El sentido de la vida, la manera de entender la muerte, los procesos de duelo y el fin de la niñez son los ejes de Ceniza negra, ópera prima de Sofía Quirós Ubeda -directora de nacionalidad argentina-costarricense-, que se estrenará este jueves en la plataforma Puentes de Cine (cinevirtual.com.ar) y a partir del 5 de diciembre en MUBI. Filmado con actores no profesionales, el film aborda la historia de Selva, una chica de 13 años que vive en una casa rodeada de vegetación, en un pueblo costero del caribe costarricense. Sus padres ya no están con ella y esta preadolescente vive con su abuelo, "el Tata". Selva deberá afrontar el tránsito de este octogenario hacia otro destino y, a la vez, lidiar con Elena, una mujer mayor que los acompaña. En ese contexto, Selva descubrirá que la muerte no es la conclusión de la vida sino el pasaje a otra dimensión, una transformación de la existencia.
Ceniza negra fue elegida como precandidata por Costa Rica para los próximos premios Oscar y Goya. "Es un gran regalo que una película tan independiente y tan íntima pueda representar al país en esos espacios. También fue el primer film costarricense en llegar al Festival de Cannes el año pasado. Entonces, ha ido abriendo mucho camino", afirma Quirós Ubeda en diálogo telefónico con Página/12. "Y no sólo de Costa Rica. Yo nací en la Argentina y he crecido la mitad de mi vida allí. Estudié cine en la Universidad de Buenos Aires. Y gran parte del equipo es argentino. Las primeras ideas de la película nacieron cuando yo todavía vivía en Buenos Aires. Entonces, representa a Costa Rica en las grandes ligas, pero también siento que es una película muy argentina, a pesar de que no fue grabada ni con argentinos ni en la Argentina. Pero tiene su espíritu y por eso me encanta que ahora pueda estrenarse y verse allá", agrega la cineasta.
Quirós Ubeda es egresada de la carrera de Diseño de Imagen y Sonido en la Universidad de Buenos Aires. Desde sus primeros cortometrajes, se ha enfocado en el trabajo con actores y actrices no profesionales, creando obras que exploran historias íntimas con una visión poética y sensorial. "La película nació de la idea de contar qué visión tiene una niña de 13 años sobre la muerte y cómo enfrenta sus últimos momentos de infancia en un mundo lleno de despedidas y un mundo difícil; es decir, qué significa la muerte a tan corta edad", afirma Quirós Ubeda.
-¿Los niños se acercan al sentido de la muerte de una manera diferente a los adultos?
-Depende del niño. En este caso, es una niña muy particular porque vive creciendo rodeada de naturaleza. Entonces, está más cercana al ciclo natural de la vida. Por otro lado, es una niña que crece sin padres, con un abuelo que está muy deteriorado. Entonces, crece conviviendo con esta posibilidad de la muerte y entendiendo a la cercanía de la muerte de una forma más natural que otros niños. Sin embargo, creo que sí, que los niños tienen una visión sobre la muerte mucho menos dramática que los adultos. Viven con más naturalidad el proceso de la muerte. También está todo este mundo de fantasía y juego que acompaña al duelo y los procesos de despedida que sirve mucho para esas edades. Nosotros, los adultos, lo perdemos.
-¿A los duelos que atraviesa se le suma el duelo de la infancia?
-Sí, exactamente. También creo que es una película donde dos personas que están viviendo un cambio de ciclo se acompañan. Como lo es esta niña que se despide de su infancia y este abuelo que se despide de la vida. Esa unión me gustó. Era un poco la idea de la película contar cómo dos personas, abuelo y niña, que están en edades completamente opuestas, se acompañan en estos tránsitos de la vida o de la vida hacia la muerte, y cómo la fantasía los acompaña. Los adultos mayores que ya tienen demencia senil o que están en cierto estado ya más avanzado vuelven un poco a esa regresión a la infancia y vuelve la fantasía. Y la fantasía nos ayuda a transitar estos ciclos.
-¿Se aprende de la vida a través de la muerte?
-Claro, me parece que es un poco el mensaje de la peli y lo que le pasa a la protagonista. Algo muy particular fue que empecé a escribir el guión y me puse a hablar de la muerte y no había vivido ningún duelo. En los cinco años que desarrollé esta ficción viví cuatro duelos muy cercanos. Fue como empezar a sentir también que la peli era como una compañera para mí. No sólo yo construía a través del personaje de Selva sino que también, de alguna manera, empezaba a convertirme en el personaje o la experiencia de escribir la película me acompañó en mis propios duelos. Fue bien profunda.
-¿Crees que la naturaleza de la vida es la separación?
-Sí, totalmente. Eso es lo más duro a lo que nos enfrentamos. Estamos despidiéndonos y separándonos constantemente. Y por eso me interesaba contar la historia de esta niña, porque es alguien con una historia muy fuerte, sin padres y cómo a pesar de sus múltiples despedidas y a pesar de quedarse sola, empieza a sentir que sigue estando acompañada porque las personas que se van siguen estando de otra forma: en las sombras, en el sonido de las cabras. Pero es esta idea de enfrentarnos a la despedida comprendiendo que aquello de lo que nos separamos sigue estando, de alguna manera siempre en nosotros, pero de otra forma.