Perra vida
Parafraseando los versos del poeta Lord Byron, sobre las criaturas “bellas sin vanidad, fuertes sin insolencia, valientes sin ferocidad” trata un clásico de clásicos: el calendario solidario de la Fundación Viva la Vida que, conforme ya es costumbre, presenta adorables perros que han rescatado de situaciones de riesgo y que albergan en su colonia canina a la espera de una adopción responsable. A la vera del cambio de año, habemus por fin flamante edición, retratados los canes en toda su entrañable gloria por Nora Lezano, responsable de algunas de las imágenes más emblemáticas de la escena artística nacional. Madrina y colaboradora permanente de esta institución sin fines de lucro, la artista visual vuelve a poner la lente sensible y empática a disposición de esta propuesta bienhechora, como viene haciendo desde 2015, luciéndose a lo Walter Chandoha (excelso referente del siglo pasado en retrato de mascotas, vale aclarar). En plena pirueta, bostezo o snack de media tarde, captura a los pichichos que, como no todo monte es orégano, requieren laburar a máxima velocidad. “Este año quise hacerlo en color; darle un toque pictórico, más cálido a las imágenes; que en algunos casos incluso aparecieran manos humanas…”, explica Lezano, que años pasados contase con la colaboración de la artista Renata Schussheim o de la ilustradora Josefina Wolf, que intervinieron sus pics. Nora aclara que trabaja a partir de lo que los adorables modelos están dispuestos a ofrecer, redoblando esfuerzos para que estén confortables todo el rato, no se estresen con los ruidos, las luces del flash… “Monto un estudio en el refugio por todo lo alto, como si se tratara de estrellas de rock; tengo todo listo para que la sesión sea rápida y ¡ellos no salgan a las corridas!”, cuenta, y pronto subraya: “Voy a encontrar, no a buscar”. Recuerda también que el criterio de “casting” permanece: mostrar a los canes que llevan más tiempo esperando un hogar definitivo. También, sobra decir, la meta que persigue el calendario: recaudar cash para que la Fundación Viva la Vida, que dirige Laura Rama, siga con su labor desinteresada, dedicada al cuidado y bienestar de estas criaturas hasta que tengan una adopción responsable. Dedicada además a difundir y concientizar sobre las responsabilidades que conlleva la tenencia de un animal de compañía. Dicho lo dicho, los preciosos almanaques pueden ya conseguirse en fundacionvivalavida.com.ar.
Pompa y circunstancia
Informan medios británicos de cierta inusitada tendencia en alza: la venta récord de mansiones a lo Downton Abbey en la campiña inglesa; libres, eso sí, de los tantísimos dramones que padeció el conde Grantham y compañía. Una elección que, hasta ahora, no era la más recurrida entre los súper ricos, más prestos a vivir en lujosos penthouses que a embarcarse en vastas propiedades rurales y antiguos castillos. Pero con la llegada de la pandemia, aseguran agentes inmobiliarios, “recalibraron sus prioridades” y ahora están dispuestos a desembolsar entre 15 y 30 millones de libras para instalarse con sus familias, numerosas familias, en fincas que, por lo general, disponen de: colosal casa principal, muchas cabañas, pitucos jardines, zonas de cultivo, piscina, establos, cancha de tenis, dependencia para coches, zona de cacería, largo el etcétera. “Son sitios excepcionales, cargados de historia. Algunos han estado en la misma familia durante generaciones, por cientos de años, y es la primera vez que se ponen a la venta desde que les fuera otorgado por la corona”, explica el especialista Crispin Holborow, de la firma real estate Savills, que ha vendido más de dos decenas de este tipo de propiedad de marzo a la fecha. “Reinas y reyes de Inglaterra han dormido en estas casas; algo que encanta a los estadounidenses…”, se relame el pizpireta señor, señalando que muchos de los compradores obscenamente adinerados son angloamericanos, aunque también hay de Oriente Medio, China y Europa continental; menos de la mitad son ingleses. Lo que la mayoría tiene en común, además de sus toneladas de billetes, es ser “demasiado urbanos” y, por tanto, desconocer lo básico que requiere mantener este tipo de lugar, arriesga Holborow: “Se necesitan entre tres y diez empleados, entre ama de llave, personal de limpieza, chef, jardineros; lo básico, en fin”. Lo básico, ajá, claro que sí.
Rebusque volado
“Cuando los chanchos vuelan, y al parecer lo están haciendo mucho este año, quieren bebidas frescas y espacio para estirar las patas”, cuenta el Wall Street Journal a cuento de cómo, para paliar la devastadora caída de pasajeros humanos estos últimos meses, la industria aérea global se ha concentrado en otro tipo de clientes: porcinos, sí, también cabras, caballos, alpacas, perros, vacas, ovejas, gatos, jirafas. Asegurándose, en este último caso, que “no se golpeen la cabecita” y recorran cómodos el extenso kilometraje, como reyes altísimos. A tal punto la explosión que Qatar Airways, por caso, ha duplicado los vuelos de este tipo, según el mentado rotativo, aunque no todo ha sido un paseo por el parque… Guillaume Halleux, de la compañía, relata cómo meses atrás tuvieron complicaciones para trasladar jóvenes jirafas desde Johannesburgo, debiendo cancelar el asunto: por el papeleo demorado, había pasado más tiempo del previsto y las lungas clientas habían crecido demasiado, superando con creces los tres metros de altura que tienen por límite para que no las pasen canutas en el trayecto. Trayectos que suelen realizarse en aviones Boeing 777 y 747 o en Airbus A330, de fuselaje ancho; los más fichados para la faena, completando vuelos internacionales con sus pasajeros animalados amén de responder a una demanda francamente en aumento, acorde a voces en tema. Sobra decir que cuentan con azafatas: cuidadores que se encargan de que descansen a pata suelta (aunque en jaulas, todo sea dicho), les sirven agüita a cada rato, les susurran “palabras de aliento”. Tal es el rol de Zac Carroll, de la empresa Intradco, especializada en esta forma de transporte, que solo encuentra una contra en su trabajo: “Después de pasar mucho rato con ciertos bichos, no te sacás el olor de encima de ninguna manera, la única que queda es tirar la pilcha”.
Los 65 de Miffy, un clásico inoxidable
Es una de las conejitas más famosas de la literatura infantil, y este 2020 ha cumplido 65 años. Las felicidades están a la orden del día para el tesoro nacional, muy estimado en otras latitudes, Miffy; o Nijntje, como se la conoce en su país de origen, Holanda. Creada por el dibujante Dick Bruna (Utrecht, 1927-2017), desde su natalicio ha estelarizado numerosas aventuras, traducidas a 40 idiomas, llevadas al cine y la tevé, incluso al teatro musical. Hasta en el Tour de Francia hizo su aparición la encantadora bichita, minimalista hasta el paroxismo con dos puntos como ojos y una cruz como boca. Detalles que hacen las delicias de diseñadores gráficos, que cantan loas al trazo siempre limpio y a la imperturbable decantación de Bruna por los colores primarios. Un hombre que solía hablar de Van Gogh, Rembrandt, Matisse y Mondrian como sus pintores de cabecera; también del movimiento artístico De Stijl en su afán por reducir la composición a líneas verticales y horizontales. Parece ser que la característica bonhomía de Bruna --que se escaqueó de una larga tradición de familia editora para lanzarse de lleno a la ilustración-- solo se torcía ante la mera mención de Hello Kitty. La gatita nipona ponía de los nervios al holandés, que veía en este popular dibujito del ’74 una burda copia. “Podrían haberse esforzado en hacer algo original”, solía decir Dick cuando le recordaban cómo bebía de sus fuentes su principal competidora, creada por Yuko Yamaguchi para la firma Sanrio. Así las cosas, su Nijntje igualmente tuvo extendido predicamento. A tal punto la influencia a lo largo y ancho que, en estos días, el QUT Art Museum de Australia exhibe bosquejos originales de Missy junto a obras de reputados artistas aussies, que la citan entre sus referencias. Y aunque goza de galería propia en su Utrecht natal, la coneja tuvo exposición homenaje en el aledaño Centraal Museum donde, hasta los pasados días, pudieron verse a 86 Missy vestidas con los mejores trapos, hechos por diseñadores de indumentaria de Nottingham a Hong Kong, de Milán a Ciudad de México, que la empilcharon con lustrosos conjuntitos con motivo de su cumpleaños. Nijntje es femenina, después de todo, porque Bruna quería que luciera vestiditos floreados… Apenas algunos respetos rendidos a la coneja que, entre sus amigos, cuenta con un oso, un cerdo, un perro, un koala. Una troupe de lo más simpática con la que ha jugado en el bosque, montado en bicicleta, celebrado fiestas, ordenado habitaciones; en fin, correrías con moreleja cargadas de ternura, sin caer en la sensiblería.