Hace unas horas el equipo nacional de rugby de Nueva Zelanda, los All Blacks, se tomó revancha de la derrota sufrida hace 15 días frente a nuestro seleccionado, Los Pumas. Las estadísticas y los números dirán que al terminar el partido el marcador indicaba 38 para los maoríes y 0 (cero) para los nuestros.
Lo cierto es que el score ya marcaba una diferencia mucho mayor antes de que el referí diera por comenzado el partido. Es que frente a las ridículas y tilingas cintitas negras que Los Pumas eligieron para homenajear al máximo deportista argentino fallecido hace apenas 72 horas, los oceánicos depositaron una camiseta negra con el nombre Maradona y el número 10 en el centro de la cancha, tras lo cual, con ese símbolo frente a ellos, cantar y danzar su tradicional Haka.
Quien haya jugado al rugby sabe que la disposición anímica, eso que suele denominar actitud, es absolutamente decisiva. Para ser más claros: el contacto físico es tan contundente que la convicción para sentar una presencia prevalece por sobre toda exquisitez técnica o estratégica. Así enfrentaron los neocelandeses su partido este sábado.
Se trata de que los All Blacks -que defienden a una nación con una mujer como primera ministra-, tienen una posición muy precisa en lo que al color negro refiere y simboliza. En efecto, los neocelandeses son estupendos jugadores pero además representan una Unión de rugby nacional, cuya dirigencia se distingue por una sensibilidad y una política bien clara.
Aquí, tuvo que morir Facundo Báez Sosa a manos de un grupo de rugbiers -que a la orden de “mirá ese negro de mierda” lo masacraron cobardemente-, para que las autoridades asuman su responsabilidad en los hechos de violencia protagonizados por rugbiers.
Vaya como ejemplo que, en julio del año pasado, los All Blacks visitaron la ESMA como muestra de respeto a la lucha por los derechos humanos de la cual Argentina es vanguardia. Sin embargo aquí, en nuestro país, todavía no se ha logrado formalizar el homenaje a los más de 140 rugbiers desaparecidos durante el terrorismo de estado.
De hecho, tiempo atrás en la provincia de Río Negro, jugadores y entrenadores fueron privados de asistir al homenaje de los rugbiers patagónicos desaparecidos, porque el presidente del club Los Pehuenes -Diego Tyslak-, y el influyente ex Puma Petersen se opusieron. Este último en virtud de que, según adujo en privado, no se debe mezclar el rugby con la política.
Llamativo lo de Petersen, formó parte del Sudamérica XV que el 3 de abril de 1982 -un día después del desembarco en Malvinas-, enfrentara a los Springboks (el seleccionado del apartheid) en abierta transgresión al boicot impuesto en ese entonces por las Naciones Unidas, y el Comité Olímpico Internacional al régimen racista sudafricano. ¿Se revisarán actitudes como aquella de 1982? ¿Se permitirá formalizar un adeudado homenaje a las víctimas del terrorismo de estado en nuestro país?
Por lo pronto, las cintitas negras de este último sábado frente a los All Blacks insinúan que el rugby argentino, lejos está de entender lo que Diego Maradona significa para un país sediento de justicia y dignidad.
* Psicoanalista. Ex jugador de rugby de primera división.