Lo primero que hizo Héctor Arce después de pasar 360 días asilado en la embajada de México en La Paz fue abrazar a sus hijos. Se trató del final feliz para una película que tuvo momentos de extrema tensión. En el contexto posterior al golpe del diez de noviembre de 2019, el exministro de Justicia de Bolivia temió por su vida. Por eso decidió asilarse junto a otras seis exautoridades en la embajada, donde permaneció casi un año encerrado bajo un fuerte operativo policial y militar. Recién ahora pudo viajar a Argentina para atender la salud de su hija.
En esta entrevista con Página/12, Arce recuerda sus días de asilo y derriba la denuncia de fraude que lo mantuvo con una orden de captura hasta hace unos días. "Será la historia la encargada de analizar qué actores viabilizaron este tiempo que nunca más debe ocurrir en Bolivia y en Latinoamérica", dispara.
Durante los 14 años de presidencia de Evo Morales, Arce ocupó varios cargos en el ámbito ejecutivo y legislativo. Fue uno entre el millón de bolivianos que recibió al exmandatario en la ciudad de Chimoré, aunque no ahorra críticas ante su intento de reelección. En busca del tiempo perdido, Arce dejará la política para dedicarse de lleno a la actividad académica y a su familia.
- ¿Cómo vivió su estadía en la residencia de la embajada de México?
- Fue una experiencia muy dura y cruel que no le deseo a nadie. Y no tanto por el hecho de estar encerrado, porque uno puede dedicarse por ejemplo a escribir, como efectivamente lo hicimos. Pero lo más complejo de todo era que había una total incertidumbre de lo que podía pasar, y a esa situación se le sumaba el hecho de un hostigamiento judicial y policial de personas financiadas por el gobierno de facto que prácticamente hicieron de nuestra vida durante estos 360 días un verdadero infierno.
- ¿Qué era lo que más extrañaba?
- Ver a mis hijos. Quería recuperar el tiempo con ellos. Uno cuando se mete en política sabe lo que hace. La política es dura porque sale lo peor del ser humano. Yo digo que el agua por más sucia que esté, siempre limpia. Y la política por más limpia que esté, siempre mancha. La política en su mejor expresión, de trabajo y solidaridad como nos enseñó nuestro gran líder Evo Morales, tampoco está exenta de las tensiones, las presiones, las enemistades, los celos. Pero hasta eso es pasable. Lo más valioso que uno nunca debe perder son los hijos.
- El gobierno de facto lo acusó de haber sido parte del supuesto fraude de 2019.
- Trataron de inventarme una serie de procesos y fracasaron en todo. Dijeron que se habían manipulado actas en el ministerio de Justicia, nada más falso. Lo que hicimos ante las denuncias de que había habido un monumental fraude fue una verificación de las actas electorales el día 30 de octubre, diez días después de las elecciones y cinco días después de que el Tribunal Supremo Electoral entregara los resultados. Entonces, ¿cómo yo podría haber hecho un fraude cuando había pasado ese tiempo? Tendría que tener una máquina del tiempo para viajar al pasado. Fue el absurdo más grande, sin embargo sobre ese absurdo montaron una serie de mentiras contra mí y otros ministros.
- Fueron 14 años muy virtuosos del gobierno de Evo Morales. Sin embargo, usted ha sido un funcionario autocrítico como pocos.
- Los 14 años de gobierno del presidente Evo, donde yo tuve cuanto menos 5 cargos importantes en el órgano ejecutivo y legislativo, fueron los mejores años de la nación. Fue un gobierno transformador que cortó a cuchillo la historia de una nación empobrecida y golpeada por una serie de malos gobiernos. Pero como cualquier obra humana siempre hay errores. En algún momento el tema de buscar la reelección del presidente Evo fue un error. El hecho de que la bancada del MAS haya presentado una acción de inconstitucionalidad contra una norma de la Constitución amparándose en el Pacto de San José de Costa Rica, jurídicamente es intachable. Pero legítimamente haber hecho esa acción después de tener un resultado negativo en un referéndum, fue un error advertido por el propio Evo. Para que los procesos sean llevaderos y perdurables no pueden encarnarse en una sola persona.
- Usted se reencontró con el expresidente el pasado 11 de noviembre...
- Lo recibí junto con un millón de personas en el aeropuerto de Chimoré, fue un momento muy emotivo. Yo creo que el presidente Evo es un hombre extraordinario que ha dedicado su vida entera a la construcción de un mejor país. Le ha puesto el alma y el corazón, muchas veces trabajando hasta la madrugada, y trabajando nosotros a su ritmo. Se trabajaba así todos los días, de lunes a domingo. Le ha entregado su vida a la construcción de la nación boliviana. Fue muy emotivo que la nación representada en ese cúmulo de gente lo recibiera como se merece.
- ¿Cuáles cree que son los grandes desafíos del actual gobierno de Bolivia?
- El principal desafío para todos los gobiernos es el desafío económico. Esta pandemia ha sido la peor desgracia que nos ha pasado desde la Primera Guerra Mundial, que coincidió con la gripe española. Los países van a quedar golpeados, sobre todo nuestros países que tienen economías más débiles. Y tenemos el mejor capitán para el barco en este momento. Luis Arce es el hombre que ha pasado de una economía desastrosa como fue la economía boliviana en el pasado a la mejor del continente.
- En este momento no ocupa ningún cargo. ¿Tiene pensado volver a la gestión pública?
- Yo soy docente universitario hace más de 20 años, mi vida es enseñar y una de las grandes penas que he tenido durante todo este tiempo es que en algunos años por temas administrativos y razones de tiempo tuve que estar con licencia. Quizá trabajando así sienta que puedo hacer más de lo que hice como autoridad pública. Ha sido una experiencia interesante que atesoro, pero es un capitulo ya cerrado. Me voy a dedicar a la docencia y sobre todo a la familia, a mis hijos a quienes les debo mucho.
Entrevista: Guido Vassallo.