “Seamos audaces, empecemos a proponer la renta básica universal y la reducción de la jornada de trabajo.”
Alguien sugirió discutir a fondo las políticas de seguridad ciudadana, “porque la inseguridad la sufren primero los más humildes y la agresividad policial también”.
Alguien más bromeó con que no buscaba imitar a Mao pero hablaría de las contradicciones. “A veces se da la paradoja de que la contradicción fascina pero después tenemos miedo a vivir dentro de las contradicciones, las peleas hegemónicas naturales dentro del mismo espacio, miedo a la política y miedo a las alianzas incluso en medio de las disonancias. O nos tentamos por polarizar en cuestiones que no son centrales para el futuro. Luego llegan Macri o Temer y entonces sí queda claro para qué sirve el Estado cuando ellos duermen herramientas valiosas con el Valium del recorte presupuestario o destruyen sus órganos de regulación”.
Reflexión de X sobre el pasado y el futuro: “Es cierto que no hicimos muchas de las transformaciones que debimos haber hecho. Como intelectuales debemos hacer la crítica de eso. Pero las cosas que hicimos constituyeron una memoria. Supongo que el concepto se entiende bien en la Argentina, donde el peronismo constituyó históricamente una memoria fuerte y la gente quiere apropiarse de ella. En Brasil ya hay una memoria de Lula. No caigamos en el uso de la palabra populista para descalificar esas memorias como el peronismo, el varguismo brasileño o el cardenismo mexicano. Son fenómenos políticos plebeyos de una fuerza enorme en la lucha contra la explotación y también valen en la pelea contra la dominación que se expresa por ejemplo en los problemas de género”.