Desde Lima
Coordinan, se organizan y se convocan en cuestión de minutos a través de las redes sociales, transmiten sus movilizaciones en directo desde sus teléfonos celulares, utilizan Tik Tok, Instagram y otras aplicaciones para difundir mensajes en respaldo a sus reclamos. En sus movilizaciones se organizan a través de las redes en brigadas para atender a los heridos, desactivar bombas lacrimógenas, dar soporte legal a los detenidos. Les decían que eran una generación apolítica, individualista, pero esa generación ha sido protagonista de masivas movilizaciones y de un hecho político histórico. En menos de una semana se tumbaron un gobierno y obligaron a replegarse a la clase política que con un golpe parlamentario lo puso en el poder. Ahora son el centro de atención. El nuevo presidente, el centrista Francisco Sagasti, ha respaldado sus protestas contra el efímero gobierno anterior y ha destacado su defensa de la democracia. Los llaman “la generación del bicentenario”, en alusión al bicentenario de la independencia del país que se conmemora en julio de 2021.
Son los jóvenes que tomaron las calles y plazas de todo el país para rechazar la instalación del gobierno ultraconservador de Manuel Merino, puesto en la presidencia por una coalición parlamentaria con presencia protagónica de personajes cuestionados por corrupción, que se disfrazaron de moralizadores para destituir al presidente Martín Vizcarra por “incapacidad moral permanente”, basándose en denuncias de que habría recibido sobornos, lo que está en investigación. Pero el disfraz no engañó a nadie. Minutos después de los sucesos en el Congreso, la noche del lunes nueve, la generación del bicentenario saturó las redes y salió a las calles para rechazar lo hecho por el Parlamento.
Las protestas se extendieron a todo el país y a todos los barrios, desde los populares hasta los residenciales. Los jóvenes viralizaron en directo en las redes las movilizaciones y la brutal represión policial. La indignación creció. Ningún partido político, ningún gremio, ninguna organización, los convocó, se autoconvocaron a través de las redes sociales. Y el resto de la población los siguió. De acuerdo a una encuesta de Ipsos, un 86 por ciento respalda esas protestas.
La noche del sábado 14 fue decisiva. Las movilizaciones, que ya llevaban varios días, fueron masivas. Este diario conversó con varios jóvenes que esa noche protestaban en el centro de Lima. “Estamos aquí defendiendo la democracia porque unos partidos y políticos corruptos han sacado al presidente Vizcarra con la excusa de la incapacidad moral, pero lo que ellos quieren es el poder para tener impunidad. No estamos aquí para defender a Vizcarra, que tendrá que ser investigado por lo que se le acusa, sino para evitar que esos políticos corruptos se queden en el poder”, dice Italo Layza, de 26 años, licenciado en ciencias políticas, que protesta en la céntrica Plaza San Martín, colmada de manifestantes. “Seguiremos en las calles hasta que se vaya Merino. Ya estamos hartos de los políticos corruptos”, señala Rocío Cabrera, estudiante de comunicaciones de 20 años. Merino se iría al día siguiente. “Hemos salido y ya nadie nos callará”, dice una joven mientras avanza con un cartel en el que se lee: “Se metieron con la generación equivocada”.
“No tenemos miedo, no nos callarán”, “No es por Vizcarra, es por la democracia”, “Merino no me representa”, “Gobierno títere de corruptos”, “Te quiero Perú, por eso te defiendo”, eran algunas de las consignas de los jóvenes en su protesta, que esa noche del sábado dejó, muy cerca de la Plaza San Martín, dos estudiantes muertos por disparos de la policía.
“Este es un movimiento juvenil que expresa un rechazo a los partidos políticos, esa ha sido su principal bandera, pero no tiene una representación. Es un movimiento muy fragmentado, heterogéneo y disperso. El reto de este momento es crear una representación de este movimiento juvenil que ha expresado sus demandas e insatisfacciones, y que no sea una explosión de unos días y después vaya desapareciendo. Las nuevas tecnologías de la comunicación han sido fundamentales para que se haya dado esta movilización”, le señaló a PáginaI12 el sociólogo Alberto Adrianzén.
"Que se vayan todos"
Adrianzén ve en estas movilizaciones de la juventud peruana un punto en común con lo ocurrido en Argentina en 2001. “Esto es parecido a lo ocurrido en Chile, pero lo veo más parecido a lo que pasó en Argentina en 2001 con las protestas que levantaron la consigna ‘Que se vayan todos’, algo que se repite en estas movilizaciones en Perú”.
Por su parte, el politólogo de la Universidad Católica, Eduardo Dargent, columnista del diario El Comercio, le señaló a este diario que “hay mucha diversidad en estas movilizaciones, una agenda variada, con grupos diversos y una narrativa todavía en construcción”.
“Esta es una generación que valora mucho la democracia y cuando la ha visto amenazada ha salido a las calles. Con la aventura de poner a Merino en la presidencia los políticos han involucrado activamente en la política a una generación que tal vez no lo estaba tanto. Esta ha sido la campaña de marchas de protesta más grande en la historia del Perú”, opina el catedrático Omar Coronel, profesor de ciencias sociales en la Universidad Católica.
La generación del bicentenario sigue en las calles. Este último sábado hubo nuevas movilizaciones. Ya no buscan la salida del gobierno -han recibido bien al nuevo presidente Sagasti-, ahora exigen justicia para los culpables de los asesinatos de Inti Sotelo, de 24 años, y de Jack Bryan Pintado, de 22 años, muertos en las protestas y convertidos en símbolos de esta generación. También demandan, entre otras cosas, que se elimine la inmunidad parlamentaria y sean juzgados los congresistas acusados de corrupción -de los 130 parlamentarios, 68 tienen denuncias penales-, y que se cambie la Constitución.
“Ya hemos demostrado lo que los jóvenes podemos hacer y vamos por más. Queremos que se cambie esta Constitución”, dice Eduardo, de 22 años. “Ya estamos hartos, queremos cambios. Sacar a Merino ha sido el comienzo”, indica Jorge, de 19 años. “Hemos recibido bien el nombramiento de Sagasti como presidente, es una persona preparada y no tiene antecedentes de corrupción, muy diferentes a los políticos corruptos, pero estaremos vigilantes a lo que haga”, señala Elena, de 20 años.
“La calle ya se activó y está alerta”, dice Dargent. “Las movilizaciones -afirma- van a seguir, aunque ya no al nivel que tuvieron cuando estaba Merino. En este periodo vamos a ver una presión de la calle. Hay sectores que quieren una nueva Constitución y el gobierno ya ha dicho que no le corresponde llamar a una Asamblea Constituyente, ahí hay una tensión. Que el Tribunal Constitucional haya evadido pronunciarse si la destitución de Vizcarra fue o no constitucional es algo que ha generado mucho malestar. Y está la demanda al gobierno para la investigación por la represión a las protestas”. Sobre esta demanda de justicia, el presidente Sagasti escribió en Twitter: “Inti y Bryan merecen justicia y sus muertes no quedarán impunes. Es imprescindible cerrar esta herida, y para ello debemos identificar y sancionar prontamente a los responsables”.
Cambiar la Constitución fujimorista
Las protestas estallaron para exigir la renuncia de Merino, caído el efímero exmandatario ahora ha comenzado a ganar espacio en la calle la demanda de cambiar la Constitución neoliberal que dejó la dictadura de Alberto Fujimori (1990 – 2000). Una Constitución que reduce al Estado a un rol subsidiario en la economía y da una serie de beneficios a los grandes intereses empresariales. Y que ha demostrado sus deficiencias en la organización del Estado. Su cambio es una vieja demanda de la izquierda, una demanda que a partir de esta crisis gana respaldo, especialmente entre los jóvenes.
“El tema de la nueva Constitución ha comenzado a prender, a tomar vuelo. Esta crisis ha demostrado que hay que cambiar muchas cosas de la Constitución de Fujimori, no solamente en el terreno de la economía, sino también en el plano de la política. El tema de una Asamblea Constituyente comienza a aparecer como una bandera de las movilizaciones, que antes no lo era”, dice Adrianzén.
La irrupción de los jóvenes de la generación del bicentenario ha remecido el país. Está por verse su impacto en el futuro, comenzando por las elecciones de abril.