Los cimientos del tenis, un deporte tan conservador como tradicionalista, comenzaron a moverse ante dos casos de violencia de género que encendieron las alarmas. El ecosistema de la raqueta, muchas veces cerrado y considerado una suerte de "mundillo", cobró mayor trascendencia a partir de las denuncias que recibieron dos reconocidos jugadores en los últimos tiempos: Alexander Zverev, la joya del tenis alemán, y Nikoloz Basilashvili, el segundo hombre mejor rankeado en la historia de Georgia.
"Las acusaciones son injustificadas y falsas", repitió Zverev desde que se conoció la denuncia de su ex novia Olya Sharypova. La respuesta del alemán, consultado por el tema día tras día en cada rueda de prensa, siempre fue la misma: desentenderse y negar los hechos. La rusa de 23 años, quien estuvo en pareja con Zverev durante más de un año, tomó la decisión de narrar el infierno que vivió: golpes, amenazas, daño emocional y hasta un intento de asesinato.
"Sólo quiero que se sepa la verdad. Mi único objetivo es ayudar a otras personas que están en la misma situación que pasé yo y necesitan fuerza para sobrevivir", relató Sharypova ante el periodista Ben Rothenberg, autor de una reveladora nota que recorrió el mundo. La historia, por más negacionismo que pueda destilar Zverev, resulta estremecedora.
Sharypova, de 23 años, comenzó a salir con Zverev en septiembre de 2018. La relación duró poco más de un año y se volvió cada día más violenta. Primero surgió el maltrato psicológico y, con el correr del tiempo, aparecieron los ataques. Y así lo contó la propia protagonista: "La primera vez que me pegó fue en Mónaco. Habíamos discutido, me tomó de la cabeza y me golpeó contra la pared. Perdí el conocimiento y él inventó que yo lo había agredido. Antes ya me había sentido humillada en un viaje que hicimos con sus amigos. La violencia que más duele no es la física sino la emocional".
Posesivo y controlador. De esa manera describió Sharypova a su ex novio Zverev, un prodigio de 23 años que ocupa el séptimo puesto del ranking ATP. En su relato llegó a contar que, aunque el alemán es una estrella mundial, solía culparla por sus derrotas cada vez que compartían una gira: "Me hacía creer que todo era mi culpa y que me merecía su violencia física y emocional; yo era el motivo de todos sus problemas".
Los hechos se sucedieron hasta que Sharypova no soportó más: en el US Open 2019 decidió dejarlo y temió por su vida. Las palabras hablan por sí solas: "Fue una pelea aterradora; me empujó a la cama, tomó una almohada y se sentó encima de mí. No podía respirar. Todavía no entiendo cómo escapé". Tras aquella discusión Zverev le quitó el pasaporte y la obligó a volver. Días después viajaron a la Laver Cup de Ginebra, donde el alemán siguió con los maltratos y hasta le pegó un puñetazo. Tan grave fue la situación que Sharypova intentó lo peor: "Traté de suicidarme con insulina y pasé tres días en cama".
"Es triste que estas acusaciones tengan un impacto tan grande; estoy aquí para jugar al tenis. Realmente me afecta, me causa mucho daño, pero no tengo nada más para decir", describió Zverev, ubicado bajo el ojo del torbellino, en cada torneo al que asistió. Ante una de las tantas preguntas sobre el tema, como si fuera poco, contestó de manera automatizada mientras leída el texto desde su teléfono. Las declaraciones habían sido confeccionadas por sus abogados.
Zverev jamás dejó de jugar ni nadie lo apartó del circuito. Y ahí nace el interrogante: ¿por qué el tenis no tiene un protocolo para activar en casos de violencia de género? En otros organismos deportivos y superprofesionales como la NFL y la NBA ya existe un procedimiento para separar al jugador involucrado hasta el esclarecimiento de los hechos.
En el seno de la ATP, sin embargo, no parecen tener una intención transformadora para caminar a la par de los tiempos. Por el contrario: la inacción y la falta de compromiso resultan alarmantes. Ante la consulta de Página/12, la respuesta oficial dejó bastante que desear: "La ATP condena cualquier forma de violencia o abuso. Sobre las acusaciones de violencia o abuso contra cualquier miembro del Tour, las autoridades legales investigan y se aplica el debido proceso; recién entonces revisamos el resultado y decidimos el curso de acción apropiado. De lo contrario no podemos comentar más sobre acusaciones específicas". La ATP no pretende impulsar ningún tipo de protocolo, al menos en el corto plazo, pero además le respondió a este diario con una declaración ya emitida el 13 de noviembre.
El tema generó tanto revuelo que llegó a interpelar al propio Novak Djokovic, el número uno del mundo, quien deslizó que el caso podría oficiar como jurisprudencia en el tenis: "Siempre tuve una gran relación con Zverev; es un buen chico y me entristeció la situación. No sé qué pasó, aunque no apoyo ningún tipo de violencia. ¿Si la ATP debería desarrollar algún tipo de política? ¿Por qué no? Supongo que no se desarrolló porque no tuvimos casos así en la historia del tenis. Tal vez este caso, de alguna manera, inspire a la ATP a hacer algo".
Si bien el caso Zverev permanece fuera de la justicia -la denuncia fue pública -no podría configurar un pretexto para la ATP porque existe un suceso que sí está judicializado y cuenta con el debido proceso. Nikoloz Basilashvili, ex 16° del mundo y actual 40°, ya estuvo detenido en mayo tras la denuncia por abuso doméstico de su ex esposa Neli Dorokashvili.
El número uno de Georgia pagó una fianza de treinta mil dólares pero hoy, meses después, ya conoce la fecha para el juicio: el próximo primero de diciembre se enfrentará a la posibilidad de ir a la cárcel, dado que la legislación de su país en torno a la violencia de género indica que, en caso de culpabilidad, la condena podría ser de 200 a 400 horas de servicio comunitario o de un año a tres de prisión. En el medio, mientras tanto, el jugador continuó con su participación en el circuito -sumó nueve derrotas consecutivas desde la reanudación tras la pandemia- y se hizo presente en las audiencias a través de videollamada.
Basilashvili dice tener imágenes que demuestran su inocencia, ya entregadas en el tribunal, aunque hasta ahora sólo se dedicó a declarar con el casete de siempre: "Las denuncias son falsas y no tienen el más mínimo asidero". Si el georgiano se mantuvo activo en el circuito es porque ATP lo permitió, incluso tras haber visto que estuvo detenido y que afrontará un juicio por un caso de extrema gravedad. Está claro que, con el avance de los tiempos, el tenis empieza a acumular deudas pendientes. Y alguien tiene que saldarlas.