Los fiscales que investigan la muerte de Diego Maradona allanaron este domingo tanto la oficina como la casa del médico Leopoldo Luque. Lo que buscaron fue documentación sobre la salud del astro o, más precisamente, una historia clínica. Lo que encontraron fue una serie de anotaciones, pero no una historia clínica como las que registran cada cosa que le sucede a un paciente o cada indicación que se da en un tratamiento. También está claro para los fiscales que en la casa de Tigre no se cumplía ni con los controles más elementales –tomarle la presión, la temperatura, vigilar la evolución cardíaca- por lo que se estudia una imputación por homicidio culposo. Los forenses que participaron de la autopsia y otros forenses consultados por la fiscalía sostienen que Maradona debió presentar algún síntoma anterior al infarto masivo que terminó con su vida y eso se pasó por alto.
Como adelantó Página/12, los fiscales tomaron una decisión de importancia este mismo domingo: le pidieron al juez de Garantías la autorización para allanar la oficina de Belgrano y el domicilio de Adrogué de Luque. Todo el procedimiento se ejecutó en la mañana y siguió hasta después del mediodía.
Lo que llevó a la decisión fueron los siguientes elementos:
*Diego Maradona estaba bajo la responsabilidad de Luque y de la psiquiatra Agustina Cosachov. Así quedó firmado en la salida de la Clínica Olivos, que tiene la rúbrica de Giannina, Jana, Luque y Cosachov. Más allá de lo que diga el propio Luque, su firma le da responsabilidad porque él -y la psiquiatra- son los médicos
*Las instrucciones en la casa de Tigre las daba Luque, o sea que el médico era el que ordenaba los controles con los que tenían que cumplir los enfermeros.
*Como también adelantó este diario, Maradona se peleó con Luque el jueves 19 de noviembre. Diego le pegó una piña, según dio a entender la cocinera Monona, o le pegó un empujón, tal como declaró el enfermero Ricardo. Desde ese día 19, Luque sólo volvió una vez, el día 22.
*Los enfermeros admitieron en sus declaraciones que Diego no se dejaba controlar, que la mayor parte de los días no permitía que nadie lo toque ni entre a la habitación. Por lo tanto, las instrucciones de Luque no se cumplían.
*Está claro que la única medicación que tomaba Diego en Tigre fue la indicada por la psiquiatra Agustina Cosachov. Pero nadie está del todo seguro que se cumplía ni con la ingesta de los medicamentos ni menos todavía con los horarios. Hay otro detalle que analizan los fiscales: la medicación era contraindicada para alguien con problemas cardíacos: fomentaba la arritmia y la aceleración del ritmo cardíaco.
*Las desconfianzas de la familia con Luque eran evidentes. El episodio de la operación del edema subdural mostró que no daba la talla. Una alianza entre Claudia Villafañe y el abogado de Maradona, Víctor Stinfale, impidió que Luque tocara a Diego en el quirófano. La operación la encabezó Pablo Rubino y a Luque sólo se le permitió estar.
Con semejante panorama, el equipo de fiscales -Laura Capra, Cosme Irribarren y Patricio Ferrari-, coordinado por el fiscal general, John Broyard, hizo una primera evaluación de que en la casa de Tigre había un notorio desmanejo y el cuadro no se parecía en nada a una internación domiciliaria. A esto se agrega que en verdad Luque es un neurocirujano, de manera que tampoco se evaluó como correspondía el riesgo cardíaco y, para colmo, se percibe una total desprolijidad en la inexistencia de una historia clínica como corresponde. Para los fiscales tiene su importancia que "las anotaciones" se hayan encontrado en Adrogué, en el domicilio de Luque, y ni siquiera en su consultorio: exhibe informalidad. Pero además, no se trata de una verdadera historia clínica: son una serie de páginas, desordenadas, sin números, que ni siquiera tienen un encabezamiento formal. Luque adujo que "Maradona era un paciente ambulatorio", una contradicción respecto de que estaba alojado en una vivienda, con enfermeras 24 horas y, supuestamente, un equivalente a una internación.
La noción de internación domiciliaria va a estar muy discutida. Los médicos de Swiss
Medical sostuvieron que no existe una internación domiciliaria psiquiátrica, partiendo
del hecho de que la llave de la casa, quien entra y quién sale, están en manos del propio
paciente, en este caso Maradona. De manera que para ellos estaba claro que la
mudanza a la casa del barrio San Andrés era inadecuada.
Los fiscales todavía no decidieron ninguna acusación. Siguen juntando documentación y es probable que convoquen a una pericia médica. Es notorio que no llamaron a declarar a los dos protagonistas de la historia médica, Luque y Cosachov. Es un indicio de que tal vez los imputen por un delito -homicidio culposo o incluso abandono de persona-, ya que en ese caso no deberán declarar como testigos sino como imputados.
Está probado en la causa que Diego no quería una internación y ante una propuesta semejante el astro le dijo a un médico del Sanatorio Olivos: “yo ya sé todo doctor. Dejenmé tranquilo. Yo ya viví”. Ahora se estudia si frente a esa situación no debió marcar la cancha la psiquiatra Cosachov firmando un dictamen de que Diego era peligroso para sí y por lo tanto un juez debía ordenar una internación compulsiva para desintoxicarlo de la cantidad de sedantes que tomaba, que antes de su cumpleaños 60 mezclaba con alcohol. ¿Maradona estaba en sus cabales? Los fiscales piensan que no, entre otras cosas porque tenía una fuerte depresión y tomaba una cantidad de medicamentos que casi le impedían hablar. Pero declararlo incapaz, recurrir a la justicia, no era una movida sencilla: estaba de por medio el astro del fútbol mundial y en su familia tampoco había convicción para una batalla de esa naturaleza. Nadie vio que era una opción de vida o muerte.