Cuando volvió a surgir el tema fue evidente que Carola venía preparada. Había juntado información y argumentos para dar batalla. No sé exactamente cómo salió esta vez, si también fue por las fotos o por algo que alguien dijo. Recuerdo, sí, que estábamos en casa, que acabábamos de tomar café con medialunas y que Irene se quejó de que habíamos consumido demasiadas calorías. Quizá fue eso.

--Estuve leyendo mucho, chicas --dijo Carola--. Sobre el impacto de la belleza en la sociedad, sobre los privilegios que trae. 

--¿Privilegios?

--Sí. ¿Saben que muchos estudios mostraron que la gente linda es mejor tratada por todo el mundo? ¿Que se los considera más inteligentes? ¿Y no es solo que los buscan más como pareja o como amigues. Es muy loco. También se probó que consiguen trabajo más rápido y tienen mejores sueldos. Hasta se asume que son más confiables --se rio--. ¡Más confiables!

--¿De verdad? --Irene hizo una mueca--. ¿Solo por ser lindos?

--Solo por eso. ¡O no lo vemos nosotras a cada rato? Miren cómo la tratan a Verónica. ¿Se acuerdan del preceptor que tuvimos en cuarto, el tarado ese de Filippi? Vero podía hacer cualquier cosa y él estaba dispuesto a mirar para otro lado. Hasta cuando te rajaste del colegio dos horas antes se hacía el idiota. Si lo hacía yo...

--No es mi culpa --se defendió Verónica.

--No digo que sea tu culpa. Digo que es irracional que una chica solo por ser linda la pase mejor en el colegio o consiga trabajo más rápido. Pero lo que a mí me raya más es qué hacemos las mujeres con esto. No hacemos absolutamente nada. Venimos peleando mucho por la violencia de género, por el control sobre nuestros cuerpos, pero no hablamos nunca de la discriminación del aspecto. Al contrario, la favorecemos. 

--¿Por qué decís eso?

--Por esta cosa obsesiva de la imagen y esas fotos posadas y perfectas que todes quieren subir a las redes. Es algo que te come la cabeza. Otras chicas ven esas fotos, se sienten feas, corren a comprar cosas para mejorarse y así se alimenta este círculo hasta el infinito.

--Puede ser --Verónica sonrió--, existe el mercado de la belleza y las presiones sociales, sí. Pero hay otro costado en este tema, amiga, que es eterno: la búsqueda de la belleza es natural. Nos gusta lo lindo en todas partes: en la música, en las cosas, en las personas. Siempre fue así y va a seguir siendo así. Y, dejando de lado por un momento los discursos, decime, sinceramente: si te levantás a un tipo, ¿no te gusta que sea lindo? ¿O me vas a decir que preferís que sea feo?

Carola suspiró irritada. 

--No tiene nada que ver. Vos llevás todo al terreno personal. Lo que yo estoy diciendo es que hay un sistema patriarcal que nos somete también con eso. En vez de pelear por nuestros derechos, nos desesperamos por ser divinas para complacer a otres. Y hagamos lo que hagamos, siempre estamos insatisfechas. Es otra forma de control.    

Verónica sacudió la cabeza. 

--Estás hablando como un panfleto, Caro --nos miró a todas--. ¿O no?

Yo me encogí de hombros.

--La verdad, tiene bastante razón. 

--Pero es agotador --Vero sonrió--. ¿Por qué mejor no tomamos más café? ¿Y quedó alguna de esas medialunas con dulce de leche? Estaban buenísimas. 

Porque, encima, no engordaba.   

* Fragmento de "El retrato de Verónica G.", de Andrea Ferrari, Loqueleo.