Las estimaciones de la deuda global alcanzaron un nuevo pico. En el tercer trimestre de 2020 el endeudamiento de los distintos países del mundo y se estima que cerrará el año en 277 billones. Esta cifra puede compararse contra la economía real: representa el 365 por ciento del Producto Interno Bruto mundial. Los números se publicaron en un informe reciente del Instituto Internacional de Finanzas.
La economía mundial debería aumentar casi cuatro veces su producción anual para poder saldar los créditos. Para algunos economistas esto es imposible y generará la necesidad -más temprano que tarde- de reestructuraciones masivas de deuda. Otros consideran que este año fue una excepción y los ratios de endeudamiento se estabilizarán a partir de 2021 para luego bajar en la medida que se recupere el crecimiento global.
Este año la masa de deuda mundial terminará subiendo en más de 20 billones de dólares. Esto incluye las emisiones de bonos de los países, los créditos para las empresas, los préstamos para los individuos y las colocaciones de los propios bancos. Pero no es el dato impactante del informe.
En el documento se destaca principalmente un estudio sobre el aumento en el pago de los intereses que deberán enfrentar los países emergentes por la colocación de deuda de los últimos meses ante la crisis provocada por el coronavirus. En los últimos 15 años las economías en desarrollo tuvieron que destinar en promedio 6 de cada 100 dólares en vencimientos de intereses de bonos. En 2020 esta cifra se elevará hasta casi 11 por ciento y se estima que se mantendrá en un nivel similar al menos por los próximos cinco años.
En las potencias maduras estas cifras eran históricamente más bajas. En los últimos 15 años los pagos de intereses se ubicaron en 4 dólares por cada 100. Pero además para el 2020 y los próximos cinco años no se estiman aumentos de estos ratios.
El principal interrogante es cómo cubrirán esta carga de intereses los países emergentes, al mismo tiempo que necesitarán reponerse del golpe de la crisis sanitaria en los mercados internos que paralizó la producción y los mercados de trabajo. Alcanza con ver el dato de desocupación en el mercado brasileño para entender la magnitud de los problemas. La potencia de Latinoamérica superó el 14 por ciento de desempleo (14 millones de personas desocupadas).
La estrategia de renovar los pagos de deuda con nuevo financiamiento en moneda externa por el momento parece estar presenten para muchos países de la región. Lo muestra el caso de Perú en los últimos días. En una colocación de bonos en dólares recibió ofertas a tasa muy baja por cuatro o cinco veces el financiamiento buscado. ¿Puede durar esa situación en el tiempo?
Esta política tampoco resuelve el problema sistémico. La posibilidad de aprovechar los excesos de liquidez global no es una realidad para todos los países emergentes. La economista de la Universidad de Londres Paola Subacchi lo explicó del siguiente modo: “Para los países más pobres que luchan contra la pandemia, la deuda no sólo limita su espacio fiscal para responder a la crisis, sino que también obstaculiza el desarrollo futuro”.
La investigadora planteó que “enfrentados a los costos repentinos de la crisis sanitaria, muchos países que ya están luchando por pagar el servicio de la deuda existente han necesitado financiamiento nuevo, solo para descubrir que es demasiado difícil o costoso pedir más préstamos. E incluso si pueden lograrlo, la carga adicional de la deuda los obstaculizará durante años, lo que limitará sus perspectivas de crecimiento y desarrollo”. Por ello plantea que es urgente desarrollar una red de seguridad financiera a nivel global.