El presidente de la Cámara Argentina de la Construcción, Iván Szczech, descartó esta semana que vaya a producirse una devaluación. Lo dijo la misma tarde que el ministro de Economía, Martín Guzmán, conversaba sobre el tema con la cúpula de la Unión Industrial Argentina. La primera reunión presencial del funcionario y parte de su equipo con los empresarios fabriles ocurrió este miércoles, el fatídico 25 de noviembre, marcado para la historia por el fallecimiento de Diego Maradona. La dolorosa noticia fue un comentario obligado de la reunión. Pero lo más sustancial del encuentro resultó cuando hablaron del dólar, la brecha cambiaria, la inflación y el panorama económico que se abre a corto plazo.
“Ustedes son formadores de opinión, lo tienen que salir a decir en público. Acá no habrá ninguna devaluación. La brecha cambiaria está estabilizada y cuando se cierre el acuerdo con el FMI se reducirá a niveles tolerables”, aseguró Guzmán, buscando lo mismo que el Gobierno había solicitado al titular de la Cámara de la Construcción, con buenos réditos
Desde que Alberto Fernández lo empoderó como dueño de la última palabra en el gabinete económico, Guzmán empezó una ronda de entrevistas con el establishment para transmitir la visión del gobierno y trabajar sobre las expectativas. Las charlas son a agenda abierta.
En la reunión con la UIA, el ministro estuvo acompañado por el secretario de Política Tributaria, Roberto Arias; el secretario de Energía, Darío Martínez; la nueva jefa de asesores, Melina Mallamace, y el representante argentino ante el FMI, Sergio Chodos. La delegación empresaria la encabezó el presidente de la central fabril, Miguel Acevedo (Aceitera General Deheza), con la presencia de los vicepresidentes primero, Luis Betnaza (Techint); segundo, Daniel Funes de Rioja (Copal), y tercero, Guillermo Moretti (Santa Fe). También asistieron Carolina Castro, primera mujer en integrar la mesa chica de la UIA, quien fue subsecretaria Pyme el primer año y medio del gobierno de Cambiemos, y Diego Coatz, economista jefe de la entidad.
“Vos sabés que para nosotros el dólar no está atrasado. Está bien, es competitivo”, dijo Acevedo, ante la evaluación del ministro sobre las fuertes tensiones cambiarias de octubre. Guzmán las atribuyó a la presión de fondos de inversión extranjeros que pretendían apurar el remate de los bonos en pesos que compraron durante el gobierno de Macri y abandonar el país. Pero les transmitió a los industriales su preocupación por el comportamiento especulativo de la mayoría de los sectores empresarios a partir de esa situación, con maniobras de todo tipo, como el adelanto de importaciones, el pago anticipado de deudas con el exterior, la retención de insumos y mercaderías y remarcaciones de precios por la brecha cambiaria, pese a la estabilidad del tipo de cambio oficial.
El titular de Hacienda afirmó que no habrá devaluación y dejó en claro que el Gobierno espera una intervención pública de los industriales en esa línea, para terminar de neutralizar las corridas permanentes. Sin estabilidad del dólar, coincidieron funcionarios y empresarios, la recuperación económica que empieza a tomar velocidad se verá comprometida. El objetivo de Guzmán fue involucrar a los empresarios en la defensa del modelo económico que más los favorece, con desarrollo productivo y expansión del mercado interno.
La misma estrategia aplica el Gobierno con la Cámara de la Construcción, con la cual acordó dos proyectos de ley para estimular al sector y reactivar el crédito hipotecario, con blanqueo de capitales incluido. Y trabaja en un acuerdo con el Consejo Agroindustrial, del que participan las grandes exportadoras del sector y un amplio universo de economías regionales agropecuarias.
La defensa de los industriales ante el reclamo de Guzmán por subas de precios con la excusa de la brecha cambiaria fue que se tienen que cubrir de una eventual devaluación, que esa brecha estaría anticipando. La tarea del ministro, justamente, es cortar el círculo. Junto con Chodos, explicó que el Gobierno avanza de buena manera en las negociaciones con el FMI y que el anuncio de un acuerdo, seguramente durante el verano, será clave para pinchar burbujas especulativas y reducir la brecha entre el dólar oficial y los financieros a niveles “tolerables”.
Funes de Rioja, presidente de la cámara de industrias alimenticias, le pidió al ministro habilitar mayores aumentos a productos incluidos en el programa de precios máximos. Sostuvo que más allá de las cuestiones cambiarias, hubo incrementos de costos que no fueron compensados por los ajustes autorizados por el gobierno. Los industriales apuntaron que esa situación se agravará el año que viene cuando termine el congelamiento de tarifas.
Guzmán fue categórico en la respuesta. Dijo que el año que viene hay que recuperar poder adquisitivo de los salarios y que la industria tendrá que ir por detrás con las correcciones de precios. El mayor caudal de ventas, con una capacidad ociosa cercana al 40 por ciento, permitirá absorber esa situación, interpretó el ministro. “Este año bajamos 20 puntos la inflación. Eso también lo tienen que ver. Qué suponían, con la herencia que dejó Macri, que íbamos a empezar a producir como si no hubiera pasado nada. Y después vino la pandemia, pero ahora hay que pasar de página”, remarcó.
Betnaza, en tono conciliador, elogió la actitud dialoguista del Gobierno y los cambios al plan de estímulo para la producción de gas, incorporando pedidos empresarios. En cambio, se sumó a Castro cuando arremetió contra el aporte extraordinario de las grandes fortunas, que en los próximos días se convertirá en ley en el Senado. "Les pedí hace tiempo que me trajeran alternativas para analizar", les devolvió el ministro. Además, mencionó que se oponen a esa ayuda por única vez, pero le demandan al Estado el pago de reintegros a la exportación, que vienen demorados, y la quita de retenciones. Los empresarios, resignados a la aprobación de la ley, pidieron que se contemplen sus planteos en la reglamentación posterior.
El punto de mayor acuerdo entre funcionarios e industriales fue la descripción de un escenario económico de rebote tras la depresión de la pandemia, y la perspectiva de un 2021 con fuerte crecimiento. “En Santa Fe estamos trabajando en niveles prepandemia. El problema son los faltantes de productos. Viene todo muy retrasado”, le dijo Moretti a Guzmán.
La producción de chapa de Techint se ubica en este momento en 240 toneladas por mes, cuando el promedio durante los últimos dos años del gobierno de Macri rondaba las 170 toneladas. El problema es que en la etapa más difícil del coronavirus la producción bajó a 40 toneladas. Ahora que la economía va para arriba, la demanda de insumos supera la respuesta productiva y eso también presiona sobre la inflación.
Guzmán señaló que el ordenamiento macroeconómico y productivo está en marcha, y que si se logran superar definitivamente las presiones cambiarias, el proceso tomará otra fortaleza. Para que eso ocurra, insistió, la especulación tiene que terminar.