“¿Podemos hacer teatro si el teatro es convivio? No. Pero sí podemos y debemos hacer ficción, porque ese es nuestro sentido como organización: invitar a la comunidad a encontrarse en la fantasía”. De ese modo resume Agustina Ruiz Barrea la discusión que tuvieron durante la cuarentena les integrantes de Los Pompapetriyasos, el grupo de teatro comunitario de Parque Patricios que dirige desde el estallado 2001. Dicho y hecho, “Los Pompa” pusieron manos a la obra y el sábado pasado estrenaron Callará el silencio. Historias de Cartón, una producción audiovisual que lleva del Zoom a Youtube en el mismo espectáculo y que este sábado tendrá otra doble entrega, a las 20 y a las 21.

Sin la fuerza de la presencialidad, claro, la de este espectáculo puede igualmente calificarse como “experiencia”. Para entrar al Zoom hay que apagar cámara y micrófono, configurar la vista de pantalla para ver sólo a aquellos que forman parte de la compañía y predisponerse para la expectación. Lo que se ve son cuatro historias breves sobre los vínculos y la distancia, con personajes que se caracterizan por usar máscaras de cartón. Todo con una belleza y sutileza muy cuidada y sin resignar un ápice de calidad.

“Si hay algo muy claro en este momento es que todos estamos hechos de la misma materia. Con esa base empezamos a pensar en un material, además de dedicarnos, quienes dirigimos, a escuchar la voz del grupo. Lo que salió en seguida fue la fragilidad que sentíamos frente a la ausencia del otro como común denominador. Y ahí apareció el cartón como una manera de cuidar lo frágil”, cuenta la directora.

En otra entrevista con este diario dijiste que si bien el aislamiento es físico y obligatorio, su eje de lucha y de trabajo era “pelear contra el aislamiento vincular”. ¿Con esta propuesta lograron ese objetivo?

--Si, absolutamente. Todos los sábados cuando abríamos el Zoom el grupo llegaba con deseo del encuentro con el otro. Y hace dos sábados nos encontramos para hacer unas fotos en el Parque Ameghino y al toque nos pusimos a jugar. Los cuerpos estaban vivos, rebalsaban fantasía, aun con todas las limitantes que imponen los protocolos. Me dio mucha emoción, sentí que había valido la pena el esfuerzo de encontrarnos de esa manera que nos costaba tanto.

¿Crees que puede haber algo así como una “estética del zoom”? De algún modo lo que hacen en la plataforma tiene un cuidado especial por la belleza de la imagen y el sonido, algo que llama la atención…

--Creo que eso es algo por explorar. Para mí lo virtual llegó para quedarse, y que si bien de ninguna manera reemplaza lo presencial, no hay que pensarla como enemigo. Es otra cosa, no sé muy bien qué, pero con otra lógica y con la habilitación de cosas distintas. Seguramente propone una estética y creo que es importante no desestimarla y estar atentos a ver qué universos nos abre.

¿En qué momento del grupo los agarró la pandemia?

--En diciembre del año pasado habíamos alquilado un gran espacio para el cual invertimos todos nuestros ahorros colectivos e individuales y que nunca pudimos abrir pero sí, a costa de mucho esfuerzo, mantener. En este tiempo logramos migrar todos nuestros proyectos a la virtualidad. Además, enseguida se activó lo colectivo, los vecinos realizaron un locro solidario y comenzamos a desarrollar un sistema de socios. Fue y es muy duro, pero todo esto puso en evidencia que sin el otre no soy yo. Y eso desde ya que es muy tranquilizador.

*Las entradas para las funciones de este sábado se pueden reservar al 1157010476. La entrada es a la gorra virtual.