Un joven del barrio Solidaridad denunció a la Policía de Salta por violencia institucional. Tres efectivos le dispararon con balas de pintura, lo demoraron y lo llevaron a un descampado donde lo sometieron a golpes y torturas y le quebraron un brazo. El joven logró huir por el monte, y así llegó a su casa. La denuncia penal se tramita en la Fiscalía de Derechos Humanos, a cargo de Verónica Simesen de Bielke.
Jorge Maximiliano Ruiz, de 25 años, relató a Salta/12 que el lunes alrededor de las 1 de la madrugada salió a comprar ibuprofeno en un kiosko 24 horas ubicado a unas cuadras de su casa. Cuando quiso pagar le faltaban $20, por lo que fue a golpear la puerta de la casa de sus amigos que viven al lado del negocio para pedirles prestado ese dinero.
En ese momento tres policías le dispararon con balas de pintura a la cara sin mediar palabras. "Me decían 'corré, chango' y me disparaban con las balas de pintura. Yo pensé que me decían eso para que me vaya a mi casa pero me perseguían en el móvil. Me agarraron a la vuelta, quisieron esposarme, les dije que me dolía la mano porque me había caído un día antes y me doblaron el brazo de forma brusca, yo sentí un crujido y después ya no pude volver a moverlo", detalló.
Ruiz indicó que los policías lo llevaron nuevamente hasta la casa donde había golpeado para pedir los $20. "Como parece que estaban durmiendo no salía nadie", manifestó. Los efectivos le decían "gato de mierda, querés robar", relató. Dijo que les pedía que verifiquen que ahí vivían sus amistades, pero no lo hicieron. "No tengo antecedentes por nada, nunca he robado", especificó.
"Los policías me llevaron a un descampado cerca del barrio Democracia y me empezaron a golpear. Decían '¿qué hacemos con este? Lo hacemos aca'", contó el joven. Indicó que le dispararon con pistolas de pintura a corta distancia y le dejaron "como 10 marcas" en el cuello, en la oreja y en la espalda. "Me terminaron de quebrar el brazo. Tengo el hueso casi roto", sostuvo.
"Me sacaban fotos. Me preguntaron mi nombre pero nunca anotaron nada. Me decían que corra derecho y el móvil avanzaba y me seguían tirando con las pistolas por eso me metí por el monte y empecé a gritar. Había casas pero nadie que me pueda ver. Me caí, me corté con ramas pero seguí corriendo porque me podían matar ahí, nadie se iba a enterar", sostuvo Ruiz.
El joven contó que llegó corriendo hasta la plaza del barrio Libertad y desde ahí siguió hasta su casa. "Llegué llorando, del dolor, los golpes, la pintura, y encima me caí", recordó.
Al día siguiente Ruiz fue al Hospital San Bernardo, donde le hicieron una placa del brazo y le dieron un certificado que constata las lesiones. Después radicó la denuncia en la Comisaría 17. Contó que lo enviaron a un médico legal en el área de contraventores que le decía que la lesión en el brazo "era vieja", sin embargo, él volvió con los papeles y la placa que le dieron en el Hospital para demostrar que no era así. "Pido que se haga justicia, no solamente conmigo, porque a varios chicos les hacen lo mismo. Que no quede impune porque la Policía puede provocar una muerte. Se pasan por como tratan a las personas acá", manifestó.
Añadió que el jueves último, cuando estaba con su pareja, cruzó un móvil y casi lo chocaron. "Alcancé a ver a un efectivo que estaba esa noche", señaló. Dijo que cree que le hicieron eso porque los denunció. "Tengo miedo de que me hagan algo. Sé que a la Policía nunca le vas a poder ganar, son una familia grande", expresó.
El joven recordó que cuando era adolescente la Policía lo violentó varias veces y esos atropellos quedaron impunes. "Cuando tenía 17 años me pegaron un garrotazo en el ojo. Una jefa de policía me llevó unas gotas para que perdone al personal y mi mamá no les retiró la denuncia. Otro día me pegaron a mí y a un amigo, nos dejaron desnudos bajo la lluvia", memoró. Dijo que siempre hubo abuso de autoridad por parte de la Policía. "Es frecuente la violencia policial, hay varios casos de personas a las que les han sacado ojos, en el barrio la Policía de la nada dispara", afirmó.
Señaló que no puede trabajar con el brazo quebrado. Junto a su pareja embarazada vendían panchos. "No sé de dónde vamos a sacar para pagar el alquiler. Ahora no podemos hacer nada porque yo llevaba la panchera, la garrafa, y mi pareja no puede hacer fuerza con esas cosas", precisó.
En lo que atañe a la denuncia, contó que lo llamaron de la Fiscalía para decirle que "van a revisar las cámaras de seguridad de las avenidas". El joven espera que con esas pruebas vean que lo agarraron "sin que estuviera haciendo nada". Además, señaló que no lo llevaron a ninguna comisaría donde quedara asentada su detención o demora por parte de la Policía salteña.
La Policía de Salta no atendió las llamadas.
Violencia sistemática
La fiscala Simesen de Bielke dio a conocer esta semana que desde el período comprendido entre julio y noviembre realizó 101 imputaciones a policías, y requirió la elevación a juicio en 37 de estas causas. En el mismo lapso hubo 409 denuncias por abusos policiales.
Ayer la fiscala informó sobre nuevas imputaciones. Por una denuncia de 2018, acusó de vejaciones y lesionales leves calificadas por el uso de la violencia al oficial ayudante Omar Vale, los cabos Diego Sánchez e Iván Quispe y al sargento Rogelio Nanda, todos de la Dirección de Seguridad Urbana.
Simesen de Bielke estableció que mientras circulaban por Villa Asunción y sin motivo alguno, estos policías dispararon contra un joven y le causaron lesiones. Según la denuncia realizada por la madre de la víctima, la madrugada del 24 de noviembre de 2018 tuvieron una reunión familiar y vecinal.
Luego de la cena, cuando su hijo junto a otros familiares estaban en la vereda tomando cerveza, llegaron unos policías en moto, y sin decir una palabra dispararon con escopetas impactando en la nariz, espalda y glúteos del joven, quien entró al patio de su casa, lugar al que también ingresaron los policías para continuar con los disparos, sin tener en cuenta que había niños y personas mayores.
El joven perdió el conocimiento en el interior de la vivienda, por lo que debieron trasladarlo hasta el Centro de Salud de Villa Cecilia, donde fue asistido inicialmente y fue luego derivado al Hospital San Bernardo, donde le realizaron suturas y le diagnosticaron “fisura de nariz, con riesgo de pérdida del ojo derecho”.
Abuso contra personas trans
Simesen de Bielke también imputó por hechos ocurridos en 2019 contra mujeres trans, a la policía María Fernanda Coz y a José María Jaramillo, por vejaciones calificadas por el uso de la violencia y lesiones leves agravadas por el odio a la orientación sexual. Por otra parte, el policía José Ariel Paz fue imputado por incumplimiento de los deberes de funcionario público. Los tres cumplían funciones en la Comisaría 2.
Según determinó la Fiscalía, Coz y Jaramillo, detuvieron a dos mujeres y ejercieron un uso abusivo de violencia, lesionando a las detenidas, además de que se burlaron de su condición de mujeres transgénero. También surgió que Paz, mientras cumplía la función de oficial de servicio en la Comisaría 2 y al estar a cargo de la toma de denuncias, se negó a recibir la denuncia de las damnificadas.
En su momento una las vícitmas declaró que fue maltratada por el personal policial interviniente en su detención, que le arrojaron gas pimienta y le propinaron golpes en todo el cuerpo, lo que le produjo un esguince en el dedo índice de la mano izquierda.
Otra víctima sostuvo que ese mismo día, cerca de las 9, fue detenida en inmediaciones de la calle Ituzaingó, entre La Rioja y San Luis, y que sufrió maltratos por parte de los policías, además de resultar con lesiones en el antebrazo derecho.
Las víctimas denunciaron el hecho ante la Oficina de Violencia Familiar y de Género, contra Coz y Jaramillo, pues en la comisaría no se lo permitieron. Les dijeron que debían esperar al médico legal. Otra amiga tomó fotos y se las mandó a la entonces directora del Observatorio de Violencia contra las Mujeres, Pía Ceballos, y recién cuando ella intervino le tomaron la denuncia.