La imagen que se formó fue pletórica en el estadio del Zenit de San Petersburgo, en la lejana Rusia. El seleccionado argentino había logrado la clasificación a los octavos de final del Mundial 2018, al vencer a Nigeria en un partido dramático, que lo tuvo al borde de la eliminación a cinco minutos del final.
El gol de Marcos Rojo se había gritado con euforia en el 70 por ciento de la cancha, y alguien que también se desahogó en uno de los palcos fue Diego Maradona. El ex técnico de algunos de los futbolistas que se encontraban en el campo de juego se puso de pie, al final del encuentro, ayudado por sus acompañantes ocasionales, que lograron alzarlo para el delirio del público.
El sol comenzaba a despedirse pero antes de ello pareció enfocarse exclusivamente en el rostro de Maradona, mientras el resto del escenario estaba tapado por la sombra.
El protagonista abrió los brazos, muy similar a la posición de Jesucristo en la cruz, y el instante pareció del más allá. La euforia que lo había envuelto esa jornada le provocó una descompensación, y tuvo que ser asistido de inmediato.
El estado de salud era delicado y esa misma noche, la del 26 de junio de 2018, recorrió en aquella ciudad la versión de que Maradona había fallecido. La madrugada del 27 se pudo confirmar que había sufrido un desmayo, y luego logró recuperarse.
La luz que lo encandilaba ese día bajaba de un cielo celeste, y lo individualizaba como a los actores arriba del escenario. La sensación fue que estaba dispuesto a dejarse llevar ahí mismo, o se inmortalizaba.
El destino le dio margen para partir a México ese año a conducir a los Dorados de Sinaloa, un club mexicano modesto de la segunda división. Y la trayectoria continuó en Gimnasia de La Plata en 2019.
Los reflectores, desde ese día en Rusia, lo siguieron dos años y cinco meses más. La energía se fue agotando y Maradona se fue quedando a oscuras. El intento por una última jugada que esquivara el ostracismo no fue posible, debido a que ya las había consumido todas.
Él, que tenía ingenio para superar cualquier circunstancia desfavorable, no logró hacerse el tiempo para lanzar la última asistencia, y todo el planeta quedó en posición adelantada.
Maradona dejó de ser iluminado finalmente, y prefirió quedarse a la sombra.