Según lo comunicó Pascal Soriot, director ejecutivo del Laboratorio AstraZeneca, realizarán “un estudio adicional” de carácter internacional para su vacuna contra la covid. "Ahora que hemos encontrado lo que parece ser una mayor eficacia tenemos que validarlo, por lo que necesitamos un estudio adicional", dijo el directivo en una entrevista con Bloomberg. Y luego agregó: "Pero este podría ser más rápido porque sabemos que la eficacia es alta y necesitamos un número menor de pacientes". La iniciativa --que a priori no debería retrasar la solicitud de aprobación-- surge como resultado del último anuncio que realizaron acerca de la protección que estaba en condiciones de ofrecer su candidata.
El lunes pasado, AstraZeneca y la Universidad de Oxford habían informado que de acuerdo a los estudios preliminares de la fase 3 de sus ensayos clínicos, su vacuna había alcanzado una eficacia media que rondaba el 70 por ciento. ¿Por qué se habla “eficacia media”? Porque el resultado provenía de dos líneas de investigación distintas. En el primero de los grupos (más pequeño, con 2.741 voluntarios y con un límite de edad de 55 años), al que se le administró media dosis y una dosis completa un mes después, la vacuna tuvo una eficacia del 90%; mientras que en el segundo (mayoritario, con 8.895 personas), que recibió dos dosis con un mes de diferencia entre cada una, exhibió 62%.
Una de las hipótesis que esbozaron los expertos del equipo científico de Oxford es que dicha diferencia entre ambas líneas podría comprenderse en que una dosis más pequeña podría servir “para preparar de una manera más adecuada al sistema inmune para responder”. Pero, claro está, solo se trata de un intento de justificación porque, en realidad, fue el producto del azar. “La razón por la que tomamos la media dosis es casualidad”, dijo a comienzos de semana Mene Pangalos, jefe de investigación y desarrollo no oncológicos de AstraZeneca.
En esta línea, ese azar que les dio buenos resultados buscarán revalidarlo a partir de un ensayo más. Daniela Hozbor, bioquímica e investigadora principal del Conicet en el Instituto de Biotecnología y Biología Molecular de La Plata, lo describe del siguiente modo: “Hace unos días, AstraZeneca informó los resultados de eficacia y encontró que los individuos que habían recibido primero media dosis y luego una completa estaban mejor protegidos que los que habían recibido el esquema de dos dosis completas. Era algo que no tenían programado, que no tenían en sus planes, pero se toparon con un resultado inesperado que deben ampliar”. Y, luego, continúa con el detalle: “Ahora verificarán la información para revalidar con más ensayos y conseguir datos robustos. El objetivo será completar lo que acaban de advertir”.
Bajo esta premisa, las pruebas adicionales no deben alarmar a la ciudadanía, más bien, son usuales en el proceso vinculado a la elaboración de tecnologías tan complejas como suelen ser las vacunas. De hecho, cuantos más ensayos se lleven adelante y en simultáneo, más confianza despertará por parte de la comunidad científica --y luego del resto de la sociedad--. Desde esta perspectiva, lo explica Hozbor: “Todo en vacunas es empírico. Eso implica hacer experimentos y sacar conclusiones en base a los resultados que se van obteniendo. En cualquier caso, si lo obtenido amerita una prueba de complemento con mayor experimentación hay que efectuarla. Esta postura marca la seriedad con la que se hacen las cosas”, sostiene.
Vale recordar, asimismo, que los resultados alcanzados por la variante de Reino Unido, en este sentido, quedaron por debajo de los alcanzados por la rusa Sputnik V --que según informaron desde el Centro Gamaleya conquistó el 95 por ciento-- y de otras como Pfizer y Moderna, ambas de Estados Unidos --que también llegaron al 95 y al 94,5 por ciento, respectivamente--.
Las noticias alrededor de la opción de Oxford tienen especial relevancia para Argentina porque el país recibirá 22 millones de dosis, que se suman a los 25 millones que el gobierno adquirirá por parte de Rusia. Lo que aún significa más, a través del acuerdo que Alberto Fernández realizó con el laboratorio de Reino Unido, será mabXience, el centro de investigación local (perteneciente al Grupo Insud, propiedad del empresario doméstico Hugo Sigman) el que producirá más de 150 millones de dosis para toda Latinoamérica. En el otro extremo de la cadena será México el que, a partir de la Fundación Slim (del magnate Carlos Slim), se encargará del empaquetamiento y la distribución en la región.