La AFA sigue acumulando campeonatos indescifrables que necesitan estudiarse con un prospecto adjunto, como los remedios. A la Copa de la Liga Profesional sumó otro en la semana que pasó: el llamado Torneo Transición -palabra que disfraza como pocas la anomia o ausencia permanente de normas- de la B Nacional. La competencia que más demoró su formato y presentación porque los dirigentes no se ponían de acuerdo en cómo jugarla. El 28 de abril pasado se dio por terminada la temporada inconclusa 2020 y recién casi siete meses después tiene su programa. El resultado quedó a la vista en el sorteo realizado con la presencia de su presidente, Claudio Chiqui Tapia. Un despropósito con copones, bolillas abiertas y papelitos manoseados con los números asignados a los diferentes equipos.
La pandemia había complicado todo antes. También el pleito judicial que San Martín de Tucumán llevó ante el TAS contra la AFA. Cuando el Tribunal Arbitral del Deporte le dio la razón a esta última y le negó la discutida chance de ascenso a los tucumanos, vino lo demás. Las miserias políticas, los pases de factura, en definitiva, la mediocridad para resolver lo que había quedado pendiente: un certamen al que le restaban nueve fechas de treinta cuando se dispuso la cuarentena en marzo.
A partir del 28 de este mes se disputará uno nuevo, enrevesado, casi un jeroglígico, con una modalidad de definición que abrió una grieta entre los que se sienten damnificados (Atlanta y San Martín, líderes en cada zona hasta la suspensión) y aquellos supuestamente beneficiados: Barracas Central del propio Tapia, Tigre, vinculado a Sergio Massa, y los que evitaron un descenso posible en los escritorios –como Mitre de Santiago del Estero, del vice de la AFA, Guillermo Raed- y ahora tendrán la chance de lograr uno de los ascensos en juego.
Resulta difícil comprender por qué no se jugaron las nueve fechas que faltaban. Había tiempo. Con el formato actual son siete las jornadas preliminares hasta el 9 de enero, día de la final por el primer Ascenso a la Liga Profesional 2021. “Hemos reflejado lo que siempre venimos diciendo: darle transparencia al fútbol”, dijo Tapia el jueves durante el sorteo.
La transmisión en vivo por el canal de Youtube de la AFA lo dejaría en offside minutos después. El joven que mezclaba en un copón las bolillas con los números que se asignarían a cada club en el sorteo, dejó abierta una. Volvió a colocar el papel que se había salido de una esfera de manera desprolija, mezcló y terminó sacando el 1. El número que le tocó a Atlanta para seguir los pasos restantes de la ceremonia.
Se decidieron formar cuatro zonas de ocho integrantes para definir el torneo sin descensos como en las restantes divisionales de la AFA. Las zonas A y B del Campeonato y las A y B de la Reválida. En las primeras se ubicarán los mejores 16 equipos hasta que el campeonato se suspendió en marzo y en las segundas los que se encontraban del noveno puesto al dieciséis. Esta temporada bendijo a todos los equipos complicados por la posible pérdida de la categoría. Los ascensos se resolverán en la cancha, pero los descensos no. Son –como tantas otras veces en la historia del fútbol argentino– una cosa del pasado, un alivio para muchos y una desprolijidad al mismo tiempo.
El presidente de Atlanta, Gabriel Greco, declaró en el sitio partidario Manicomio Bohemio: “Nos cagaron. No era lo que nosotros queríamos. Lo que vieron ustedes lo vi yo también. ¿Se piensan que estoy contento? Yo no estoy contento. Pero acá no hay que tener miedo. Hay que seguir luchando, porque hay una oportunidad y no la voy a desaprovechar. El hincha de Atlanta se tiene que quedar tranquilo de que yo quiero subir a Primera”.
Es demasiado el dinero que está en juego. La diferencia de ingresos entre la Liga Profesional y la B Nacional es abismal. En esta última el ingreso mensual de cada club es de unos 2.400.000 pesos. En Primera se divide un 50% en partes iguales y la otra mitad toma en cuenta el share (12,5 %) y el rating (otro 12,5). Variables que se permiten los clubes de la élite porque la paga que reciben de la TV es mucho mayor.
Como fuere, nada modificará la mala reputación de los torneos que organiza la AFA y en especial, el de la principal categoría del Ascenso en 2020. Basta explicarlo con un botón de muestra (aunque hay otros): Nueva Chicago y Gimnasia de Jujuy iban últimos hasta que se suspendió el campeonato con 16 y 19 puntos en sus respectivas zonas en 21 partidos. Estaban descendiendo en marzo. A partir del próximo fin de semana tienen al menos una chance de que si ganan la mayoría de sus partidos hasta el 30 de enero, podrían subir a la Liga Profesional y codearse otra vez con Boca y River. Es un premio doble: mantienen la categoría y pueden aumentar sus ingresos de manera colosal en 2021. La pandemia complicó la temporada y la AFA la hizo todavía más difícil.