En el partido contra Colón de Santa Fe, por la segunda fecha del torneo local, Independiente no jugó con la clásica camiseta roja. Lógico, se podía confundir con la rojinegra del rival. Pero resulta que ese día Colón usó una camiseta blanca por lo que tranquilamente pudo usar sus colores. Pero no, utilizó una azul con dos bandas cruzadas blancas que conforman una equis. Lo mismo ocurrió el sábado último ante Central Córdoba de Santiago del Estero, que jugó vestido de negro y blanco.

Como puede verse en una de las ilustraciones de esta página, esa camiseta se parece mucho al uniforme de los soldados del Regimiento de Patricios, entre otros. Con un poco de malicia puede inferirse que usan esa vestimenta, porque en el fútbol actual cada partido es una batalla, es necesario cubrir la retaguardia con muchos efectivos, al tiempo que conviene avanzar a paso redoblado para llegar a posiciones ofensivas desde las cuales se dispara para lastimar al enemigo. 

Herido en su orgullo, el periodista Rodolfo Chisleanschi, tan hincha de Independiente como amante de la historia reacciona: “La camiseta puede gustar o no y es cierto que se parece al uniforme de Patricios (me lo puse, hice ahí la colimba, pero no reparé en eso cuando la vi, es un año que prefiero no recordar demasiado), pero está muy lejos de ser 'inventada', como sí lo es la negra que usó Independiente en los partidos de la Sudamericana. Esta, que obviamente imita la bandera escocesa porque St. Andrews es el patrono de Escocia, fue el escudo original del club cuando no había nada rojo en la camiseta ni en ningún distintivo. El color rojo recién aparecería tres años después, cuando el equipo ya había deambulado por un par de barrios de la ciudad, ya había llegado a Avellaneda. O sea, linda o fea, no es ajena al club, igual que la tricolor de Vélez o la rosa de la Juventus. En este caso no es solo marketing, también hay un toque importante de respeto y rescate de la propia memoria. Ni todos los clubes ni todas las camisetas pueden decir lo mismo”.

Lo innegable es que la marca que auspicia al antes llamado Rojo de Avellaneda necesita vender camisetas azules o negras, o cualquier otra alternativa porque sus cráneos de marketing parten de la base de que los hinchas quieren tener todos los modelos disponibles. Que esos cambios muchas veces ridículos impliquen la pérdida de la identidad de los clubes, no es un asunto que les importe demasiado a las empresas que proveen los uniformes. Y muchos dirigentes, por su parte, argumentan que son víctimas de algunas cláusulas del contrato de auspicio económico que firmaron.

De este modo vemos a Real Madrid, Barcelona, Boca, Olimpia, Independiente del Valle, Olimpia y Excursionistas, entre otros, usando una camiseta rosa, un color muy resistido por los hinchas veteranos, pero que despierta simpatías entre las mujeres y los jóvenes desprejuiciados. La excusa que utilizan en alguna ocasión es que esa camiseta es parte de la campaña contra el cáncer de mama, pero no son argumentos muy creíbles.

El periodista Roberto Fernández aportó esta colorida anécdota: “Hace un millón de años, una Selección Argentina jugó un amistoso en España contra el Hércules de Alicante. Los locales, con camiseta de bastones no tan oscuros y blancos; la Selección, dirigida por Menotti, con camiseta lisa, clarita. En la redacción de una revista veíamos el partido en una tele en blanco y negro. Un prócer de verdad del periodismo, enculado entonces con el DT, miraba desde lejos, desdeñoso, como al descuido. Y palpitaba todo al revés: 'Mirá el baile que se están comiendo con esos gallegos...'; 'Fah, ya le metieron uno'. Y así hasta que terminó el primer tiempo. El hombre se fue y todos los presentes respiramos aliviados. No nos atrevimos a darle cuentas de su error, porque lo queríamos y admirábamos. Ganó la Selección, con dos goles de Ramón Díaz”.

Más curioso y absurdo es el caso que se dio en un partido que jugaron por el Nacional B Huracán y Ferrocarril Oeste, el 3 de marzo del 2014. Ese día Huracán jugó con una camiseta verde, similar a la de Ferro, y Ferro con una camiseta blanca, similar a la de Huracán. El partido terminó cero a cero, que más que un resultado parece un calificativo para aquellos que tuvieron la ridícula idea de la inversión de colores.

Así estamos. Por culpa de la pandemia, los partidos se juegan sin público, se escucha de fondo el sonido de hinchas fantasmas, y como si esto fuera poco, TyC Sports televisa los encuentros apuntando con una cámara a tribunas vacías, el VAR dirige más que el referí y los equipos a veces se ponen camisetas que no tienen nada que ver con los colores originales. Todos los matices para darle forma a la tragicomedia de nuestro fútbol.